Virtudes epistémicas y epistemología testimonial

Actualizado
  • 29/12/2018 01:00
Creado
  • 29/12/2018 01:00
Se torna necesario poner en práctica ciertas virtudes que nos ayuden a superar los limitantes inherentes al escepticismo y a la inocencia epistémica

La epistemología es el estudio del conocimiento y de la creencia justificada. Referida al conocimiento, comprende preguntas como: ¿cuáles son las condiciones necesarias y suficientes para el conocimiento?, ¿cuáles son sus fuentes?, ¿cuál es su estructura?, entre otras; referida a la creencia comprende preguntas como: ¿Qué se entiende por ‘justificación'?, ¿qué es lo que hace que una creencia esté justificada?, ¿la justificación es interna o externa a los propios estados mentales?, etc. (Setup, 2018).

Aunque a veces se confunde con la filosofía de la ciencia, hay de hecho algunas distinciones que no pueden pasar desapercibidas. En ese sentido, ‘lo específico de los enfoques epistemológicos es la reflexión sobre los aspectos normativos del conocimiento y/o de la ciencia, o sobre aquello que constituye la racionalidad de cualquier conocimiento y en especial de la ciencia' (Moreno Ortiz, 2008). Así, pues, aunque haya una relación etimológica entre epistemología y ciencia, no se puede asimilar (reducir) una disciplina a la otra. De hecho, ‘en la medida que sea necesario pensar la normatividad del conocimiento en general y no sólo de la ciencia, la Epistemología no se refiere exclusivamente a la ciencia'.

Por otro lado, ‘lo que hoy se llama ‘Filosofía de la Ciencia' no es exclusivamente una reflexión normativa (o epistemológica) sobre la racionalidad científica, sino sobre muchos aspectos de la ciencia, a partir de los aportes de disciplinas como la historia, la sociología, la psicología, etc.' (Moreno Ortiz, 2008).

Se podría decir, entonces, que, en cuanto al conocimiento (y por supuesto a la creencia), la reflexión epistemológica es mucho más amplia que la de la filosofía de la ciencia, comprendiendo la primera problemas epistémicos no sólo de la última, sino aquellos que derivan de situaciones tan variopintas como el sentido común, el arte, la religión, la matemática o la lógica.

Entendida tradicionalmente la epistemología se ha concentrado en las creencias de los sujetos o agentes epistémicos individuales. ¿Están dichas creencias justificadas? ¿Son dichas creencias instancias de conocimiento? Aunque esto ha empezado a cambiar.

De acuerdo con la epistemología de la virtud (virtue epistemology), ‘el orden de análisis debe ser revertido. Necesitamos empezar con el sujeto mismo y evaluar sus virtudes y vicios epistémicos: sus formas ‘buenas' o ‘malas' de formar creencias' (Setup, 2018).

Lo epistemológico, desde esta perspectiva, se sitúa en un plano más amplio. No se trata de ver la dinámica epistémica como remitiendo a estados privilegiados de los sujetos sin más, sino que es necesario situarla socialmente (epistemología social).

Desde esta perspectiva, la idea de autonomía epistémica (Descartes, Kant) no es del todo realizable, pues el proceso de formación de creencias (conocimiento científico incluido) comprende una pluralidad de actores individuales o institucionales; comprende el conocimiento de oídas (Spinoza) o el testimonio (Hume). La justificación, por tanto, no ‘descansa' en procesos internos del sujeto, sino que requiere interacción con otras personas; la justificación es una forma de interacción donde se usa evidencia social (Goldman, 2008).

¿Qué sentido práctico tiene todo esto?

Con frecuencia decimos saber que algo es cierto o falso basándonos en los testimonios de las demás personas; así, más de uno podría afirmar que la evolución por selección natural es un hecho comprobado, que Bolsonaro es homofóbico, que Trump es xenófobo y/o que no hay tal cosa como el cambio climático, etc., no tanto porque lo haya constatado de alguna manera, sino porque lo ha leído en algún diario o la escuchado de algún experto.

Adler, J., , 2017. Epistemological Problems of Testimony.

Fricker, M., , 2008. Epistemic Injustice: Power and the Ethics of Knowing.

Goldman, A., , 2008. Why Social Epistemology is Real Epistemology.

Moreno Ortiz, J. C., 2008. Crisis y evolución actual de la epistemología.

Páez, A., 2014. La prueba testimonial y la epistemología del testimonio.

Setup, M., 2018. Epistemology.

Vásquez Bragado, A., 2010. Ciencia cristiana frente a ciencia moderna en la España de la segunda mitad del Siglo XIX.

