Las artes escénicas y las letras: sus huellas en la cultura nacional

Actualizado
  • 19/08/2021 00:00
Creado
  • 19/08/2021 00:00
En 200 años las artes se han entrelazado en la cultura panameña, por lo que destacamos desde las voces de sus protagonistas la importancia de estas aristas en el mosaico social del istmo
Eleonora Dall'Asta define a la danza en Panamá como parte esencial de su identidad, y un factor “que merece mayor crecimiento”.

Las diversas ramas del arte han forjado las venas de la cultura nacional por más de dos siglos, lo que ha permitido una evolución de las diferentes disciplinas y un mayor espacio de crecimiento para los artistas y profesionales de la literatura y la danza. En esta entrega especial para conmemorar el bicentenario de la independencia de Panamá de España, destacamos desde voces expertas, el camino de estas disciplinas a lo largo de la historia.

La literatura panameña se extiende en las raíces de la historia de la ciudad, desde la época colonial (1502-1821), donde las cartas que detallaban la fauna, flora, costumbre aborígenes, y características del territorio se convirtieron en los pilares de los inicios de la literatura. Así mismo, las costumbres de narración oral que existían antes de la llegada de Rodrigo Galván de Bastidas en 1501 y el asentamiento del estilo de vida español, hasta la independencia de Panamá en 1821, se vieron tomadas como de valor único para el entendimiento de la cultura literaria casi inexistente de la época.

Con la primera novela panameña, escrita por Gil Colunje (1831-1899), titulada La Virtud Triunfante, se abren las puertas para personajes como Tomás Martín Feuillet (1832-1862), José María Alemán (1830-1887), Manuel José Pérez (1837-1895) y Amelia Denis de Icaza (1836-1911), quienes promocionaron la narrativa poética en la mitad del siglo XIX en Panamá, según reúne el profesor Ismael García S. en su libro Historia de la Literatura Panameña (1964).

Panamá goza de una amplia gama de profesionales literarios, desde escritores hasta ensayistas, poetas y cuentistas, muchos de los cuales han ensalzado la bandera tricolor en otras latitudes. La ensayista y cuentista Griselda López (Los Santos, 1938) relata en una entrevista con La Estrella de Panamá que sus inicios en la literatura se dieron desde “muy pequeña”, cuando conoció al periodista y escritor Gil Blas Tejeira, y luego al iniciar su carrera como periodista en el diario Crítica cuando trabajó junto a escritores como Agustín Cajar Escala y tuvo como profesor a Ritter Aislán. “En la universidad formamos un grupo bajo el nombre de 'Columna Cultural' con escritores como Pedro Rivera, Ornell Urriola, Ramón Oviero, Agustín del Rosario y Bertalicia Peralta, Moravia y Ramiro Ochoa y Enrique Chuez, entre muchos otros. Siempre leíamos y criticábamos nuestras obras como un ejercicio”, comentó.

Iguandili López fue la primera bailarina indígena (Guna Yala) en ocupar la directiva de la Escuela Nacional de Danza.

La incidencia de las autoras que se dieron a conocer desde los inicios de la narrativa poética literaria de la época colonial y de principios del siglo XIX, es aún un testimonio del la valentía de mujeres istmeñas como Amelia Denis de Icaza, Nicole Garay, y Zoraida Díaz; esta última siendo la primera mujer panameña en publicar un libro de versos, titulado Nieblas del Alma (1922).

López ha escrito libros de cuentos, entre ellos Piel adentro, Sueño recurrente, Las capas del tiempo, así como obras sobre periodismo y comunicación social, y recientemente publicó su libro Ultrasonido, relatos que cuentan. Para López, la literatura es algo que ha tenido muy presente en su vida y ha visto evolucionar su práctica, aunque indicó que la base permanece: “Lo que uno escribe, nace de las experiencias vividas, y considero que todo lo escrito tiene su valor y su permanencia en el tiempo”.

