Un día detrás del presidente

Actualizado
  • 02/07/2009 02:00
Creado
  • 02/07/2009 02:00
PANAMÁ. El presidente de la República, Ricardo Martinelli no esperó a ser investido con la banda presidencial para decir sus primeras p...

PANAMÁ. El presidente de la República, Ricardo Martinelli no esperó a ser investido con la banda presidencial para decir sus primeras palabras a la Nación. Lo hizo al bajar las escaleras de su casa, en San Francisco, y después de haber sostenido una reunión con su equipo de prensa. Recordó que hace diez años espera este momento: llegar a la Presidencia.

Esos fueron los minutos más lentos para el mandatario. Después, todo corría y se trasladaba a otro escenario, a cuatro minutos de su residencia, el Hotel Sheraton, donde se hospedaron los ocho mandatarios presentes y se realizarían las primeras reuniones de alto nivel.

A su llegada al hotel, el semblante del mandatario era relajado, el de un hombre que durmió bien, según dijo una persona que lo vio cuando salió de su habitación y le consultó qué tal había pasado la noche. En segundos, el presidente se esfumó entre una multitud que aguardaba en el lobby. Faltaba poco para la primera reunión del día, a las 8:30 a.m., con el presidente colombiano Álvaro Uribe.

Minutos después se sumó a esta reunión el presidente mexicano, Felipe Calderón, para conversar del diseño de una alianza tripartita para luchar contra uno de los problemas que golpea duramente a estas tres naciones: la inseguridad.

Mientras los dignatarios hablaban y terminaban el desayuno, los primeros invitados a la ceremonia en el Teatro Anayansi —unos 2 mil aproximadamente— hacían fila para deslizarse por la alfombra roja que los conduciría hacia el interior.

El momento lúdico de la mañana vino cuando llegó el alcalde capitalino electo, Bosco Vallarino, quien repartió 30 billetes de lotería, que terminaban en 89, porque no había con 99, y que fueron comprados a un vendedor que recordó que hace cinco años el ex presidente Martín Torrijos, en ese mismo lugar, también le compró billetes para regalarlos como un amuleto de buena suerte. El billetero que nadie se explica cómo logró vencer la extrema seguridad, se proponía terminar la venta con Ricardo Martinelli.

Con el pasar de las horas, los miembros de seguridad —policías y unidades del Servicio de Protección Institucional— se multiplicaban en los alrededores del hotel, donde esperaban el momento de trasladar al presidente a ATLAPA. Pactada para las 11:00 de la mañana, la movilización tuvo que retrasarse una hora y cuarenta minutos por los actos en la Asamblea de Diputados.

A las 10:45 se armó un revuelo. Las unidades de seguridad corrían a la entrada de ATLAPA, donde el presidente hondureño Manuel Zelaya hacía su entrada abriéndose paso con sus propios brazos. De allí en adelante, parte de la atención destinada a los demás presidentes recayó sobre el derrocado, que vino en un avión de la fuerza áerea venezolana. Cuando Martinelli, a las 12:45, abandonó el hotel en compañía de la primera dama, Marta Linares, ya el Teatro Anayansi esperaba el inicio del acto, con invitados hasta en los pasillos. Terminado el discurso, el mandatario panameño acompañó a los presidentes Felipe Calderón y Álvaro Uribe a hablarle a los panameños antes de regresar para el saludo protocolar.

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