Calles locales y barrios globales: Raíces del arrabal santanero

Actualizado
  • 04/06/2022 00:00
Creado
  • 04/06/2022 00:00
La cartografía histórica del siglo XVIII documenta una morfología urbana del arrabal planteado desde una nueva concepción urbanística que respeta los elementos arquitectónicos ya existentes y agrega algunos nuevos, muy lejos de una concepción aleatoria, desorganizada y circunstancial
Plaza e iglesia de Santa Ana en la ciudad de Panamá. Fotografía: William H. Fletcher, 5 1/4”x 8 1/2”, circa 1890.

El nacimiento del faubourg o arrabal de la ciudad de Panamá surge con el traslado de la ciudad en 1673.

Estaba emplazado sobre un terreno elevado, desprovisto de murallas independientes, con acceso al puerto, núcleo de la actividad comercial y una estructura urbana radial ortogonal próxima al recinto amurallado que contenía el centro de la vida social, religiosa y gubernamental.

Los arrabales nacían casi siempre por acrecentamiento de la ciudad después de cercada y agrupaban a habitantes que mantenían condiciones semejantes: lugar de origen, creencias religiosas e incluso enfermedades, pero más frecuentemente reunían a los que se dedicaban a la actividad comercial, industrial o burocrática (Torres Balbás, 1947).

El adjetivo “santanero”, con el sufijo –ero, se utilizaba para referirse a aquellos recién nacidos que fueron abandonados o confiados por sus padres a un establecimiento benéfico.

Desaparecida iglesia de Malambo ubicada en la esquina de calle 16 este y calle F, Santa Ana (estacionamientos de supermercado “El Machetazo”). Recorte de foto histórica: “Ruins of Malambo Church, Panamá” por Edweard J. Muybridge, 1875-1876, The J. Paul Getty Museum, Los Ángeles, EE.UU.

En el barrio de Malambo en el arrabal funcionaba un hospicio e iglesia.

A mediados del siglo XIX con la construcción del ferrocarril se establece un límite hacia el norte que lo transforma en un recluido territorio entre las fortificaciones hacia el este y el cerro Ancón hacia el oeste, junto a la bahía de Panamá. También para esta fecha, el derribo progresivo de las murallas permitió una mayor integración urbana con el núcleo central. La existencia de caminos, puertos y vías férreas para el tránsito y transbordo de personas y mercancías a través de rutas nacionales e internacionales, han marcado su filiación comercial y conectividad.

La cartografía histórica del siglo XVIII documenta una morfología urbana del arrabal planteado desde una nueva concepción urbanística que respeta los elementos arquitectónicos ya existentes y agrega algunos nuevos, muy lejos de una concepción aleatoria, desorganizada y circunstancial.

La parroquia de Santa Ana, la Casa de Administración del Tabaco (1783) y la residencia de Mateo de Izaguirre, –conde de Santa Ana, mecenas y traficante de esclavos– se articulaban alrededor de una gran plaza central.

Evolución del arrabal de Santa Ana

Frente a esta, otro gran espacio allanado que sirvió de antesala a la fortaleza y puerta de entrada de la ciudad: La Explanada. Algunos ejes cardinales, relacionados al orden geométrico de intramuros, delimitaron su urbanización y orientaron la configuración de su tejido urbano; siendo estos en el sentido norte-sur la calle hacia el Matadero mientras que en el sentido este-oeste la calle de Salsipuedes, ambas relacionadas directamente con el mar. Su expansión gira en torno a una serie de caminos, el principal, que discurría hacia el Camino de Cruces, Camino Real, y Camino de Gorgona; la actual avenida Central.

El otro camino se dirigía hacia la zona occidental, Chorrillo, la principal fuente de aprovisionamiento de agua. Esta zona circundante también fue utilizada como necrópolis, pues se realizaban los enterramientos de menor relevancia.

Una tercera serie de caminos interiores hacia el poniente se dirigía a fincas y huertas (Hernández, 1764; López, 1789; Harrison, 1857).

En el siglo XIX, la Constitución de 1832 que dio origen a la República de Nueva Granada, dividió el territorio en provincias, cantones y distritos parroquiales. Según el censo de 1843, el cantón de Panamá contaba con los distritos parroquiales de San Felipe (2.168 habitantes) y Santa Ana (2.792 habitantes). La condición física de las murallas y la urbe que ella contenía ya mostraba signos de decadencia y ruina, a pesar de ser sede de las principales instituciones civiles y eclesiásticas.

El 26 de mayo de 1842 se expidió una ley “debido a la urgente necesidad de reparar las murallas de la ciudad para defender los edificios contra el choque del mar que tiende a destruirlas” (Memoria de la Cámara Provincial, 1843).

La Ley 8 del 5 de abril de 1948 del Congreso de Nueva Granada cede los restos del edificio –escombros y materiales– de la Puerta de Tierra, de propiedad nacional, para la construcción de un edificio escolar. Mediante una ley del 9 de junio de 1852, el Senado y Cámara de Representantes de Nueva Granada da al poder ejecutivo la potestad de enajenar las murallas, castillos y fortalezas, edificios, cañones, enseres de marina y demás bienes nacionales, cuya conservación no sea, a su juicio, necesaria para el servicio público. Indica también que El Cabildo de Panamá podría acordar que se demuela, a costa de las rentas parroquiales de dicha ciudad, la parte de muralla que separa los distritos de San Felipe y Santa Ana.

El francés William Leblanc, autor de los conocidos lienzos sobre el paisaje citadino, había llegado en 1844. Para el censo de 1851 la población de Santa Ana era de 4.775 habitantes, el 73% de toda la ciudad a diferencia del distrito de San Felipe con 1.791 habitantes; el año siguiente, en 1852, se crea el distrito parroquial de Calidonia (leyes y decretos del Congreso de Nueva Granada, 1852). En 1850 Panamá Railroad Company adquirió en esta zona 5.6656 ha. con 152,4 metros lineales de frente en playa Prieta sobre la bahía para la construcción de la línea del ferrocarril y su terminal del Pacífico (Otis, 1867).

El tejido urbano del arrabal de Santa Ana, aun es reconocido hoy en su plaza, intrincadas callejuelas, escala humana y el bullicio de sus mercaderes y comerciantes. Esta estructura social, comercial y urbana, imbuida por las mezclas entre lo local y el pasado africano e hispánico ha sido lugar de encuentros y ha sido referente de la vitalidad de la ciudad de Panamá.

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