Horacio Estribí: 'La economía panameña está en una encrucijada'

Actualizado
  • 15/09/2022 00:00
Creado
  • 15/09/2022 00:00
'Es importante que el concepto de subsidio se vea dentro de una realidad macrofiscal; no podemos subsidiar más de lo que los recursos nos permiten, eso es una realidad', afirma el economista
Horacio Estribí, economista, durante la entrevista con este diario.

A Panamá le urge reforzar su institucionalidad, es decir, se necesita establecer claridad en la separación de los poderes, dinámica en la ejecución de la justicia, transparencia en el proceso que cumple el gobierno en general.

Así lo advierte el economista Horacio Estribí, para quien los anteriores elementos son “fundamentales” por cuanto que son los que garantizarían la efectividad de cualquier medida económica que se adopte a largo plazo.

Inquirido sobre los ajustes que se le deben hacer a la economía panameña, Estribí responde que el país requiere con urgencia un sistema que nos permita establecer consensos en forma rápida y efectiva y con bajos niveles de fricción social. Eso nos dará mayor productividad, mayor innovación, mayor inclusión, mayor capacidad de ajustar la economía en momentos en que el futuro es incierto, cuando vemos que existe incertidumbre en el tema climático, el calentamiento global, incertidumbre de tipo geopolítico y en lo que se refiere a la innovación y tecnología, analiza el economista.

Estribí, un panameño egresado de la Universidad de Harvard, rechaza por definición todos los extremos; se considera un hombre ecléctico, por lo que siempre adopta una posición intermedia.

Su tono de voz es grave y firme. Pide que aclare que habla a título personal, pues en la actualidad ejerce el cargo de asesor económico en el Ministerio de Economía y Finanzas.

De acuerdo con su parecer, por encima de los ajustes económicos, están los ajustes de tipo institucional.

¿Cómo está la economía en Panamá?

Fundamentalmente está en una encrucijada, en una disyuntiva en medio de la cual tenemos que decidir si queremos crecer como lo hemos hecho hasta ahora, o hacerlo de forma más incluyente, dependiendo menos del gasto público y con el desarrollo de una economía que tenga mayor capacidad de ajuste ante las crisis y ante lo imprevisible que representa el contexto que vive la economía mundial; eso incluye tener capacidad de poder asimilar golpes provenientes de situaciones inflacionarias o recesivas, lo cual implica también la posibilidad de ir transformando la economía para generar nuevo crecimiento económico que no dependa tanto de los incentivos tributarios... esos son algunos de los elementos, aunados a la necesidad de desarrollar de forma decidida la institucionalidad, que es clave para efectos de que dé resultado cualquier política económica que se adopte.

¿Qué opina usted del control de precios? ¿Es una buena medida?

Igual que muchas políticas económicas, la regulación de precios no es ni buena ni mala, depende del contexto en el que se explique y la forma como se haga. En tal sentido, por ejemplo, es claro que a largo plazo ningún país prospera regulando precios, sino a través de la libre oferta y demanda... y eso es lo que el país debe buscar a largo plazo.

A corto plazo y en contexto de crisis, no obstante, se pueden desarrollar paliativos sobre todo considerando, como ya se reconoce en Panamá, que hay algunos mercados que están ampliamente distorsionados, como el de los alimentos y las medicinas. Por ende, a corto plazo se pueden adoptar medidas de tipo temporal y hacerlo en forma dinámica, no en forma estática, es decir, en el caso específico de las regulaciones de precios, hacerlo mediante una consulta permanente con el sector privado. Es cierto que no es la mejor medida, pero sigue siendo una segunda mejor opción que la que planteó la alianza en la mesa, que era regular las utilidades, lo cual fue rechazado.

El nivel de endeudamiento del país sigue en aumento de manera descontrolada, ¿qué se puede hacer para evitar esta situación?

Igual que en el caso de la mayoría de los países que tuvieron que hacerle frente a la contingencia de la pandemia, la deuda pública de Panamá, efectivamente, creció durante el año 2020, sin embargo, en 2021 se redujo nuevamente el porcentaje que esta representa con respecto al producto interno bruto (PIB), pasando de 68% a 64%.

Se espera que en lo sucesivo, si se mantiene el control del crecimiento del gasto, particularmente el gasto corriente del sector público, y si se logra mantener un ritmo favorable de crecimiento económico, la deuda debe ir disminuyendo en términos relativos al PIB. Además de eso, y a pesar de todos los factores adversos que han sacudido tanto a la economía nacional, como la economía global, Panamá sigue, por un lado, manteniendo un grado de inversión, una perspectiva estable y, además, sigue siendo un país que se percibe como de bajo riesgo, de acuerdo con el indicador Emerging Market Bond (EMBI). Todos estos son elementos favorables, pero sí es necesario tomar providencia para contener el crecimiento del gasto público.

