Vivienda y resiliencia, una relación de interdependencia

Actualizado
  • 07/11/2020 00:00
Creado
  • 07/11/2020 00:00
Enfocarse en la resiliencia permite encarar la reducción del riesgo de desastres desde lo positivo. Nos concentramos en la relación entre el costo y la formalidad de la vivienda con sus características de vulnerabilidad ante inundaciones en el este de la ciudad de Panamá
Cuencas del área metropolitana este, elaborado por el autor con datos geoespaciales de MiAmbiente y Stamen Design. 2020

En días recientes, el Departamento de Planeamiento de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Panamá organizó el seminario virtual 'El camino hacia una vivienda digna e inclusiva en las ciudades, en época de pandemia' y me invitaron a presentar una conferencia sobre vivienda y resiliencia, en conjunto con mi estimada colega Carla López. Nos concentramos en la relación entre el costo y la formalidad de la vivienda con sus características de vulnerabilidad ante inundaciones en el este de la ciudad de Panamá.

Los conceptos de riesgo y resiliencia son complementarios y opuestos. Mientras más resiliente es un objeto, persona o conjunto, mejor resistirá impactos y tensiones que reciba por distintas causas. Enfocarse en la resiliencia permite encarar la reducción del riesgo de desastres desde lo positivo.

Normalmente los eventos de alta intensidad ocurren con menos frecuencia, por ejemplo, el terremoto de gran magnitud que azotó el pasado 30 de octubre a Grecia, Turquía y Bulgaria. Los eventos muy intensos sobre áreas urbanas son menos frecuentes. En cambio, para cada estación lluviosa de fin de año se esperan varias inundaciones en el este de Panamá, que, aunque sus daños no son cuantiosos ni se generan muchas fatalidades o heridos, acumulan grandes pérdidas a lo largo de los años, aunque no se lleve un registro adecuado y por lo tanto no se logre atender sistemáticamente.

Imagen comparativa del Humedal Bahía de Panamá 1965, fotografía aérea del Instituto Geográfico Nacional 'Tommy' Guardia, con fotografía satelital de Google Earth en 2020 y límites de cuencas.

Para entender el riesgo y poder reducirlo, se debe descomponer en partes. Al hablar de 'desastres naturales' se pone toda la culpa en la naturaleza, sobre la que no tenemos control y se omite la dinámica social que nos expone. Si ocurre un fenómeno natural, como una erupción volcánica, en un lugar donde no vive nadie, no ocurre un desastre. Por eso se separa la amenaza, que es de origen natural en este caso, de la exposición y vulnerabilidad que dependen de la sociedad. La exposición consiste en estar dentro del ámbito de acción de esos fenómenos naturales y la vulnerabilidad es la susceptibilidad para sufrir daños por estos. Es decir, una casa con estructura de concreto reforzado es menos vulnerable que una construida de bloques de concreto sin reforzar.

Hay distintos tipos de amenazas: naturales, hechas por el hombre, biológicas, químicas o complejas. Las amenazas naturales se desencadenan tras fenómenos que pueden ser meteorológicos, como lluvias o vientos fuertes; hidrológicos, como las sequías o inundaciones costeras; o geodinámicas como los terremotos, erupciones volcánicas o deslizamiento por remoción en masa. Amenazas complejas o concatenadas son, por ejemplo, cuando ocurren incendios o tsunamis tras terremotos; o cuando se propagan enfermedades infecciosas tras las inundaciones. El terremoto de Tohoku, en el que se concatenó un tsunami y luego el derretimiento de un reactor nuclear en Fukushima, son un ejemplo de concatenación.

Vivienda y resiliencia, una relación de interdependencia
¿Qué sucede en Panamá?

En Panamá, la rápida urbanización y el crecimiento desordenado se presentan con frecuencia como amplificadores del riesgo de desastres. En 1944 la ciudad tenía 105 mil habitantes en 1,000 hectáreas, y en 2014 alcanzaba los 2 millones de habitantes en 3,100 hectáreas. En 56 años la población de la metrópoli capitalina se multiplicó por un factor de 19 y la superficie de su huella urbana, por 31.

La división funcional del paisaje en cuencas no se corresponde con la división política administrativa, lo que dificulta la gestión de cuencas. Ya que los instrumentos de ordenamiento en Panamá tienden a circunscribirse a límites hechos por el hombre y no naturales.

En una de las imágenes presentadas se observa la urbanización progresiva desde 1965 a 2019 en las cuencas de los ríos Abajo, Matías Hernández, Juan Díaz, Tapia y Tocumen. Salta a la vista la importante pérdida de cientos de hectáreas de bosques de manglar del humedal bahía de Panamá donde hoy hay nuevas urbanizaciones y una planta de tratamiento de aguas servidas.

Por otra parte, el proceso de ocupación por asentamientos informales que progresivamente ocupan más espacio y luego se comienzan a consolidar, obteniendo servicios básicos como suministro de energía eléctrica, acueducto, saneamiento y comunicaciones se repite por gran parte del área metropolitana. Estudios recientes de Espino y Gordón informan que el 40% de la vivienda en el área metropolitana se origina de esta manera.

Resulta interesante considerar cómo las características que se consideran para analizar el valor de una estructura también tienen incidencia sobre su resiliencia o vulnerabilidad ante inundaciones. Algunas de las características a considerar para estos propósitos tienen que ver con el entorno en el que se construye la vivienda, es decir: i) si la condición de su desarrollo es formal o informal, o si siendo informal se ha consolidado obteniendo servicios básicos; ii) si su calle tiene drenajes soterrados, cunetas abiertas o no los tiene; y iii) si comparte pared con uno o dos vecinos, lo que evita que esté expuesta a la entrada del agua por todos sus lados.

Una de las situaciones usuales en los asentamientos informales, que agudiza la vulnerabilidad ante inundaciones, es la ausencia de cunetas a la orilla de las calles. Cuando las calles se construyen después de las casas, en algunos casos quedan más arriba del nivel del piso y esto las hace muy sujetas a inundarse.

Otros atributos que condicionan la resiliencia de las viviendas son intrínsecos a ellas y tienen que ver con los materiales de construcción de las paredes, techos, el tipo de estructura y el número de pisos. En las viviendas con pisos altos o con gran superficie, hay menos susceptibilidad de perder enseres al considerar que algunos estarán fuera del alcance de las aguas.

Desde el tratado de Marco Vitrubio sobre Arquitectura en el año 15 a.C. se reconocen como cualidades de la arquitectura la utilidad (utilitas), la belleza (venustas) y la firmeza (firmitas). No puede una vivienda considerarse útil y firme si no es resiliente y viceversa.

Para el decisor de políticas públicas, el objetivo es buscar un equilibrio entre lo deseable y lo factible al establecer criterios mínimos en las normas de construcción.

Este equilibrio es esquivo y a lo largo del tiempo distintas circunstancias lo pondrán a prueba. A veces las directrices tienen que decidirse entre modelos de 'poco para muchos o mucho para pocos'.

En períodos largos en los que no ocurran grandes calamidades, habrá presión de los gremios de construcción para flexibilizar la norma. Cuando ocurran tragedias, habrá presión desde la sociedad civil para establecer estándares más estrictos.

Todo esto es parte de los problemas no resueltos del desarrollo, y en nuestro país, no estamos exentos.

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