Alberto McGeachy: el periodista panameño que promovió la paz del continente

Actualizado
  • 24/02/2019 01:00
Creado
  • 24/02/2019 01:00
En el día del 170 aniversario de fundación de ‘La Estrella de Panamá', rendimos homenaje a un periodista excepcional, dedicó más de 40 años a esta profesión y que sin duda elevó la calidad del periodismo panameño

Años antes que Guillermo Sánchez Borbón y Roberto Eisenman, ya el panameño Alberto V. McGeachy había sido distinguido con el más importante reconocimiento al periodismo del hemisferio, el premio María Moors Cabot.

En una ceremonia realizada en la Universidad de Columbia (Nueva York) en el año 1944, el entonces editor de The Star and Herald recibió la medalla de oro y pergamino que exaltaba la labor editorial y periodística realizada por él desde el pequeño istmo centroamericano. Todavía no terminaba la II Guerra Mundial y no se fundaba la organización de las Naciones Unidas.

El jurado elegido por el centro de enseñanza de periodismo más importante de Estados Unidos reconocía los magníficos editoriales que día a día publicaba el periódico panameño, con un tiraje de no más de 5 mil ejemplares, en los que se hacía un continuo llamado al fortalecimiento de la democracia, las libertades individuales y el respeto y amistad entre los pueblos.

‘No hay puente sobre el canal, pero este está cruzado por las amistad del pueblo panameño. Uno de los constructores de esa amistad es The Star and Herald , fundado en 1849', expresó el presidente de la Universidad de Columbia, el filósofo, educador y premio nobel, doctor Nichols Murray Butler, ante un selecto público, al momento de hacer entrega del premio.

‘El Señor Alberto V. McGeachy, editor de The Star and Herald en la ciudad de Panamá, es un destacado intérprete y defensor del panamericanismo en ese estratégico cruce de caminos del nuevo Mundo', prosiguió.

El premio María Moors Cabot se había creado tan solo seis años antes, por Godfrey Lowell Cabot, como homenaje a su esposa fallecida en 1934, con el objetivo de incentivar las contribuciones importantes a la libertad de prensa y al entendimiento intermaericano.

LABOR DE MCGEACHY

Como periodista y corresponsal de la Associated Press en Panamá, McGeachy había reportado los sucesos ocurridos en las cruentas dictaduras de América Latina, los horrores de la guerra, y el peligro que representaban los regímenes facistas de Hitler, Musolini y Franco.

Panamá gozaba de relativa libertad de expresión, y como editor del The Star and Herald , el periódico en lengua inglesa más antiguo de la costa oeste del continente americano, Alberto V. McGeachy asumió para sí una misión de amplio alcance, teniendo en cuenta que —aunque con un pequeño tiraje—, el diario tenía un público significativo: la comunidad de habla inglesa de la Zona del Canal, los altos mandos del ejército norteamericano y los diplomáticos y viajeros que pasaban por el país.

Era, según McGeachy, ‘un concentrado público cosmopolita en un lugar en que se cruzaban los latinoamericanos con los norteamericanos, los europeos e indígenas'.

McGeachy concibió su trabajo como el de un intérprete, que debía traducir los puntos de vista de la América del Norte a la América del Sur, y los puntos de vista de los latinoamericanos a sus lectores de habla inglesa. Y a ello se dedicó con empeño y enteraza.

Tenía cualidades excepcionales para hacerlo.

NACIMIENTO Y FAMILIA

Alberto Victor MGceachy, nació en 1890 de padres escoceses e irlandeses. Tenía los genes y la apariencia de un auténtico anglosajón y para los norteamericanos que lo trataban resultaba curioso reconocer en él, detrás de esa apariencia, el acento y gesticulaciones que consideraban tan latinoamericanas, llenas de pasión y gestos dramáticos.

Entró a trabajar como periodista por casualidad, después de lo que él consideraba una ‘alocada juventud' en La Boca, durante los días de la construcción del Canal. Un amigo le animó a aplicar a un trabajo en The Star and Herald , que necesitaba un corrector de cables que hablara inglés. Así fue como comenzó su carrera formal como periodista.

