Bono de productividad

En medio del escenario político que para estos días arrecia cual huracán en el Caribe durante el mes de octubre, se habla de la educación como herramienta básica para encontrar de una vez el camino al progreso social del país.

Si bien es cierto, lo único permanente es el cambio, somos conscientes de que las mejoras al sistema son necesarias. Como docente me atrevo a decir que estamos de acuerdo con alcanzar una calidad total, y el gobierno entrante tiene este reto y va a contar con nuestro respaldo. Eso sí, en la medida en que las consultas se hagan y se eviten las improvisaciones que siempre han sido el elemento característico de cada nueva gestión.

En el plano laboral, sin lugar a dudas debe reconocerse el esfuerzo diario que cada docente hace, desde aquel que recién nombrado se va meses a la montaña, donde se vuelve un morador más de lugares totalmente olvidados, hasta aquel que luego de 30 años de servicio aún se levanta imponente frente al grupo, demostrando una vocación que es su única arma para esconder el cansancio de la labor cumplida.

Lejos quedaron los días de una placentera jubilación. Hoy nadie se quiere ir, pues baja su calidad de vida en más de un 30%, con una escala de sobresueldos que no se ajusta a la realidad de estos días llenos de inflación.

Tenemos el peor salario de acuerdo con las escalas y grados de estudios, incluso nuestro nivel está muy por debajo de la Policía Nacional, quienes con sus ascensos rápidamente nos superan en el camino.

Creo que el próximo gobierno debe dar una ley general de salarios; además, pienso que a todo funcionario que al final del año sea evaluado satisfactoriamente, al igual que se hizo con los médicos, debe otorgársele un bono de productividad, como incentivo por la labor desarrollada. Aquí entrarían los educadores, la Policía Nacional, Bomberos y demás funcionarios cuyos planificadores evalúan el rendimiento individual. Esto último también debe ser un compromiso de campaña electoral.

El autor es educador.Ariquelme_14@hotmail.com