• 02/10/2009 02:00

¿Falta tiempo o sobran deseos?

Queremos descansar y hacer deporte. Queremos mejorar nuestra especialización y poner en práctica los conocimientos que ya tenemos. Quere...

Queremos descansar y hacer deporte. Queremos mejorar nuestra especialización y poner en práctica los conocimientos que ya tenemos. Queremos convivir con la familia y al mismo tiempo invertir más energías en la fábrica o la oficina.

Los deseos, a veces, crecen como animales insaciables. No hemos terminado un trabajo y ya empezamos a proyectar el siguiente. Esperamos las vacaciones, y apenas inician estamos con los sueños en otra parte. Buscamos información sobre las estrellas y queremos conocer mejor por qué son diferentes los volcanes.

El exceso de deseos lleva a la angustia: falta tiempo. Porque no podemos al mismo tiempo contestar los correos electrónicos y arreglar las piezas del reloj del abuelo.

Ante el choque de deseos, a veces, nos rendimos: optamos por darle más tiempo al sueño y dejamos cien cosas sin hacer. O nos arrojamos a un frenesí loco que al final nos destruye: no podemos alimentar al monstruo insaciable del deseo sin dañar tarde o temprano nuestra psicología frágil y compleja.

Ante el realismo de la vida, tenemos que reconocer que solo tenemos a nuestro alcance el tiempo que marcan el sol, la luna y nuestro planeta con sus movimientos invariables, y el tiempo que “ golpea ” nuestras células y nuestras venas con el latido del corazón y los impulsos nerviosos que vienen y van hasta el cerebro.

El tiempo está ahí, disponible, para el bien o para el mal, para el pasatiempo o para el deber, para servir al familiar y al amigo o para cuidar la piel ante el espejo.

Toca a cada decidir qué deseos valen la pena, cómo empleará su tiempo. Toca a cada uno decidirlo ahora, en este mundo efímero y magnífico, de un modo tan serio y tan valioso que marcará profundamente lo que ocurra en nuestro planeta y en el mundo de lo eterno.

*Sacerdote y filósofo. Roma, Italia.fpa@arcol.org

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