• 15/11/2009 01:00

Hagamos algo con nuestra educación

Mi formación política de tantos años me llevó a ser un ferviente creyente de que sin educación se dificulta la superación. Por ese afán,...

Mi formación política de tantos años me llevó a ser un ferviente creyente de que sin educación se dificulta la superación. Por ese afán, dediqué treinta y cuatro años de mi vida a la enseñanza universitaria, diez de ellos como profesor de tiempo completo. Aún sin estar dentro de un aula, aprovecho cualquier oportunidad para intercambiar experiencias con estudiantes. Días atrás, en viaje relámpago que hice a Panamá, estuve un par de horas en la clase de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá del Profesor Freddy Blanco, compartiendo mis experiencias diplomáticas con sus estudiantes. Por estos lares ya he dado varias charlas sobre temas diversos relacionados con mi país.

Por acá, esas oportunidades también se han aparecido. Ya son dos los grupos de estudiantes panameños que visitan la capital norteamericana y la OEA se convierte en una parada obligatoria para ellos. Dado el interés que tengo, personalmente los atiendo y, el resultado de esa reciente experiencia, es lo que motiva la presente reflexión.

Un grupo, de estudiantes de 12 años de la prestigiosa Academia Interamericana de Panamá (AIP), y el otro, de estudiantes sobresalientes de escuelas públicas de Panamá, recién entrados a la Universidad, recompensados por el Ministerio de Educación por su desempeño académico. O sea, un grupo de muchachos de escuela privada y otro de adolescentes de enseñanza pública.

Procuro pulsar el nivel de preparación del auditorio al que me dirigiré y debo decir, con mucho dolor, porque mi educación universitaria fue en un plantel público, que la diferencia entre ambas experiencias fue abismal. Los de la AIP todos saben inglés; en el otro grupo menos del 10% manifestaron dominarlo. En materia de conocimientos generales sobre realidades locales e internacionales, debo decir que prácticamente ambos grupos estuvieron iguales.

Mi experiencia en la Universidad de Panamá refleja situaciones parecidas, sobre todo con los estudiantes de reciente ingreso. Además de venir pésimamente preparados de las escuelas públicas, parece que lo único que les interesa es pasar por las aulas para obtener un título, sin dar oportunidad de que lo que aprenden en esas aulas se quede en ellos. Todo es superfluo; todo es fiesta. Nadie lee periódicos; muchas de las respuestas que recibo me dan la impresión de que tengo estudiantes frente a mí de otro país, menos de Panamá. No les interesa nada del entorno en que viven.

Ojalá que, con el impulso que en el presente gobierno se le da a la educación, logremos elevar el nivel de la enseñanza pública. No hacerlo será profundizar más las diferencias que cada vez más existen entre los panameños.

*Diplomático y docente.gcochez@covad.net

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