En aquellos primeros años, las noticias cablegráficas venían abreviadas, lo que requería un vasto conocimiento del redactor para rescribir una información completa. Mac, como era llamado por sus compañeros, se convirtió en uno de los mejores redactores de noticias en el país.

Su trabajo le llenaba tanto que cuando sus padres y hermanos se trasladaron a California, él prefirió mantenerse en el istmo. Se casó con la panameña Isabel Estrada y estableció aquí su familia.

Pocos años más tarde dominaba la profesión y se convertía en editor del diario. No solo era su destreza como redactor sino sus profundos conocimientos del mundo y de la historia del país. Pasaba horas en los archivos del periódico, por lo que llegó a conocer los más mínimos detalles de la colorida historia y de sus más notables coberturas.

En momentos en que no existían más facilidades que la memoria y la organización para ubicar textos de referencia, él recordaba los sucesos y las fechas perfectamente, y no solo las utilizaba personalmente sino que guiaba a otros periodistas a encontrar los antecedentes que necesitaban en las amarillantes páginas de los archivos.

Como persona profundamente humana y respetuosa con sus semejantes, durante los 40 años en que se desempeñó como editor de The Star and Herald tuvo una gran influencia no solo sobre sus lectores sino en el gran número de periodistas que entraban a trabajar no solo este diario si no en el hermano La Estrella de Panamá cuyas oficinas en el Casco Viejo de la Ciudad de Panamá compartían.

Para los investigadores que llegaban al país, resultaba una excelente fuente de información, siempre dispuesta a ayudar.

PENSAMIENTO

A través de sus editoriales, plasmaba día tras día su pensamiento sobre los acontecimientos mundiales, elogiaba las acciones altruistas, hacía críticas, explicaba los hechos, y hasta hacía sugerencias que parecían de avanzada para la época.

Ante su público de lengua inglesa presentaba con cuidado las aspiraciones del pueblo panameño, especialmente su deseo de tener una participación digna en el manejo del Canal, una justa retribución en los ingresos generados y un reconocimiento a su soberanía.

Cuando no se había fundado las Naciones Unidas ni se había aprobado la carta de derechos humanos, McGeachy se esmeró porque el diario fuera un defensor a ultranza de la democracia, y especialmente de la libertad de expresión como base de todos los derechos del hombre.

Consideraba que la democracia solo podía mantenerse sobre una completa libertad de expresión y de prensa, libre de las represalias o la violenta supresión, y capaz de discutir problemas, señalar errores, desafiar abusos y denunciar prácticas antidemocráticas.

‘Solo una prensa libre, que merezca serlo por honrada y digna, puede cumplir esta misión', dijo en su discurso de aceptación del premio Moors Cabot en Estados Unidos.

‘Si la democracia ha de continuar como el ideal del mundo americano, la libertad de prensa debe estar rodeada de toda clase de protecciones. En la medida en que la prensa retenga su libertad los otros derechos serán conseguidos', prosiguió.

MUERTE

McGeachy se retiró en 1956 y vivió sus últimos años en Margarita, en la Zona del Canal, en casa de su hija, pero nunca se desligó del diario The Star and Herald , cuyas oficinas continuó visitando para consultar los archivos.

Murió en noviembre de 1968, a los 78 años de edad, por complicaciones surgidas tras reventarsele la arteria aorta.

Los que lo conocieron, no cesaron de hablar de él durante décadas. Hasta recientemente, el escritor panameño Ernesto Endara, ganador en 12 ocasiones del Premio Miró, ha contado en varias ocasiones la influencia que ejerció sobre él y cómo bajo su amparo escribió su primer cuento.

Endara lo describe como un panameño-irlandés ‘alto, enérgico, periodista, fumador, buceador de Enciclopedias (la Británica era su noria favorita), comedor de arroz con leche'. Y asegura que para él, lo más importante en su vida era el Star & Herald .

Otros resaltaron su voz atronadora, que llenaba de terror a los compañeros de trabajo, sobre todo sus subalternos. Pero también, su amor al prójimo.

Le sobrevivieron su esposa Isabel Estrada, su hijo Guillermo McGeachy , sus hijas, Hilda Coleman y Esther Smith y 9 nietos.

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