¿Qué no hace Panamá para que siempre esté metida en listas negras?

Igual que el caso de otros cambios y ajustes que están pendientes, en Panamá nos terminaron convenciendo de que no era necesario establecer ajustes, porque somos un país especial, lo que nos expuso a una situación lamentable como fue el caso de los Panamá Papers.

Desde entonces a esta parte, el país ha estado obligado a acelerar el proceso de adopción de una serie de estándares y eso es lo que ha provocado que permanezcamos en listas negras.

Lo fundamental en este momento es avanzar en el plan de acción, principalmente, que se establezcan investigaciones y que haya condenas, de ser necesario; y demostrarle al mundo que somos un país, no solamente con una buena normativa, sino también con una gran disposición para aplicarla. Esto es vital para Panamá por cuanto que, a diferencia de otros países, nosotros dependemos, en gran medida, de nuestra reputación internacional por la naturaleza exportadora de servicio; y, en segundo lugar, determina el costo que representa invertir aquí, es decir, Panamá es un país por excelencia receptor de inversión directa extranjera, por lo que es muy sensible a ese tipo de temas.

¿Por qué el gobierno da tantos subsidios, en vez de facilitarle la cuerda para pescar a la gente?

Igual que la medida de regulación de precios, los subsidios no deben ser satanizados. Hay subsidios que son conducentes a desarrollar capacidades y son sobre todo aquellos que se llaman condicionados, que le piden al individuo, a cambio de ese subsidio, que haga ciertos esfuerzos que son los que garantizan, en  última instancia, la superación de la persona, mediante la creación de capacidades.

Hay otros subsidios, indudablemente, que lejos de crear independencia crean lo contrario, y son los que en todo caso deben tener un uso temporal de alivio y que son parte de una red social. Es evidente que hay que hacer una evaluación general y pormenorizada de cada uno de los subsidios y tratar de establecer indicadores con respecto a sus niveles de impacto y a su viabilidad. Es importante que el concepto de subsidio se vea dentro de una realidad macrofiscal; no podemos subsidiar más de lo que los recursos nos permiten, eso es un hecho, es una realidad.

Hablemos del diálogo. Hay actores que son relevantes y que no están en el diálogo, ¿eso no es contraproducente?

El diálogo en Penonomé ha jugado un papel importante, a pesar de sus limitaciones, pues permitió, en  alguna medida, buscar caminos o allanar una situación delicada en cuanto al cierre de calles y a la disrupción que surgió a raíz de muchos factores que requieren un profundo análisis. Sin embargo, eso no debe invalidar la posibilidad de que se continúe en distintos diálogos y que se vayan complementando estas medidas como otras acciones y estrategias que busquen, precisamente, transformaciones de mediano y largo plazo, por ejemplo, en materia alimentaria.

Es obvio que no se puede depender exclusivamente de la regulación de precios y que al final se requiere una apertura económica. El sector privado ha dicho que está dispuesto a esta apertura, tanto en materia de alimentos como de medicina. Creo que deberíamos tomar la palabra y profundizar en los diálogos que nos lleven hacia ese tipo de medidas que tengan un efecto más abarcador y más específico en cuanto a traer mayor bienestar a Panamá y mayor desarrollo.

¿Hasta qué punto cree usted que la reciente crisis afectará la economía panameña?

Inexorablemente la crisis de julio va a tener impacto en la economía, sin embargo, lo clave es que podamos capitalizar con respecto a esta oportunidad que ofrece la crisis para adquirir conciencia de la importancia que tiene establecer medidas a tiempo y por vía del consenso social; por otra parte, hay que destacar el hecho indudable que tendría algún impacto en las proyecciones que se  hicieron originalmente de crecimiento para este año, no obstante, creo que la posición de Panamá sigue  siendo sólida en cuanto a la proyección de un crecimiento que va a estar por encima de la región.

Hay que destacar, también, que la economía ha demostrado una gran capacidad de resiliencia que esperemos que contribuya a una recuperación considerable en el segundo semestre de este año y el cierre del mismo.

Lo  importante es  evitar estas crisis, porque tienen un costo que trasciende lo coyuntural, lo inmediato y que pueden tener efectos a largo plazo.

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