Un instituto que honra la memoria del doctor William C. Gorgas

Actualizado
  • 10/04/2020 00:00
Creado
  • 10/04/2020 00:00
La creación del Centro Conmemorativo Gorgas fue una propuesta del presidente Belisario Porras, como una forma de agradecer y rendir tributo a la memoria de un amigo

“El Gorgas logra descifrar el ADN del virus enemigo”; “Panamá produce medios de transporte viral para Covid-19”; “Investigadoras del Gorgas, heroínas que luchan contra el Covid-19”; “Panamá va un paso por delante en la respuesta al coronavirus”, reseñan algunos medios de comunicación en sus titulares.

Un instituto que honra la memoria del doctor William C. Gorgas

El general William C. Gorgas no habría podido sentirse más satisfecho. Cada logro del Instituto Conmemorativo Gorgas permite recordar la labor que hace un siglo acometiera este médico militar estadounidense en una de las intervenciones de salud pública más exitosas que recuerde la humanidad.

El galeno llegó a Panamá en 1905, cuando todavía no se terminaba de asentar la tierra sobre los centenares de tumbas de los empleados del canal francés, fallecidos a causa de la malaria, la fiebre amarilla y otras de las enfermedades tropicales que azotaban al istmo. Su misión era crear las condiciones de salud necesarias para hacer posible la construcción del Canal de Panamá.

“Su genio contribuyó a transformar a Panamá, de un país cargado de fiebres, al paraíso en el cual vivimos”, diría, en el año 1923, el presidente Belisario Porras, quien había sido su amigo durante los años que vivió en el istmo y admiraba su tenacidad y dedicación al bien común.

“Gorgas destruyó las moradas de la muerte, nos proporcionó agua para beber, purificó el aire de nuestros exuberantes bosques tropicales y de nuestras ciudades coloniales. En una palabra, Gorgas redimió los trópicos”, continuó Porras en el mismo discurso. (Ver artículo 'Colocación de la primera y única piedra para el edificio del Instituto Conmemorativo Gorgas' en www.alonso-roy.com)

Cuando Gorgas falleció inesperadamente en el año 1920, el Presidente panameño no imaginó mejor forma de honrarlo que a través de un instituto conmemorativo dedicado a continuar su labor: un centro de investigación abierto a científicos de toda la América, quienes compartirían conocimientos y esfuerzos y lucharían juntos por combatir enfermedades como la malaria, la fiebre amarilla, el dengue y el cólera.

Panamá se comprometería a levantar un edificio y daría todos los beneficios para el establecimiento del laboratorio, pero el dinero para ponerlo a andar tendría que venir de otras fuentes.

Panamá, sitio ideal

Panamá era el sitio ideal para un centro de investigaciones como el que concebía el tres veces Presidente.

“Gorgas casi que nos pertenece”, diría Porras en el mismo discurso citado. Si bien el médico había nacido en Alabama, Estados Unidos, y había contribuido al saneamiento de Cuba, Ecuador y algunos sitios de África, se había dado a conocer principalmente por el trabajo realizado en el istmo.

También era el momento adecuado para un instituto de este tipo. Los logros de Gorgas habían despertado el interés en el mundo desarrollado sobre las posibilidades que ofrecían los trópicos, anteriormente considerados “inhóspitos para el hombre blanco”.

Era común la idea de que, en el futuro, la población de las zonas templadas aumentaría y tendría que buscar su hábitat en las tierras tropicales.

Aunque en la época existían varias escuelas de medicina interesadas en el estudio de las enfermedades tropicales (Harvard, John Hopkins y la Universidad de California, entre otras), estas dependían de estudios realizados a miles de kilómetros de distancia.

Promoción de un proyecto

El encargado de asuntos comerciales de la Embajada de Panamá en Washington, Joseph E. Lefevre, asumió la tarea de promover la iniciativa panameña en el mundo político y académico estadounidense.

Moviéndose hábilmente, logró potenciar la buena fama y cariño que se le tenía a Gorgas, sobre todo entre quienes habían servido bajo su mando como médicos en la Primera Guerra Mundial, y que ahora ocupaban posiciones destacadas.

Uno de los que más interés mostró fue Admiral Braisted, presidente de la Asociación Médica Americana, y antiguo compañero de Gorgas del ejército. Braisted ayudó a promover el proyecto y logró agrupar una serie de destacados científicos y políticos: el doctor Franklin Martin, el doctor William Mayo, George M. Reynolds, Edward Sitt.

También mostraron interés el London School of Tropical Medicine, la Asociación Médica Americana, el John Hopkins, la Fundación Rockefeller, The Liverpool School of Tropical Medicine y la Universidad de California. Los gobiernos de América Latina, especialmente el de Argentina, también se manifestaron a favor.