Wood, J., 1998. Epistemology: Becoming Intellectually Virtuous.

Pero, ¿en qué medida lo que escuchamos o leemos es epistémicamente relevante? ¿Qué garantías ofrece el testimonio para nuestros estados epistémicos o doxásticos? ¿Es pertinente remitirse al testimonio como parte de una estrategia de justificación interpersonal (social) de creencias?

Preguntas como éstas son las que conciernen a la epistemología testimonial. En la actualidad dos son fundamentalmente las aproximaciones desde las que se trata de abordar estas cuestiones: la reduccionista (Hume, ‘An Enquiry Concerning Human Understanding') y la antirreduccionista (Reid, ‘Inquiry into the Human Mind on the Principles of Common Sense').

La epistemología testimonial reduccionista se fundamenta en la idea de que la aceptación de argumentos testimoniales depende fundamentalmente de: la veracidad del testimonio y la conformidad con los hechos (Adler, 2017). La evidencia testimonial, por tanto, ‘se reduce a una simple inducción por enumeración hecha a partir de la observación directa de la conjunción constante del testimonio con los hechos reportados' (Páez, 2014).

Para la aproximación antirreduccionista, en cambio, el testimonio es indisociable de la naturaleza humana: el ser humano tiende a creer en los demás y a decir la verdad.

Es problemático sostener que los humanos somos puramente reduccionistas o puramente antirreducionistas. Hay contextos en los que actuamos de una manera y contextos en los que actuamos de otra, lo cual no supone que seamos inconsistentes ni mucho menos. Sería desafortunado, por ejemplo, que el juez actúe epistémicamente de manera antirreduccionista ante el testimonio de un testigo o, incluso, de un experto. Es igualmente difícil, para no decir improbable, que las actitudes epistémicas de un niño de dos años con relación al testimonio sean reduccionistas.

‘Con frecuencia decimos saber que algo es cierto o falso basándonos en los testimonios de las demás personas; así, más de uno podría afirmar que la evolución por selección natural es un hecho comprobado, que Bolsonaro es homofóbico, que Trump es xenófobo y/o que no hay tal cosa como el cambio climático'.

La epistemología testimonial reduccionista se enfrenta al problema práctico siguiente: para cada testimonio, aceptar su veracidad requeriría determinar la conformidad de dicho testimonio con los hechos, lo cual -aunque posible en algunas circunstancias- parece no serlo en todas, en cuyos casos tendríamos que ‘suspender el juicio', total o parcialmente; como cuando escuchamos decir o leemos: ‘El mundo no tiene existencia absoluta, fue creado por Dios y es finito en el tiempo: ha tenido un principio y tendrá un fin' (Vásquez Bragado, 2010).

La epistemología testimonial no reduccionista se enfrenta al problema de que al depender de la propensión a decir la verdad y a confiar en los demás nos pone en una situación de inocencia o ingenuidad epistémica, similar a la del niño, en la que podríamos ser epistémicamente timados. Desde esta perspectiva, tendríamos que aceptar (posiblemente como parte del núcleo duro de una determinada teoría) que ‘el mundo no tiene existencia absoluta, fue creado por Dios y es finito en el tiempo: ha tenido un principio y tendrá un fin', dado que alguien ha afirmado sinceramente tal cosa y -presuntamente- no tiene la intención de engañarnos.

‘Es problemático sostener que los humanos somos puramente reduccionistas o puramente antirreducionistas. Hay contextos en los que actuamos de una manera y contextos en los que actuamos de otra, lo cual no supone que seamos inconsistentes ni mucho menos'.

Si tuviese que decidir entre el relativo escepticismo que entraña el reduccionismo y la ingenuidad que implica el antirreduccionismo, preferiría definitivamente lo primero. Dicho reduccionismo, sin embargo, no debe derivar en postura de injusticia epistémica alguna (Fricker, 2008).

En ese sentido, para superar las limitantes que entrañan ambos enfoques, es necesaria la puesta en práctica de ciertas virtudes epistémicas, que garanticen no sólo la viabilidad del conocimiento testimonial, sino que nos inmunicen contra la injusticia epistémica. Entre ellas podemos destacar (Wood, 1998): la circunspección, la creatividad, la curiosidad de investigación, el discernimiento, la honestidad intelectual, la objetividad, el apego a la verdad y la justificación intelectual, entre otras. De este modo podemos neutralizar vicios epistémicos como: la mente cerrada, la deshonestidad intelectual, el dogmatismo, la arrogancia, la ceguera epistémica o la credulidad, entre otros.

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