• 28/03/2009 01:00

Tengo mucho miedo (II)

El miércoles 19 de septiembre de 2007 fue publicado en La estrella de Panamá el artículo de opinión “Tengo mucho miedo”.

El miércoles 19 de septiembre de 2007 fue publicado en La estrella de Panamá el artículo de opinión “Tengo mucho miedo”.

La parte inicial del artículo menciona lo siguiente: — Tengo mucho miedo de que al levantarme todas las mañanas cuando prendo el televisor o la radio, que un familiar haya amanecido muerto, una hermana violada, o de un secuestro. Anteriormente me iba al interior para despejarme de la tensión de la capital; pero está, ocurriendo lo mismo en nuestra campiña, por eso tengo miedo. Ya no tengo dónde quedarme, porque ni en la casa estoy seguro.

Pensé que después de la publicación del artículo la situación iba a mejorar por el bien de la sociedad. Permitiendo la estabilidad emocional del ciudadano panameño. Los hechos ocurridos frecuentemente están permitiendo que pasemos del miedo al pánico.

Tengo mucho miedo, porque no sé por dónde una bala loca siga tocando a inocentes y mueran, o sigan los secuestros. El miedo es más frecuente al ver que hay delincuentes de alta peligrosidad que se escapan de las cárceles periódicamente.

Tengo mucho miedo cuando pasa un motorizado con dos personas cerca de donde me encuentro, porque no sé si son delincuentes y pueda haber una confusión y salga por los medios televisivos “otro panameño acribillado con una AK 47”. ¡Algo está pasando en nuestro Panamá!

¿Que ofrece el sistema penitenciario en la rehabilitación de los jóvenes delincuentes? Salen de las cárceles, cometen los mismos delitos y en su mayoría son menores de edad.

Hay veces la comunidad calla, se convierte en cómplice de los delitos y porque por miedo no coopera. Pero si el Estado brindara protección a la comunidad ella ayudaría a los estamentos de seguridad para disminuir esta ola de crímenes y asaltos.

Tenemos que unirnos y debemos empezar en el hogar con nuestros niños, fortaleciendo los valores: El verbo hebreo traducido “Inculcar” significa “grabar”, “repetir, decir una y otra vez”. Así que los padres tendrán que insistir en diversas ocasiones sobre los mismos asuntos para que sus hijos aprendan a aplicar las leyes divinas. Ahora bien, el que los padres sean pacientes con sus hijos no quiere decir que les consientan todo.

Un proverbio bíblico hace esta advertencia: “El muchacho que se deja a rienda suelta causará vergüenza a su madre”. Y el mismo proverbio indica cómo impedir que esto ocurra: “La vara y la censura son lo que da sabiduría”. (Pro. 29:15).

En ocasiones, los hijos van a cuestionar el derecho de sus padres a corregirlos. Pero las familias cristianas no son una democracia: Para poder aplicar sus normas, los padres no tienen que pedir permiso a los hijos. Jehová, quien es el cabeza supremo de la familia, ha delegado en ellos la autoridad de educar y disciplinar con amor (1 Cor 11:3; Efe 6:1-4).

¡Es por eso que tengo mucho miedo! Debido a que parte del problema está en la libertad de los menores de edad en el hogar.

El nuevo orden social requiere que el país esté vigilado de frontera a frontera con cámaras inteligentes. Se tendrá que obtener el recurso económico, tecnológico y personal capacitado. Esto facilitará la captura de los delincuentes y ayudaría a proteger las inversiones, a los turistas y lo más precioso es la paz y tranquilidad de los ciudadanos de este país cosmopolita.

-El autor es doctor en Ciencias Empresariales.tsalazar@cableonda.net

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