El joven y popular diputado panameño que quiere impulsar la "buena política"

Actualizado
  • 08/05/2019 20:14
Creado
  • 08/05/2019 20:14
Se trata de Juan Diaego Vásquez, quien no es un desconocido en Panamá. El año pasado, junto a otros activistas, presentó varios proyectos de ley

Juan Diego Vásquez se anotó dos récords en las pasadas elecciones panameñas: ser el diputado electo más joven y el más votado. Su principal objetivo es instaurar la "buena política" en el Parlamento, sitiado por la corrupción, y está convencido de que el clientelismo tiene los días contados.

"Quiero demostrar que es posible ser un diputado decente y transparente, que se puede estar cinco años en el Parlamento y salir sin ninguna acusación por corrupción", indicó el joven abogado de tan solo 22 años durante una entrevista con Efe.

Bregado en los movimientos universitarios, Vásquez no es un desconocido en Panamá. El año pasado, junto a otros activistas, presentó varios proyectos de ley para aprobar la inhabilitación permanente para los políticos condenados por cohecho y la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción.

Ninguna de las iniciativas prosperó, pese al gran respaldo popular que tenían, y Vásquez decidió entonces dar un paso adelante y presentarse como independiente para uno de los escaños por San Miguelito, un populoso y desfavorecido distrito de la capital.

"Hay que cambiar la Asamblea desde dentro porque es la que está lastrando el país. El principal mal de Panamá es la corrupción. No podemos atajar los problemas de la educación, la salud o el desempleo si no desmantelamos las redes corruptas", aseguró.

Su inapelable triunfo -más de 35.000 votos- le han convertido en una de las figuras más buscadas de los últimos días y es una muestra de la irrupción del movimiento independiente en el panorama político panameño.

"Los partidos como institución son necesarios en una democracia, pero en Panamá están desprestigiados y controlados por las cúpulas. Yo sentí que si me inscribía en un partido, iban a intentar controlarme y yo quería llegar completamente libre", reconoció.

Junto a Vásquez, fueron elegidos el pasado domingo otros cuatro diputados por la libre postulación -en las elecciones de 2014 solo un independiente consiguió entrar en el Parlamento, de 71 curules- y, por primera vez en la historia, un candidato presidencial sin partido aglutinó casi el 20 % de los votos y se coló en la tercera posición.

El exministro y empresario Laurentino Cortizo, del socialdemócrata Partido Revolucionario Democrático (PRD), ganó las elecciones presidenciales con el 33,3 % de los votos, muy seguido del candidato del liberal Cambio Democrático (CD), Rómulo Roux, que consiguió el 31 %.

"No sé si los independientes llegaron para quedarse, porque hemos visto en otros países que algunos movimientos sociales terminan convirtiéndose en partidos, lo que sí sé es que la buena política llegó para quedarse y para acabar con el clientelismo", apuntó el joven, criado en una familia de clase media "muy poco política".

Para Vásquez, que está en contra de que los diputados estén más de cinco años en el Parlamento, su elección no solo pone en entredicho el apoyo ciudadano a los partidos tradicionales, sino también esa "falsa" idea de que los jóvenes panameños están anestesiados políticamente.

"Estoy convencido de que la mayoría de mis electores han sido jóvenes", afirmó el abogado, quien presume de no tener "agenda oculta" y de haber recibido donaciones de no más de 2.500 dólares: "Nadie puede decir que me compró".

Lo primero que hará cuando asuma el cargo a partir del 1 de julio es presentar más leyes para combatir la corrupción, aunque también quiere centrarse en temas relacionados con la educación y la innovación.

Pretende además sumar los apoyos de los otros independientes y pide a los diputados de los partidos tradicionales trascender la ideología partidista y enterrar el tradicional eje izquierda-derecha.

"Yo soy una persona de consenso. Puedo ser de izquierda, pero si llega una buena propuesta de derechas no la voy a rechazar. Tanto la izquierda y la derecha tienen sus bondades y los extremos han demostrado que no funcionan", concluyó.

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