El periodismo en la era digital

Actualizado
  • 19/04/2019 02:00
Creado
  • 19/04/2019 02:00
Dejar de depender del financiamiento del gobierno y las publicitarias forma parte de las reestructuraciones que han adoptado medios europeos y norteamericanos para reforzar su credibilidad y ofrecer un mejor contenido a sus lectores

La enfermedad del periodismo es la falta de credibilidad. Su esquema financiero, por lo general, contribuye a profundizar esta situación. Esto, en razón de las fuentes de financiamiento, empresarial, gubernamental u otros que vinculan a los medios y puede restarles credibilidad frente al lector. Antes, al menos hace más de 10 años, el pensamiento de que los medios requerían este financiamiento para sobrevivir, bajo la premisa de que la plata los sostiene frente a la competencia, quedó obsoleta en países desarrollados.

El caso de Le Monde , el ícono francés, pasó por una transformación cuando la crisis lo apremió y lo obligó a buscar alternativas creativas.

El medio reflexionó que la crisis de credibilidad por la que pasaba dependía directamente de que el lector los vinculaba a las fuentes de financiamiento. Esto obligó a repensar la forma en que se hace periodismo, pero no solo eso, sino a la manera de obtener el salario y el funcionamiento del diario.

La idea de obtener dinero a través de otras vías consistió en masificar la cantidad de suscriptores. No obstante, al analizar el contenido de su medio, los periodistas reconocieron que la mayor parte de sus noticias eran prácticamente desechables.

Para conservar a los suscriptores, el diario reflexionó que debía ofrecer nuevos contenidos al lector. Ahí inició una drástica recapacitación sobre lo que los lectores estaban buscando como información y lo que se pactaba en las mesas de redacción, donde la mayor parte de las veces se excluía la mirada del lector.

La relación entre periodista y lector cambió así radicalmente. Antes se consideraba al lector como un cliente, aquel que paga su suscripción y lo lee, pero bajo la autonomía de las decisiones de las mesas de redacción. Una línea vertical que entregaba un producto al consumidor final sin ningún tipo de intervención.

El periódico pasó de muy pocos suscriptores a 150 mil asiduos lectores que quedaban enganchados por los abrebocas, que para completar la lectura, debían pagar para leerla. Un cambio cultural que tomó 10 años, pero la paciencia premió al diario con una independencia absoluta, liberándose de la dependencia de los anunciantes para dimensionar al lector en primer nivel.

Estas tendencias han tardado en implementarse en Latinoamérica, al menos en Panamá, debido al conformismo que existe en las gerencias de los diarios. La experiencia de Le Monde parece sintetizarse en una idea central: no hay que temer a las crisis, sino a la pasividad.

El hecho de que en Panamá la crisis no se ha acentuado como en Europa no significa que el Istmo quedará excluido de esta realidad.

Este tema, que se abordó durante el diplomado de investigación, organizado por el Centro Latinoamericano de Periodismo y el Instituto Republicano Internacional, dictado por el maestro colombiano Javier Darío Restrepo el 13 de abril pasado, recordó la frase del padre de la comunicación, Humberto Eco: ‘la prensa sobrevivirá si cambia sus contenidos'.

Con gran tino, el maestro del periodismo ético, Javier Darío Restrepo, cuestionó la autocrítica de los periodistas frente a este tipo de situaciones. ‘¿Qué le damos al lector?, ¿curiosidad o inteligencia?', se preguntó.

Para alcanzar el éxito con los suscriptores es necesario cambiar la relación con el lector. La temática a tratar con ellos se ciñe a aciertos, errores y propuestas sobre el contenido. El ser escuchado genera un vínculo, pero más aún si el diario ofrece una respuesta a la inquietud genera una confianza que a su vez se convierte en lealtad.

El estadounidense The New York Times experimentó una crisis que lo condujo posteriormente al mayor éxito de su historia, al alcanzar la mayor cantidad de suscriptores y ser una fuente de financiamiento para el diario. Reestructuró su financiamiento y apostó con éxito a las suscripciones impresas, que representan el 36.7% de su ingreso; la suscripción digital, que ocupa un 22.9%, dejando un 17% a la publicidad impresa y un 14% a la publicidad digital. El diario estadounidense culminó el 2018 con 4.3 millones de suscriptores (impresa y digital).

El periódico apostó a su recurso humano, a su lector y a la independencia.

En resumen, el maestro Restrepo enumeró tres grandes retos para la reestructuración y supervivencia de los medios tradicionales en la era digital. La primera es la defensa de la independencia para consolidar la credibilidad. Dicha independencia se ve amenazada por los esquemas de financiamiento. Es una de las primeras tareas que debe considerar el medio. El sistema de financiación refuerza o debilita la independencia de los medios, y la única aceptable en términos de independencia, es la que está basada en el suscriptor.

En cuanto a la calidad, el segundo desafío, el periodismo actual difícilmente sobrevivirá si no se cambian los contenidos. La sugerencia de los expertos es que el periódico se convierta en la crítica de la realidad cotidiana y virtual. Para ello, los contenidos deben ser relevantes, es decir, los que dejan en el lector la sensación de haber encontrado algo nuevo.

El renacer del periodismo, la tercera pieza de la reestructuración, consiste en reforzar la independencia, su credibilidad y la confianza con el lector. Esta receta puede demostrar que el periodismo sigue siendo imprescindible ante la consolidación de las redes sociales y la información inmediata.

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