La Policía Nacional aprehendió al alcalde electo de Pocrí por presunto peculado, tras una investigación relacionada con proyectos no ejecutados del Conades...
- 23/05/2020 00:00
Mijail Gorbachov, más aborrecido que querido en su país, es un estadista extraordinario. Su formación política democrática le permitió desmantelar un sistema totalitario, el soviético, sin recurrir a la violencia. Se limitó a auspiciar un proceso en el que todas las articulaciones de un régimen fueron muriendo con la resignación que produce toda muerte por consunción. Él previó el agotamiento del establecimiento político y se dio un programa condensado en la Perestroika que asombró al mundo por sus propósitos inesperados.

En reciente entrevista publicada en La Prensa, Gorbachov ofrece algunos destellos de su genio político que explican el porqué del éxito de sus esfuerzos.
El entrevistador le dice a Gorbachov: “Usted supo conquistar el poder de un gran imperio, pero para no usarlo” y el gobernante soviético ofreció una respuesta propia de la esencia de la democracia. “Eso es exactamente lo que quise hacer, dijo. Conseguir el poder para devolvérselo a la gente, a la sociedad civil y por eso intenté acabar con el imperio de un partido totalitario que controlaba absolutamente todo”.
El objetivo político de Gorbachov de “conseguir el poder para devolverlo a la gente” es un fin consecuente con el origen de la democracia. La democracia es delegación, es representatividad.
El hilo histórico y doctrinal del sistema tiene a la gente, al pueblo, como protagonista soberano. En la democracia el pueblo delega sus poderes para que una estructura política gobierne, legisle y haga justicia. Esos poderes no los enajena el pueblo a una clase política, los transfiere provisionalmente por períodos determinados, al tenor de normas preestablecidas.
Aquel poder férreo del Partido Comunista nunca fue devuelto al pueblo en la forma que estatuye la democracia, nunca se le consultó libremente su opinión sobre el continuismo o la sucesión; el sistema por ello se agotó. Se hizo deficiente, incluso obsoleto e impopular, y se apartó del primer deber de todo gobierno: tener lazos estrechos de comunicación y consulta con el pueblo.
¿Por qué el poder en la Unión Soviética se apartó de las gentes, de lo que debe ser su única fuente? En los siguientes términos lo indica Gorbachov: “Porque los gobiernos están demasiado cerca de los negocios y demasiado lejos de la gente que los vota”. Gobernar para hacer negocios o gobernar para resolver los conflictos o necesidades de la gente que vota, he allí la pregunta inicial que se dio Gorbachov para dar el golpe de timón en la vida política de Rusia.
La falla de la democracia es que carece de mecanismos idóneos para frenar a los gobiernos que se dedican a hacer negocios. Sobre todo en el sistema presidencial. En el sistema parlamentario existe el recurso del voto de confianza o el de disolución de las cámaras. En Venezuela existe el polémico referéndum revocatorio, que consiste en llamar a consulta al pueblo para que decida si da por terminado o no el período presidencial establecido, atendiendo, desde luego, los requisitos legales correspondientes. Luego de muchísimas dificultades se ha fijado el 15 de agosto para la verificación del referendo, tan solo que la oposición no desea el recuento electrónico, como el utilizado en Panamá, por no inspirar la confianza que podría generar el recuento manual. Sería interesante conocer las razones que esgrime la oposición venezolana para rechazar el recuento automático.
En otro orden de temas, Gorbachov posee, ante los problemas críticos del mundo, una visión lúcida, realista y de principios. Es un estadista con recetas saludables. ¿Cuál es la solución para Irak? Su respuesta es rápida, sobria y sabia, en la que incluye todos los extremos del conflicto: “Devolución de la soberanía a Irak, salida de las tropas de ocupación occidentales y su sustitución por tropas pacificadoras de países árabes bajo mandato de la ONU, y a partir de allí, trabajar juntos por la reconstrucción del país. Y permitir, en fin, que los iraquíes administren toda la enorme riqueza de su petróleo”. En otras palabras, hacer en Irak lo que él hizo en Rusia, devolver el poder a su gente. Paradójicamente en Rusia la fuerza totalitaria estaba representada por el Partido Comunista y en Irak la representan los ejércitos de Estados Unidos y de Gran Bretaña, otrora los mártires de Normandía, sitio en que se expidió simbólicamente la fe de bautismo de la liberación europea y el certificado de defunción del totalitarismo nazi.
Lamentablemente la ONU ha preferido continuar con una fórmula híbrida: que el gobierno provisional designado por Estados Unidos asuma responsabilidades civiles propias de todo gobierno, pero que continúen los ejércitos de ocupación. Tendrá que haber entre el gobierno títere y los ejércitos foráneos una armónica colaboración al estilo del artículo segundo original de la Constitución panameña de 1972. Aquel engendro octubrino mandaba a los tres órganos del Estado a actuar en armónica colaboración con la Fuerza Pública, en realidad el poder decisorio de aquella época, hoy, clonado aquel engendro, con los mismos vicios, en perjuicio del atormentado Irak.
Devolver el poder a la gente, he allí el oficio indeclinable de toda gestión democrática. Es la lección perdurable de Gorbachov.
Publicado originalmente el 12 junio de 2004.

Viuda: Sydia Candanedo de Zúñiga