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- 03/06/2011 02:00
- 03/06/2011 02:00
PANAMÁ. Independientemente de las apreciaciones del Presidente, la realidad indica con claridad que existe una crisis política real en la Alianza Oficialista, que tiende a profundizarse en la medida en que persista la intención del gobierno de introducir la segunda vuelta electoral y de desconocer los acuerdos políticos pactados en diciembre del 2008. Continúan las discrepancias públicas entre dirigentes de Cambio Democrático y del Panameñismo. Incluso, ya se habla de una posible salida de estos últimos del gobierno.
En la Asamblea Nacional existe una guerra entre las diferentes facciones de Cambio Democrático y entre el CD y el Panameñismo. En juego, está la Presidencia de la Asamblea y el control del presupuesto de esa institución. La situación se complica porque no existe disciplina partidaria en el CD y los quince diputados que ha adquirido que se disputan espacios políticos con sus colegas oficialistas. Frente a esta complicada situación, caracterizada por el clientelismo político y la falta de una real perspectiva nacional e ideológica, el pronóstico es claro: la Asamblea también se va a dividir.
El presidente demostró en su intervención una preocupación real por el camino que ha tomado este enfrentamiento y que va dirigido a profundizar la crisis. Por ello, tomó distancia de todo esto, para presentarse frente al electorado como un dirigente preocupado por resolver los problemas reales que afectan a la familia panameña. No obstante, esto no es suficiente. Ricardo Martinelli no es el candidato, es el Presidente de la República y por lo tanto el electorado lo ve como el responsable directo de todo lo que pasa en el gobierno, incluyendo la Asamblea de Diputados.