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- 26/11/2020 00:00
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Enrique Noel Mayta ha logrado combinar muy bien su pasión con su profesión: la cultura con el derecho. Es amante del arte, la literatura y el cine. Es un hombre que cree en la justicia y en los derechos humanos.
Ha combinado sus gustos y sus intereses y los ha incorporado a sus actividades cotidianas. Hoy es director de Ciudadanía y Derechos Culturales del Ministerio de Cultura (Micultura).
Tiene una filosofía del derecho muy particular: “la mejor ley no es necesariamente la que está escrita, sino la que está por escribirse, la que se debe mejorar, la que hace al hombre cada vez más libre”.
Con base en estos principios ha sido mentor de proyectos de gran trascendencia en el mundo cultural panameño, por ejemplo, redactó la ley que creó el Sistema Estatal de Radio y Televisión. Le correspondió participar de la creación de la primera norma de la industria cinematográfica. Es redactor de la Ley 90, que crea el Ministerio de Cultura y de la Ley de Cultura. Y ahora trabaja para crear el plan de cultura, que marcará los destinos del sector en los próximos años.
Noel concibe la cultura como un espacio en el que nos escuchamos, pero también como la herramienta fundamental para construir ciudadanía, para fortalecer los derechos humanos y para promover el desarrollo sostenible.
“... Es importante que se comprenda la importancia que tiene que la cultura y el arte se inserten en la sociedad, para apoyar el fortalecimiento de la ciudadanía y de la democracia”, recalcó.
Soy una persona a la que le gusta mucho la cultura, el arte, la literatura y el cine. Yo creo en la justicia y en los derechos humanos. La vocación fue la que me llevó a encontrar las profesiones. Como me interesa la cultura, creo que los derechos culturales son un tronco de los derechos humanos. Eso fue lo que me ayudó a estudiar derecho. Pero también es una forma de entender la vida y la sociedad. A mí también me interesan los temas políticos. Soy de aquellos que piensan que la mejor ley no es necesariamente la que está escrita, sino la que está por construirse, la que se debe mejorar, para lograr que el ser humano sea cada vez más libre.
Como público de la cultura asistía a los cursos de apreciación cinematográfica de la organización Enredarte de Alexandra Shejelderup, en los cines Alhambra. Allí alguna vez pasé de público a profesor, dictando cursos sobre la relación entre la política y el cine, psicoanálisis y cine. Así empecé a formarme como gestor cultural.
Nos encontramos después cuando era directora de cooperación y yo director de asesoría jurídica en radio y televisión. Ese fue el comienzo de mí vínculo entre el derecho y la cultura a través de la redacción de la norma que creó el Sistema Estatal de Radio y Televisión (Sert Tv), que se logró bajo la dirección de Carlos Aguilar, hoy ministro de Cultura.
Me tocó participar en la redacción de la primera norma de fomento de la industria cinematográfica y visual conocida como la ley de cine. Desde 2005 nos involucramos desde Sert Tv a apoyar al entonces Instituto Nacional de Cultura en los esfuerzos para crear una ley general de cultura, lo que concluyó el año pasado con la creación del ministerio. Esa es mi trayectoria original entre el derecho y la cultura.
En Panamá hay diversas expresiones culturales que requieren más reconocimientos entre unos y otros. Hay que lograr la sostenibilidad de esas expresiones. Pero también en temas de gestión cultural, los proyectos tienen que pensarse en función de un vínculo con la sociedad. Es decir, entender cómo la cultura aporta a la sociedad en términos de desarrollo humano, fortalecimiento de los lazos sociales, de eliminación de la violencia y la discriminación contra la mujer, los originarios y los afrodescendientes. Hay que entender cómo la cultura contribuye a procesos de resiliencia frente al cambio climático. Hay una serie de relaciones y vínculos entre cultura y sociedad que necesitamos que los gestores culturales consideren. Allí hay una deficiencia. Y, la ha habido desde la sociedad civil y el Estado.
Creo que la ley general de cultura y el ministerio tienen una oportunidad para que el Estado entienda los vínculos intersectoriales de la cultura. Pero también para que la sociedad civil comprenda la labor y la importancia que tiene para que la cultura y el arte se inserten en la sociedad, para apoyar en el fortalecimiento de la ciudadanía y de la democracia.
Solemos decir que somos un país diverso y usamos una expresión que no me gusta, que es crisol de razas. Yo creo que lo primero que debe hacer la política cultural del Estado es trabajar mucho en la interculturidad. Hay que tener un reconocimiento de todos, y todas las diversas manifestaciones culturales. La cultura panameña es muy amplia y las tradiciones no son uniformes. Lo primero que tenemos que hacer es conocernos. Las herencias que tenemos vienen de distintos lugares, de grupos humanos que estaban aquí antes de la llegada de los europeos. Panamá tiene herencia europea, africana y asiática. Todo eso conforma Panamá. Ese es el punto de arranque de cualquier política cultural, que busque construir ciudadanía y democracia.
Un reto que tiene el ministerio es la elaboración del primer plan de cultura que tenga el país.
Una vez se aprueba la Ley General de Cultura, que guarda una inmensidad de temas, se requiere aterrizarlos a través de reglamentaciones que se hacen mediante decretos ejecutivos. Hay que hacer reglamentaciones sobre el patrimonio cultural, economía creativa, políticas culturales, etc. Ese plan sería la brújula y la guía para plantear todos esos valores y principios que están en la ley. En fin, es una carta de navegación para los siguientes años. Es la posibilidad de que la ciudadanía tenga acceso en la página web del ministerio a un plan escrito, para que sepa a qué se comprometió el Estado en materia de cultura.
Nunca nada está garantizado al 100%. Pero buscamos que este proyecto sea participativo. A medida que las fuerzas políticas y sociales del país participen en la construcción de una propuesta de políticas públicas, esperamos que se apropien de ese instrumento. Hay que intentarlo y ese el camino.
Si algo ha mostrado la pandemia es que la cultura es importante para sostener al ser humano, su salud. Hemos buscado las maneras de desarrollar estrategias para poder difundir la cultura a través de los medios audiovisuales, pero también a través de las nuevas tecnologías.
Al inicio de la pandemia, el ministerio contribuyó a llevar un proyecto que se denomina Mi cultura en casa, para llevar al público panameño las expresiones de cine, danza y comedia, entre otras. También se continuó un proceso de inscripción de emprendedores culturales para desarrollar una política de apoyo para la incipiente industria creativa. Ahora el país lanzó la primera política de economía creativa denominada Crea Panamá 2030. El trabajador de la cultura es alguien que muchas veces está en la informalidad, que no tiene una empresa consolidada, de manera que golpes como este lo afectan directamente. En la política de bonos y vales se ha incorporado a los trabajadores de la cultura para poder también navegar dentro del marco turbulento de la pandemia.
Es importante este nuevo camino que hemos emprendido con una Ley de cultura, en el que va a haber un plan cultural para que empecemos a trabajar en conjunto. Necesitamos lograr eso que llamamos la gobernanza. Solos los emprendedores, solos artistas y sola la sociedad civil no vamos a lograr nada... La cultura es el espacio en el que nos escuchamos, pero también es la herramienta fundamental para construir ciudadanía, para fortalecer los derechos humanos y para promover el desarrollo sostenible. Debemos trabajar entre todos. Creo que la cultura puede ayudar mucho a generar más empatía en el país.