• 10/08/2009 02:00

De líderes y quienes aspiran a serlo

¿Qué es un líder político? Si hacemos una encuesta a niveles universitarios, nos dirían: “una persona que guía a los demás.. alguien que...

¿Qué es un líder político? Si hacemos una encuesta a niveles universitarios, nos dirían: “una persona que guía a los demás.. alguien que manda y va al frente? quien consigue sobresalir en la sociedad”, etcétera. Andarán por allí las respuestas.

Panamá ha tenido poquísimos líderes verdaderos, no en función de mandar, que los hubo grises, oscuros y neutrales. Hasta los años 30, las psiquis sociales marcaron como líder a Porras, fundador de las bases republicanas. Luego de él, Arnulfo Arias, sin discusiones. No demeritamos a los Chiari, Juan Demóstenes, Remón, Ernestito. Pero hasta Omar Torrijos el país no reconoció huellas bien definidas de admiración pública marcada. De todos, solo el general tuvo un brillo internacional superior.

Pero los códigos occidentales del liderazgo tal vez sean las antípodas del pensamiento oriental, (igual el de Jesús, “quien más sirva es más grande” ). Confucio, Lao Tsé, hasta el maestro Tzun Tzu (Arte de la Guerra). Estos filósofos fueron más perfeccionistas para definir la jerarquía del líder. Dicen, entre otras cosas,: “Líder no es quien va de primero o el que se sienta en el primer banco y recibe más aplausos. Líder es realmente quien facilita más el desarrollo de los demás, aunque no aparezca al frente ni en público”. Ese concepto aplicado en las sociedades como Panamá nos dejaría sin “liderazgos”.

Nuestros políticos, incluyámonos todos los que pretendemos serlo, estamos mucho más afanados en recibir ovaciones, sentarnos frente a las cámaras y jactarnos del mando que tenemos. Punto, así es, y no de otro modo, casi sin excepciones. Por ello el caso Omar Torrijos fue un fenómeno. No era un académico de discursos bonitos. Pragmático y conciso en el lenguaje, directo, metafórico ( “vamos a telefonizar el país” ), expresión dicha en Coclé bajo protesta del lingüista Materno Vázquez, quien lo criticó por “inventar verbos”.

La reacción de Torrijos fue ubicar a Guillermo Rodolfo Valdés, para la época creo en el Intel, y decirle que pusiera en el dibujo de portada del nuevo directorio telefónico, “El Intel, telefonizando al país”. “Dile a Juan Materno, que algunos inventamos nuevas palabras y otros solo las empiezan a utilizar” , me dijo muerto de risa.

¿Qué hizo, qué cosas utilizó Omar para llenar semejante hambre de liderazgo en Panamá, que hasta hoy se le sigue buscando de modelo? Cosas sencillas. Mirar, a los ojos del más rico o el más pobre, con profundo interés. Combinar credenciales diversas, de izquierdas y derechas, de ricos y pobres, sin sectarismos. Sencillez real, no poses demagógicas, abundantes siempre. Su capacidad de hablar con el mariscal Tito, Giscard D´Staing, Olof Palme, Carter, Fidel, García Márquez o Héctor Rodríguez de Capira y la señora Ana, portera de la escuela de Pedregal, con el mismo interés humano (facilitar el desarrollo de los demás) hacen de Omar Torrijos un personaje inolvidable a nivel nacional e internacional, de un millón de anécdotas.

¿Qué mensaje quiero expresar? Que la clase política nacional y la de afuera está en extinción, lo sabemos. Más que por otras razones, por falta de real pasión en lo que hace, en especial del servicio que promete al colectivo nacional cuando está en campaña, incumplido luego. Esa crisis endémica nos está atando a una terrible incredulidad peligrosísima, por la salida de mesías y “out siders” , muchas veces simples aventureros con promesas más bonitas que sus anteriores. Latinoamérica está cargado de ellos.

*Abogado.homiliadiaz@gmail.com

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