• 13/01/2009 01:00

De limpios y millonarios

La relación entre riqueza y poder es histórica. Desde tiempos inmemoriales los que han ostentado riqueza han querido mantener el poder p...

La relación entre riqueza y poder es histórica. Desde tiempos inmemoriales los que han ostentado riqueza han querido mantener el poder político y desde los inicios de la humanidad los que han ostentado poder político teniendo riquezas las han multiplicado.

Recuerdo cómo la historia recoge que en las propias familias nobles del pasado era normal que tuviesen un hijo en el ejército, uno sacerdote y otro encargado de los negocios, los tres entrelazados por sangre y ambiciones. Eran tiempos donde no había separación entre Iglesia y Estado y la Iglesia era centro de poder, de allí que los ricos quisieran igualmente tener su familiar dentro de la jerarquía eclesiástica.

Los pobres, los limpios como los conocemos acá, eran, aún lo son en nuestra generación, escalón para los ricos. Los ricos, ya en nuestra generación, saben que es necesario estar o en el poder o cerca del poder para aumentar su riqueza. Por eso no es secreto popular que son los ricos los que apoyan varios candidatos que se adversan, por si acaso. El limpio, el pobre, no. El limpio, el pobre, pone su canasta en el candidato que considera lo ayudará más, o resolverá sus problemas, pero nunca trabaja para dos adversarios.

Por eso rechazo de plano la consigna de que “entran limpios y salen millonarios”, Ricardo Martinelli y sus adláteres saben que eso no es la verdad. La verdad es que son los ricos que se acomodan con los que ejercen el poder los que multiplican sus riquezas. Por eso el propio Martinelli, millonario de hecho, estuvo cerca al poder con los militares, cerca y parte del gobierno arnulfista y cerca y parte del gobierno PRD. Como rico que supo aprovechar su cercanía, decidió inclusive, junto al 33% de la población, que había que reelegir al PRD y a Pérez Balladares, con el que le había ido muy bien a sus negocios.

Omar Torrijos me dio la gran lección una vez cuando me decía que había tres clases de amigos, los que por convicción y vocación querían trabajar por el país, los amigos de tragos y los amigos que él sabía estaban cerca para hacer negocios. Omar sabía, como lo supo luego su familia y el propio general Noriega al caer, que cuando pierdes el poder desaparecen los ricos de tu círculo de amistad, te quedas con los verdaderos amigos que, lo más seguro, los conociste limpios y siguen limpios.

El coronel Rodrigo García, nunca lo olvidaré, en una ocasión me dijo en Farallón, “Mario, no creas que porque andas con nosotros eres amigo, mis amigos son los que jugaban conmigo “la mancha” en El Chorrillo”. Para ser honesto, tuve hasta que preguntar cuál era ese juego que no lo jugábamos en mi barrio.

Pero la lección es clara, el poder, aún hoy, atrae a los que ostentan riqueza para multiplicarla y al limpio buscando resolver problemas inmediatos. Si vemos los millonario que se han generado en nuestro país en los últimos 40 años, veremos que solo un puñado, quizás menos de cinco, fueron funcionarios públicos. Los millonarios han sido ricos que se acercaron al poder, esos sí, “se acercan ricos y salen millonarios” y esos, mi querido Ricardo, muchos, pero muchos están muy cerca y dentro de CD.

Cuando la historia recoja los albores del PRD, verá cuántos, como Omar, Ricardo Rodríguez, Ascanio Villalaz, Edwin Fábrega, Gerardo González y miles más, entraron limpios y salieron limpios, pero con la conciencia tranquila por haber dejado un mejor país.

-El autor es ingeniero y analista político.mrognoni@sinfo.net

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