La cicatriz de Panamá que la rutina esconde

Actualizado
  • 06/01/2018 01:00
Creado
  • 06/01/2018 01:00
La costumbre de transitar a diario la avenida de los Mártires obstaculiza un ejercicio de memoria clave: esta vía, llamada así en homenaje a los caídos del 9 de enero de 1964, delimitaba la frontera con EE.UU.

Las llantas de una bestia crujen sobre la avenida de los Mártires. Una fila de personas brinca del bus y marcha a su destino. El conductor aplasta el acelerador del diablo y el hollín despide a peatones, ambulantes y mendigos que coinciden en la esquina de la Calle I. En este punto cercano al centro de la ciudad, se pintan escenas de una rutina inquebrantable, en la que no parece haber espacio para la memoria: hasta hace 37 años, esta misma vía delimitaba la frontera entre Panamá y Estados Unidos.

Cada día, dice el arquitecto Darién Montañez, cientos de miles de personas recorren la avenida de los Mártires, que es el acceso principal a la ciudad desde los suburbios del oeste. Muchos ignoran el fantasma de la hoy extinta frontera; pero con tan solo caminar un tramo es fácil ver una diferencia radical entre la ciudad y la antigua Zona del Canal.

Del lado ‘panameño' se observan edificios con fachadas ciegas, basura y regular movimiento de gente. Mientras que, el antiguo territorio ‘zoneíta', parece menos convulso, como si todavía estuviese aislado de la realidad panameña, incluso con cercas de alambre de ciclón.

Al detenerse en la acera del edificio del Banco Agropecuario, Montañez cita el libro Borderland of the Isthmus de Michael E. Donoghue, un ejemplar que narra —además del racismo y clasismo dentro y fuera de La Zona— la vida que acontecía en esta agitada línea fronteriza.

La ciudad había crecido a extramuros, fuera del emplazamiento colonial que hoy se conoce como Casco Antiguo. Ya para mitad del siglo XX, el barrio de Santa Ana concentraba en sus calles una buena cantidad del comercio de todo el país. Justo allí, en esa hilera de edificaciones frente a La Zona, habían cantinas, bares, tiendas y hasta burdeles. Los soldados estadounidenses cruzaban la entonces Avenida 4 de julio para comprar manteles de lino, objetos importados y licor.

‘Más allá de lo social, la avenida de los Mártires es un límite en el que se encuentran la espalda de Santa Ana y la espalda de Ancón',

DARIÉN MONTAÑEZ,

ARQUITECTO

En ese momento, el trazo de la línea fronteriza era un poco confusa, pero Montañez explica que en aquel entonces salir del bus y tocar la acera que está frente al Instituto Nacional de Panamá, era cambiar de país.

Desde que la frontera desapareció, el 1 de octubre de 1979 con los tratados Torrijos-Carter en vigor, el desafío ha sido siempre el mismo: saber conectar las espaldas de dos áreas de la ciudad. Una de las soluciones que se planteó fue un puente peatonal con techo azul de policarbonato que cruce la avenida de los Mártires; sin embargo, en este trayecto suelen haber condones usados, piedreros, heces y ladrones.

Este puente es una de las vías que llevan al Hospital Gorgas y al Museo de Arte Contemporáneo, este último, un edificio que, a pesar de tener muy cerca una estación del metro, no termina de ser accesible para el peatón: la avenida de los Mártires es también otro diagnóstico de la falta de planificación de la ciudad.

La avenida además divide dos realidades. En una predomina el concreto, con aceras y edificios, unos emblemáticos y otos abandonados o en mal estado. La otra, goza más bien de amplias áreas con palmeras y casas de grandes dimensiones. De un lado, el hollín está impregnado en las paredes y el ruido ensordece la vida de residentes de Santa Ana y El Chorrillo. Del otro, las construcciones mantienen cierta distancia de la avenida, rodeadas de naturaleza, ajenas al rugido del tráfico que las divide.

‘Más allá de lo social, la avenida de los Mártires es un límite en el que se encuentran la espalda de Santa Ana y la espalda de Ancón', dice Montañez, durante un recorrido por el área.

La vía toma el nombre en homenaje a los 22 mártires de los disturbios del 9 de enero de 1964, que el arquitecto describe como ‘el clímax de la lucha panameña por recuperar La Zona'. Se trata del episodio en el que los jóvenes del Instituto Nacional exigían la soberanía de estas tierras y llegaron a izar la bandera panameña en el colegio Balboa. ‘Lo sorprendente es que la gente no sepa que la frontera está aquí', cuestiona Montañez. Y añade: ‘Somos un país traumatizado y no hablamos de estos temas'.

La invasión de Estados Unidos a Panamá, el 20 de diciembre de 1989, terminó de destruir las mueblerías, librerías y tiendas por departamentos como el Gran Morrison, que tenían lugar en el ‘lado panameño' de la Avenida de los Mártires. Nunca se recuperó del todo. Al día de hoy solo algunas fondas y restaurantes como el Napoli sobreviven por estar muy cerca de la Calle I, por donde hay movimiento de buses y peatones.

‘Cuando no hay tráfico peatonal, los comercios no sirven', evalúa Montañez.

Sin embargo, Santa Ana y El Chorrillo están ahora en otro límite que no tiene que ver con otro país, sino con otra clase social: la gentrificación.

Según el arquitecto, quien presentó en 2015 un videoarte sobre la avenida de los Mártires, dentro de unos quince años, todos estos edificios podrían cobrar vida nuevamente, convirtiéndose en una extensión del fenómeno que viene ocurriendo en el Casco Antiguo. ¿Podrán entonces reconciliarse el área panameña y exzoneíta para elevar la memoria de una avenida histórica?

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UNA LUCHA POR LA SOBERANÍA

En el artículo ‘The land divided, the world united. El dibujo y borrado de la frontera entre la Ciudad de Panamá y la Zona del Canal', el arquitecto Darién Montañez describe la historia de la creación, erosión y desaparición de la frontera entre la Ciudad de Panamá y la Zona del Canal como un complejo proceso de dibujo. La Zona del Canal fue establecida en 1903 para permitir a Estados Unidos contruir y manejar un canal interoceánico atravesando el istmo de Panamá.

Durante 75 años, unos 1,400 kilómetros cuadrados fueron territorio extranjero, según el mismo documento. ‘Hoy la frontera entre la ciudad de Panamá y La Zona no existe, pero todavía se nota como una cicatriz en el tejido urbano. El tramo más denso de este límite coincide con la Avenida de los Mártires', agrega Montañez.

En respuesta a la tensión que se había creado en la población panameña debido a la creación de estas tierras ajenas en pleno istmo, surgieron protestas masivas en 1958 y 1959, con enfrentamientos violentos, que provocaron la construcción por parte de Estados Unidos de una malla ciclón a lo largo de la frontera, que aún se puede ver en ciertos tramos de la avenida de los Mártires.

Sin embargo, el movimiento de mayor relevancia ocurrió el 9 de enero de 1964, fecha en la que murieron 22 panameños, y que marcó un precedente para que más adelante se firmaran los Tratados Torrijos-Carter, el 7 de septiembre de 1977.

A partir de allí empezó a difuminarse la línea limítrofe que dividía Panamá de Estados Unidos. Hoy, ‘el dibujo literario solo existe en bibliotecas y archivos' y ‘la frontera solo existe como una cicatriz urbana'.

‘El territorio panameño fue cuarteado y permaneció dividido por 75 años, y esta herida aún es legible en el tejido de la ciudad de Panamá', concluye Montañez en la misma publicación.

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