Liberación o esclavitud: a propósito de la cuarta revolución industrial

Actualizado
  • 23/06/2019 02:00
Creado
  • 23/06/2019 02:00
A propósito de lo expuesto por el elocuente investigador y docente Dr. Luis Bonilla Molina, derivamos algunas reflexiones críticas desde el paraninfo universitario

El 12 de junio último, la vicerectoría de Extensión de la Universidad de Panamá, en el marco de los miércoles universitarios que suele organizar mensualmente, realizó una conferencia que hizo un llamado a la reflexión profunda y crítica sobre una problemática, que tal como la planteó el conferencista, está pasando frente a nosotros de manera cotidiana sin que nos percatemos de ello y con consecuencias inciertas para los países de la periferia del mundo. Nos referimos a lo dicho en la conferencia dada por el doctor Luis Bonilla Molina bajo el título ‘La cuarta revolución industrial. Nuevas carreras y trabajos del futuro'.

A propósito de lo expuesto por este elocuente investigador y docente, derivamos algunas reflexiones que exponemos a continuación.

La cuarta revolución industrial: ¿realidad remota o inmediata?

De acuerdo con lo que nos compartió el doctor Molina, es muy frecuente que se caiga en la tentación de pensar que la cuarta revolución industrial, es cosa del futuro, cuando las condiciones, el contexto existente da cuentas de que ya está en marcha. Esta visión, nos dice Bonilla, tiene que ver con el hecho de que tenemos una dificultad para ver la velocidad de los cambios.

En América Latina —nos decía Bonilla— ni siquiera nos hemos dado cuenta de que la tercera revolución industrial llegó, cuando usamos de manera cotidiana productos de ella, como el control remoto en nuestros televisores y las tecnologías digitales; ignorando que esto es resultado de los aportes de la física cuántica característicos de esta revolución.

Peor aún —argumentaba este intelectual con diversidad de ejemplos— en nuestros sistemas educativos no se han percatado de que la química y la biología que todavía se da en la mayoría de nuestras escuelas latinoamericanas pertenecen apenas a la segunda revolución industrial.

Ciertamente, la cuarta revolución industrial, que con mucha más fuerza que las anteriores está impactando en el mundo físico, biológico y cultural —gracias a la aplicación de tecnologías tales como la robótica, biotecnologías, Inteligencia artificial, Realidad virtual, los metadatos, entre otras— resulta perfectamente extraña y remota a los estados y pueblos latinoamericanos.

Esta ‘extrañeza' se expresa a través de lo que Bonilla definía como ‘quiebre intergeneracional', que en los sistemas escolares y en los propios hogares expresa la incomprensión de que unos, las generaciones más adultas, operan con esquemas de la segunda revolución y otros, con los de la tercera y cuarta.

Lo que no suele decirse de la cuarta revolución industrial

Para quienes acicatean la cuarta revolución industrial, casi todos concentrados en el Foro Económico Mundial, esta viene a resolver los grandes problemas no resueltos por las sociedades y economías hasta hoy.

En el ámbito ambiental, creen que las nuevas tecnologías energéticas pueden crear fuentes de bajo costo y sustentables para liberar al planeta de los combustibles fósiles originados en la primera revolución industrial.

En materia de salud, la asistencia en el diagnóstico de imágenes (por ejemplo, con algoritmos de clasificación basados en el ‘aprendizaje profundo') para tratamientos de cáncer y análisis de anomalías en tiempo real.

En realidad, la preocupación está en el aumento de la productividad de las empresas para aumentar sus dividendos, a costa de quien sea o lo que sea.

Esto aparentemente encuentra sentido en lo que nos compartía el Dr. Bonilla, respecto a que tales tecnologías llevarán a los 15 países más industrializados a perder unos siete millones de empleos en 2021; lo que plantea la reconversión de empleos, oficios y profesiones.

En el tema ambiental no se vislumbra una certeza tan favorable a su protección. Noam Chomsky comparte su preocupación por las luchas que están en marcha en gran parte del mundo, auspiciadas por las grandes empresas transnacionales y sus gobiernos agrupados en el Foro Económico Mundial, algunas de las cuales desencadenan una violencia extrema, como ocurre en el este del Congo, ‘donde ha habido millones de muertos en los últimos años a causa de querer asegurar el suministro de minerales para teléfonos móviles y otros usos, y por supuesto, con enormes beneficios' (Chomsky, 2016. ¿Quién domina el mundo? ).

En realidad —suscribiendo lo dicho por Sally Burch en: Inteligencia artificial: ¿la nueva dependencia? — como toda tecnología, la forma cómo esta se desarrolla responde a intereses muy concretos; y actualmente casi las únicas entidades con capacidad de realizar la inversión y manejar las cantidades de datos requeridas para optimizar estos sistemas, son empresas transnacionales: principalmente estadounidenses y chinas. De este modo, la periferia del primer mundo y ni hablar de nuestros países subdesarrollados estarán privadas de poder accesar a la producción de tales tecnologías.

La hegemonía que han logrado estas empresas —nos dice Sally Burch— se debe, por un lado, a la posición clave que ocupan al controlar las plataformas que conectan los diferentes actores, hecho que se presta a la conformación de monopolios.

En efecto, esto les permite acumular más datos, insumo principal de esta nueva economía digital. Así, cuando se trata de transferir servicios públicos o funciones críticas a sistemas de Inteligencia Artificial manejados por estas empresas, surge una contradicción entre la meta de máxima ganancia de la empresa y las exigencias del interés público.

Uno de los riesgos más evidentes es una eventual falla o hackeo en un sistema vital (como la red eléctrica) o de alto peligro (como los vehículos de automanejo), p osibilidad que aumenta si la empresa responsable trata de aumentar su ganancia al reducir el gasto en seguridad (Burch, 2017. Op cit.).

Lo social sobredeterminando lo tecnológico

Sin duda lo suscitado a raíz de lo expuesto en el miércoles universitario en referencia, deriva en debates que no se quedan en los aspectos científico-técnicos que rodean a la cuarta revolución industrial, sino miran el contexto social y cultural de los cambios que anuncian.

Parte necesaria del debate apunta a reconocer que tales cambios tienen su motor en una racionalidad económica social que busca la generación de ganancias pretendiendo sacar de las ecuaciones económicas al sujeto humano y dejarlo como parte de las ecuaciones en las que este no es actor participante sino que solo se ve sometido a los dictámenes de lo producido por los promotores de tal revolución, de allí que, como en las revoluciones anteriores, no se trata de beneficiar a todos los grupos en todas las sociedades.

Esto plantea un problema frecuentemente soslayado: ¿Es esta la clase de revolución industrial que necesitamos?

SOCIÓLOGO Y DOCENTE DE LA UP

‘...en nuestros sistemas educativos no se han percatado de que la química y la biología que todavía se da en la mayoría de nuestras escuelas latinoamericanas pertenecen apenas a la segunda revolución industrial'.

MISIÓN Y VISIÓN

Pensamiento Social (PESOC) está conformado por un grupo de profesionales de las Ciencias Sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.

Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

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