Fronteras y covid-19: una ecuación sin despejar

Actualizado
  • 08/11/2020 00:00
Creado
  • 08/11/2020 00:00
Más allá de la coyuntura, lo que está definiéndose es una probable reestructuración, más que del comercio mundial, de la economía global. El propio FMI ya habla abiertamente de la necesidad de un 'nuevo Bretton Woods'
Aunque las fronteras tienen asignada una función reguladora en el sistema de gobernanza global, no aparecen en el vocabulario mediático que se ha generado tras la pandemia

La covid-19, como cualquier evento global, ha desplegado una gramática propia, “trufada” de términos recurrentes: vacuna, mascarilla, distancia física, lock down, y cuando no los abordajes van algo más lejos, guerra comercial, crisis económica y malestar social.

Las fronteras, sin embargo, no han estado tan presentes en el vocabulario mediático. Suena ilógico, pues estas últimas no solo tienen asignada una función reguladora en el sistema de gobernanza global, sino que, precisamente por eso, son excelentes indicadores espaciales de la guerra comercial, de la crisis económica y del malestar social. De hecho, observándolas con atención, es posible distinguir coyuntura de estructura, lo cual es muy útil en este confuso momento histórico.

Un eslabón en la cadena

La pandemia debe ser interpretada, en este marco, como una gran coartada. No se trata de negar la mayor, sino de explicar cómo una realidad disruptiva como la actual puede estar sirviendo para difuminar, en las regiones limítrofes, una larvada tendencia global que, sin embargo, tiene raíces profundas: el rebordering o lo que es lo mismo, un ajuste en la relación de fuerza entre los Estados/nación y los “mercados globales”, precisamente, en unas áreas tan sensibles y estratégicas como las fronteras. La globalización, de hecho, se ha venido tejiendo en los últimos 30 años con base en el zurcido, cada vez más tupido, de unas cadenas globales de valor (CGV) de las que, dichos espacios, constituyen un eslabón clave.

Esas CGV son, en la práctica, responsables del abaratamiento que, en los últimos años, ha protagonizado la producción y la distribución de mercancías. Las fronteras, en un marco de descentralización global de la producción (que aprovecha el diferencial, entre países, en el precio de la mano de obra, en la cotización de la moneda o en la carga impositiva) gracias a sucesivas desregulaciones promovidas desde organismos como la OCDE, la UNCTAD o la OMC se han convertido en un elemento clave en la formación de los precios internacionales. En América Latina, esos corredores comerciales que interconectan fronteras tienen una peculiaridad estructural: exportan commodities (hidrocarburos, alimentos, minerales, etc.).

Control de las fronteras en la globalización económica

La pregunta entonces es, ¿de qué alteraciones concretas estamos hablando y por qué, si es que van más allá de la pandemia, pueden estar ocurriendo? La razón es sencilla: hay una enorme, aunque discreta lucha, en curso, por los pingües beneficios del comercio internacional. La llamada Guerra Comercial es solo una de sus manifestaciones. De hecho, al interior de los países (y más, si cabe, en América Latina) el conflicto confronta sutilmente a unos sectores sociales emergentes que se han beneficiado de la globalización, y a otros oligárquicos, más tradicionales, a los que esta última les está perjudicando (muchas de las extremas derechas que actualmente proliferan podrían representar, más o menos, al segundo grupo).

Para ambos sectores, el control de los Estados y, por ende, de políticas comerciales y fronteras, es clave. En realidad, más que detener la globalización de la economía, se trata de reorganizarla promoviendo unas exportaciones en detrimento de otras, tratando de recuperar las partes más lucrativas de los procesos de producción y por supuesto, quedándose para los Estados con los pellizcos fiscales mayores pues los niveles de déficit y endeudamiento son cada vez más insostenibles. Peor aún, después del nuevo coronavirus. En la práctica, todas esas dinámicas son las que, desde antes de la pandemia, han ido trasladando la presión hacia las zonas de frontera más florecientes y, por ende, también más estratégicas.

'Rebordering', una reestructuración del comercio mundial

Y en esas estábamos cuando apareció la covid-19. Su primer y más evidente impacto ha sido contribuir a resucitar las fronteras allí donde estas –como efecto de acuerdos comerciales o de integración– se habían difuminado, o donde se habían desarrollado interesantes experiencias para diplomacia local, más o menos al margen de los centros políticos. Segundo, y quizá de más importante –aunque invisible– impacto: el rebordering se ha naturalizado en el inconsciente colectivo como un recurso “lógico” frente a “amenazas” externas “graves”. En la práctica, esta última deriva es problemática puesto que se lleva por delante, tanto cualquier idea de cooperación, como la lógica en la que se basan las cadenas globales de valor (CGV).

Resultado: más que frenarse la globalización lo que se ha ralentizado es el ritmo, pero sobre todo la forma de intercambio comercial mundial. Ahora mismo, más allá de la coyuntura (efectos inmediatos de la pandemia, elecciones presidenciales en Estados Unidos, etc.) lo que está definiéndose es una probable reestructuración, más que del comercio mundial, de la economía global (el propio FMI ya habla abiertamente de la necesidad de un “nuevo Bretton Woods”).

Geopolítica, regiones de transición emergentes

En paralelo y coincidiendo con la pandemia, ya está habiendo consecuencias tangibles para las regiones de frontera: la digitalización, que es la más abarcadora de todas, se orienta a controlar en términos más panópticos los tránsitos de personas y mercancías. Esta es una dinámica que, además, no se limita a las regiones limítrofes más globalizadas: la segmentación de los espacios fronterizos es mucho mayor de lo que cabría deducir de sus aparentes denominadores comunes.

En América Latina también hay muchas fronteras que –como por ejemplo las centroamericanas– no están tan urbanizadas, aunque sí cada vez más controladas (incluso por el crimen organizado). Además, están aquellos lugares sensibles donde también se desarrollan prácticas fronterizas: puertos y aeropuertos, canales interoceánicos y aguas territoriales. Y, last but not least, lo último, pero no menos importante, estratégicas regiones de 'transición' que, en esta parte del mundo, podrían ser el área del Caribe, la Amazonia o el Atlántico sur.

En todos esos lugares, lo que sigue sin quedar claro –y más con la covid-19– es qué futuro cabe esperar cuando lo que parece avecinarse son reestructuraciones a gran escala en la creación/circulación global del valor, pero, sobre todo, de los actores habilitados para lucrar con las cadenas globales de valor (CGV).

El corolario, de no tomarse conciencia de la importancia estratégica de las fronteras, puede acabar siendo el típico para unos lugares tradicionalmente pensados desde la narrativa de los centros políticos como simples recursos funcionales de filtrado y experimentación social. Valdría la pena, sin embargo, innovar imaginándolas como activos geopolíticos con un gran potencial de articulación territorial, movilidad y desarrollo sostenible.

El autor es sociólogo. Profesor-investigador del Instituto Latinoamericano de Economía Sociedad e Política (ILAESP, UNILA, Brasil).
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