• 13/03/2009 01:00

El ejemplo de Ramón Guerra

“No dañarás a ningún ser humano; ayudarás cuanto puedas a los seres humanos y conservarás la propia existencia”.

“No dañarás a ningún ser humano; ayudarás cuanto puedas a los seres humanos y conservarás la propia existencia”.

Esta tríada de Isaac Asimov define la trascendente obra del ciudadano y periodista panameño Ramón Guerra, quien a sus 94 años nos ha abandonado, después de una original y productiva vida, desarrollada de manera especial en la occidental provincia chiricana.

Emprendedor y sencillo, Ramón era alérgico a los homenajes. Pensaba que su trayectoria de vida la desarrollaba por un deber personal en favor de su Patria.

En distintas épocas sus colegas y otros compatriotas lo galardonaron por su obra y su talante. En 1978 se le impuso la Medalla al Mérito Manuel Celestino González y tres gobiernos nacionales de distinto signo lo homenajearon con diferentes grados de la Orden Vasco Núñez de Balboa. En 2005, fue honrado con el Premio a la Excelencia Profesional, del Fórum de Periodistas por las Libertades de Expresión e Información.

¿Qué definía a Ramón? Como periodista, por más de seis décadas multiplicó en todo momento el significado de una palabra que ha entrado al siglo XXI bastante lesionada: credibilidad. Esta senda no varió desde que se hizo empresario radiodifusor, a partir del decenio del setenta.

Ante el bamboleo político—partidista, el pan nuestro cotidiano, las presiones, los abusos, el dinero fácil y la corrupción galopante, Ramón mantuvo en alto su pancarta de la credibilidad, el santo y seña para ejercer las libertades de expresión e información en Ecos del Valle , La Estrella de Panamá , La Voz del Barú , Telebarú y Radio Chiriquí. Ese ejercicio lo desarrolló a través de medios impresos, televisivos y sobre todo radiofónicos, como su programa Radioperiódico La Prensa , con más de medio siglo de existencia e ícono de libertad y longevidad periodísticos.

Desde su plataforma del periodismo, surgió el Ramón dirigente comunitario. No hay una obra relevante del último medio siglo en Chiriquí que no tenga su impronta, como la Feria Internacional de David, la carretera interoceánica Chiriquí—Bocas del Toro, la Casa de la Cultura y la Asociación de Periodistas de Chiriquí.

No se dejó amedrentar por los gobiernos de facto (su noticiero fue cerrado en las eras Remón Noriega); ni se aprovechó de esos desmanes para su beneficio personal ni para abrigar el síndrome de la víctima o el del rencor.

Tampoco le intimidaron las tecnologías. En los inicios de su carrera radiofónica, el telégrafo fue pieza fundamental. Doña Elida, su madre, era corresponsal desde la ciudad de Panamá para el Radioperiódico, que se emitía, en su primera etapa, a través de La Voz del Barú , en la ciudad de David, y luego en Radio Chiriquí. Por telégrafo, ella transmitía a la capital chiricana a las 5 de la madrugada los titulares y sumarios relevantes que aparecían en los diarios de la ciudad de Panamá. Con imaginación y seriedad, él hacía el resto.

Ramón es un extraordinario ejemplo de que el periodista puede hacerse sentir con voluntad, vocación y excelencia, aunque el vehículo no sea CNN o The Asahi Shimbum.

Para el gran Ramón, la credibilidad podía exponerse sin importar que la tecnología fuese satélite, telégrafo o señal de humo.

-El autor es periodista.rafaelcandanedo@gmail.com

Lo Nuevo
comments powered by Disqus