Un logro importante del movimiento coordinado por Lefevre fue convencer al mismo presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, de aceptar la posición de presidente honorario de la junta directiva del Instituto.

“Este establecimiento representa no solamente una oportunidad para la cooperación entre las naciones americanas en un esfuerzo por perpetuar el gran trabajo del general Gorgas para los trópicos, sino que constituye parte de un movimiento mundial para llevar a los países de climas tropicales a su máximo nivel de productividad y servicio a la humanidad”, dijo Coolidge en su carta de aceptación, publicada en innumerables diarios estadounidenses (octubre de 1925).

Hasta 1969, los sucesivos presidentes de Estados Unidos continuaron siendo “presidentes honorarios” del Instituto Gorgas.

En 1921 el Instituto Connmemorativo Gorgas de Medicina Tropical y Preventiva se incorporó bajo las leyes de Delaware y se registró en Panamá como una organización sin fines de lucro.

El estatuto definió que se administraría desde Washington por una junta de 47 directores – oficiales de los gobiernos de Estados Unidos y Panamá, representantes de agencias nacionales e internacionales, además de científicos y profesionales de América Latina y Estados Unidos.

Primera piedra

Mientras tanto, en Panamá, Porras se movilizaba para hacer realidad su promesa. Adquirió un terreno cerca del mar en el barrio Bella Vista, y solicitó el diseño de un edificio clásico (de entre $500,000 y $750,000) que albergaría los laboratorios y facilidades para maestros y estudiantes de varios países.

El 18 de abril de 1923 se realizó la ceremonia de colocación de la primera piedra.

Ahora llegaba el paso más difícil: las recaudaciones.

El Gobierno de Panamá contrató a una compañía estadounidense para que iniciara una vigorosa campaña de recolección de fondos, con la que esperaba reunir entre $3 millones y $5 millones, pero esta no tuvo mucho éxito. La primera piedra quedó solitaria y abandonada a su suerte esperando mejores tiempos, señala el doctor Alonso Roy en el artículo citado.

Después de creado

La suerte del instituto cambiaría en 1928 gracias a la intervención de un viejo amigo de Panamá, el representante Maurice Thatcher, quien había sido gobernador de la Zona del Canal entre los años 1909 y 1913.

Usando todos sus contactos, programó una audiencia en el Congreso de Estados Unidos y solicitó la intervención de numerosas personalidades que argumentaron a favor del proyecto. El 11 de abril de 1928 se aprobó la Ley 8128 que aseguraba un subsidio anual de $50 mil anuales para el Instituto Gorgas. Posteriormente se modificó la ley y se puso un límite de $2 millones anuales.

Empieza labores el laboratorio

Con los fondos asegurados, le tocaba a Panamá completar el edificio, pero había un problema. Las arcas nacionales estaban vacías. El presidente Rodolfo Chiari decidió “prestar” por tres años (todavía opera allí) un hermoso edifico de estilo clásico ubicado en la avenida Perú, entre los hospitales Panamá y Santo Tomás, destinado a la Escuela de Medicina de Panamá. (Ver artículo del Dr. Roy)

Allí empezaría su labor en Panamá el Laboratorio Conmemorativo Gorgas, la rama investigadora del Instituto Conmemorativo Gorgas.

En 1929 se creó la biblioteca científica del instituto, en la cual todavía reposan las publicaciones originales de todos los prestigiosos investigadores del instituto.

En los años siguientes, el centro se daría a conocer por la calidad y relevancia de sus investigaciones, vitales para el cuidado de la salud de los habitantes de Panamá, Centroamérica y otros países, convirtiéndose en una de las pocas instituciones de estudio de las enfermedades tropicales del mundo, ubicada en un país tropical.

Traspaso a Panamá

Al concretarse los tratados del Canal e iniciarse el proceso de cierre de la Zona del Canal, el Gobierno de Estados Unidos fue perdiendo interés por seguir aportando fondos al instituto. En 1990 se recibió la última partida. El Instituto Conmemorativo fue trasladado a la Universidad de Alabama y se cedieron a Panamá los bienes que quedaran en el istmo. El gobierno del presidente Guillermo Endara designó al Ministerio de Salud para que los administrara.

En 1994 el laboratorio fue renombrado Centro Conmemorativo Gorgas de Investigación e Información del Minsa. En 1997, Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud del Minsa.

Actualmente, el centro trabaja con los mejores estándares, en pos de su misión de mejorar la salud de los habitantes de Panamá y Centroamérica.

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