Mi segunda oportunidad

De manera súbita e inesperada comencé a percibir que dicha salud, tan apreciada y valorada, poco a poco se deterioraba.

Todo marchaba de manera tan normal y cotidiana que hasta podría catalogarse como una convivencia feliz, tenía una relación muy estrecha con Dios, una hermosa familia, continuaba mi capacitación académica en pro de crecer intelectual y profesionalmente para desarrollar de manera más efectiva mi profesión, la docencia, y lo más importante y valioso, gozaba de una buena salud.

De manera súbita e inesperada comencé a percibir que dicha salud, tan apreciada y valorada, poco a poco se deterioraba. Como es propio de una situación como esta, acudí a un centro médico en busca de la opinión sabia e inteligente de un galeno, del cual esperaba, sin duda alguna, acertaría como aquel certero arquero en el centro de un blanco, con el diagnóstico de la patología que me estaba aquejando.

Posterior a minuciosos exámenes físicos y de laboratorio, llegó a un diagnóstico el cual provocó en mí el desasosiego y la incertidumbre, pues por primera vez en mi vida había escuchado el mismo: tienes Síndrome de Guillain-Barré. Asombrado por el diagnóstico, comencé a investigar sobre el mismo, solo para conocer y comprender la patología que me aquejaba y tratar de afrontarla de la manera más comprensible.

El Síndrome de Guillain-Barré es una patología poco frecuente en la cual el sistema inmunitario (representado por los glóbulos blancos) ataca por error las células nerviosas de nuestro cuerpo. Es una enfermedad tan poco común que hubiese resultado mucho más sencillo acertarle al premio mayor de la loto, pues tiene una incidencia de 1 en 150,000 personas.

La misma es considerada como una patología autoinmune, en la cual los glóbulos blancos atacan la cobertura de mielina que poseen las neuronas (desmielinización) evitando que las mismas realicen su función de una manera efectiva. Dicha patología es considerada como una polineuropatía, la cual, de no ser tratada de manera oportuna, puede producir la muerte.

Lo más desconcertante de padecer esta enfermedad es que en la actualidad se desconocen las razones reales que la originan, pero está asociada a infecciones, ya sea virales o bacterianas, o sencillamente a alguna vacuna aplicada en fechas anteriores.

Luego de casi cuatro semanas en diferentes secciones del hospital, fui dado de alta, solo para afrontar mi nueva realidad, debía agradecer mi segunda oportunidad, debía aprender nuevamente cosas tan sencillas como volver a caminar, a comer, a asearme o, sencillamente, a respirar para poder seguir vivo.

Con alegría, pues aunque mi salud se encontraba deteriorada, aún permanecía con vida, acudí con el respaldo incondicional y desinteresado de mi amada esposa a los especialistas que con sus conocimientos contribuirían a mi recuperación.

Mientras realizaba mi terapia física y charlaba con mi fisioterapeuta sentí una profunda alegría al saber que su formación académica la había desarrollado en la Universidad Especializada de las Américas (Udelas), institución en la cual orgullosamente comparto mis conocimientos como docente. Como por fortuna, casualidad o bueno, porque el destino así lo estableció, la fonoaudióloga que me ayudó a recuperarme de mi disfagia, la psicóloga que me enseñó a valorar el privilegio de la vida y la terapeuta respiratoria que me enseñó nuevamente a respirar eran estudiantes egresadas de la Udelas. Gracias a sus conocimientos adquiridos en esta institución la cual promueve la Excelencia Profesional con Sentido Social, mi recuperación y ‘mi segunda oportunidad' han sido todo un éxito.

DOCENTE UDELAS

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