Su cercanía a la obra de grandes escritores nacionales como Justo Arroyo, Giovanna Benedetti, Manuel Orestes Nieto, le ha hecho encontrar el valor del conocimiento de aquellos hombres y mujeres que marcaron la historia panameña con sus huellas de tinta y papel. López mencionó algunos como: Chuchú Martínez, Ramiro y Moravia Ochoa, Agustín del Rosario, Bertalicia Peralta, Pedro Rivera, Ornel Urriola, Enrique Chuez, Ramón Oviero, Dimas Lidio Pittí, Benjamín Ramón.

En 200 años, López considera que la escena literaria de Panamá ha dejado huellas inolvidables y los autores “han recreado también momentos y circunstancias históricas que nos hacen recordar nuestros orígenes y nuestro crecimiento como nación”. “De ellos hemos aprendido en la poesía, el cuento, la historia, la novela y la excelente crítica”, comentó, “creo que en Panamá hay excelentes y magníficos escritores, pero falta una valoración de la literatura panameña”. Además, apuntó que en las librerías “hay preferencia por los autores extranjeros” y cuando se busca una obra de un panameño está “casi oculta entre otros autores: Nuestros escritores necesitan más estímulos y posibilidades”.

Gil  Colunje fue el primer referente del género de novela en Panamá con la obra 'La Virtud Triunfante' (1849).

En sus recuerdos, López trae a la memoria los esfuerzos de los escritores que hacían “grandes pasos personales” para sacar sus ideas escritas en los estantes de las librerías: “En mi estudio guardo obras pequeñas, no más grandes que el tamaño de un celular, pero los escritores hacían esos esfuerzos porque querían que fueran leídas por los lectores. No tenían el apoyo que requerían, pero ahora eso puede cambiar”.

Esto hace eco en las primeras publicaciones oficiales del Istmo, las cuales se apoyaron estrictamente en los periódicos de la época. Tal como recoge el historiador Rodrigo Miró, en su publicación Itinerario de la poesía en Panamá (1973), el trabajo periodístico incluía mayormente “himnos patrióticos, canciones cívicas, sonetos necrológicos, y odas” que “expresan el sentimiento panameño frente al fenómeno de la independencia, lo mismo que una clara voluntad de progreso y convivencia en un mundo regido por la ley y la concordia. Y son elocuentes testimonios acerca de nuestra cultura literaria”.

Ahora, en vísperas del bicentenario, López hizo hincapié en que la literatura panameña es “rica, magnífica”, pero “olvidada y desconocida”, lo que indicó como un esfuerzo que debe emprender el Ministerio de Educación (Meduca) y las universidades “para que nuestra literatura sea conocida y leída”. De aquí a otros 200 años, López anotó que Panamá debe moverse en pro de una amplitud literaria y el apoyo para los escritores nacionales: “Yo tengo grandes esperanzas. Y tengo la convicción de que el actual ministro, Carlos Aguilar, así lo hará, porque desde que lo conozco ha sido un propulsor de las cosas positivas, por ejemplo con Sertv, en donde ha abierto un espacio importante para nuestros autores”.

“A través del bicentenario ha habido un aporte importante en nuestra literatura, de nuestros historiadores; resalto la obra de Alfredo Castillero Calvo, Carlos Francisco Changmarín y Omar Jaén, grandes historiadores, y muchísimos más que nos han enseñado a apreciar nuestro heroico recorrido por este largo e inspirador tránsito de libertad como nación”, enfatizó la escritora.

La escritora Griselda López recuerda la importancia de ver el pasado literario de Panamá como un camino de victorias.
La cara de la danza

Desde otra perspectiva, las artes escénicas también se presentan como una arista importante en el desarrollo cultural del país, brindando una expresión corporal y presencial diferente en cada obra creada y mostrada al público. Desde su posición como directora ejecutiva del Ballet Nacional del Ministerio de Cultura, Gloria Barrios atesora la historia de la danza panameña desde la disciplina del ballet como una expresión única y que se ha desarrollado con mayor profesionalismo a través de los años, produciendo profesionales dedicados a prolongar esta disciplina en el país.

Barrios destaca en una entrevista con 'La Decana', algunos valores que añade la danza a la cultura nacional, tales como: la disciplina, constancia, trabajo en equipo, responsabilidad, espíritu de superación. La también bailarina señaló que la danza ha atravesado por un “proceso de profesionalización” y aceptación como una labor constante en la nación, desde la creación de importantes instituciones que han sido el “semillero de las generaciones de bailarines en nuestro país”, como la Escuela Nacional de Danzas, el Ballet Concierto Universitario, la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Panamá. “De esta manera, con el esfuerzo de las diferentes generaciones se ha logrado la profesionalización del sector de la danza”, apuntó.

Por su parte, la bailarina de danza aérea y gestora cultural Eleonora Dall'Asta comentó que la danza aporta a la cultura desde sus inicios, siendo “una disciplina que nos enseña a expresar con el cuerpo lo que pensamos y sentimos, sin necesidad de utilizar las palabras”. “En Panamá se ha bailado desde siempre, desde las danzas indígenas, folclóricas, latinas, africanas, al ballet, la danza contemporánea, danza teatro, danza urbana y danza aérea de nuestros días”, anotó.

La obra poética 'Nieblas del Alma' fue el primer libro en verso creado por una mujer en Panamá, Zoraida Díaz.

Para la directora del colectivo de circo contemporáneo de Panamá 'La Tribu Performance' y del estudio 'El Cuarto Rojo', el escenario de la danza panameña cuenta con expertos que han sido de impacto para la disciplina, entre los que destacó a: “Vielka Chú (1958-2020), una de las primeras bailarinas de danza moderna y pionera en la inclusión de la danza afro-moderna de Panamá; Iguandili López (Guna Yala), quien trajo por primera vez la técnica Martha Graham al país y fue la primera mujer indígena en ser directora de la Escuela Nacional de Danza; Mireya Navarro, fundadora del Grupo Danza Coraza de Panamá, especializado en danza afro-moderna; Diguar Sapi, coreógrafo indígena que mezcló por primera vez la danza moderna y el ballet con la cultura guna; y Bárbara Bérger, quien fue una de las primeras en introducir la técnica de danza moderna de Lester Horton en el país”.

De igual forma, Dall'Asta señaló que Panamá no presenta una gran oferta de profesionalización en las aristas de la danza, y ve como una necesidad que deje de pensarse en la danza “como un privilegio”. La bailarina indicó que aún no se han percibido grandes pasos en pro del apoyo a las compañías de danza y proyectos de esta índole y que “además del Ballet Nacional, hay muchísimos artistas, programas, iniciativas y proyectos de danza y performance para promover y empujar en el país”.

Por su parte, Barrios destacó que los años transcurridos han dejado “un camino de aprendizaje” para la nueva estructura del Ministerio de Cultura que “permitirá contribuir a un mayor desarrollo de los proyectos de la mejor manera”, lo que beneficiará a “toda la población artística”. Además, indicó que con la terminación del proyecto de construcción de la Ciudad de las Artes, los jóvenes que estudian en las escuelas de arte tendrán “espacios dignos para desarrollar sus especialidades”, interactuando unos con otros, “pues los edificios se conectarán por pasillos con ese propósito”.

Como una iniciativa para la preservación de la historia de la danza panameña, la bailarina aérea señaló que se debe crear un programa de grado en la Facultad de Danza de la Universidad de Panamá para que “las personas puedan volverse historiadoras de la danza”.

La Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero, se mantiene como testimonio de la preservación literaria en el país.

“Actualmente se encuentra 'Corpo Blog' del Festival Prisma de Danza Contemporánea,una iniciativa que promueve la escritura, publicación y creación de archivos que registren la hsitoria de la danza contemporánea en Panamá, lo que presenta una gran oportunidad de investigación y conservación”, agregó.

Asimsimo, Dall'Asta anotó que cree en el “poder transformador de un arte que llega a cuerpo, alma y espíritu”, y que en la sociedad actual “lo que no esté alineado hacia esos principios de espiritualidad, evolución interna y conexión con todo lo que nos rodea, va a desaparecer antes o después”, pero se mantiene firme en que “hasta que haya vida humana habrá reflexión, y si hay reflexión, seguiremos teniendo danza”.

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