• 18/11/2009 01:00

El precio de la ética periodística

Hace un año se aprobó el Decreto Ejecutivo 596 de 17 de noviembre, para instituir el Día de la Ética, promovido por algunas organizacion...

Hace un año se aprobó el Decreto Ejecutivo 596 de 17 de noviembre, para instituir el Día de la Ética, promovido por algunas organizaciones que consideraron necesario dedicar una jornada para reflexionar en torno a darle mayor sentido a los valores como normas de conducta de la sociedad.

Este tema llama la atención si lo situamos en el contexto de la relación que tienen los valores éticos con cada una de las profesiones y la manera como los profesionales se relacionan con el resto del público y entre los diferentes individuos que forman parte de dicha disciplina.

Esto encierra desde un ingeniero que construya cualquier obra civil y utilice implementos o materiales que se sabe no son los adecuados, hasta una profesión tan sencilla como un vendedor de pixbae que ofrece dichos frutos y al suponer que a la gente le gusta los rayados, pone en cada bolsa dos que no lo son y uno que sí lo es y entrega a la gente algo diferente a aquello que el cliente pagó.

¿Es ético vender números de lotería casados? ¿O subir el precio de los buses al doble en las noches cuando baja la circulación de dichos colectivos urbanos y no hay autoridad que controle?

¿Es ético esconder el arroz cada vez que se habla de disminución de la producción para estimular el alza de precio? ¿O extenderse en una francachela una noche y al día siguiente faltar para presentarse a la siguiente fecha al trabajo con un certificado médico fraudulento que excuse lo inexcusable?

En el ámbito de la comunicación y en especial, en la disciplina periodística, existen muchas prácticas, motivo de atención por sus implicaciones con la ética. Y esto es así por las relaciones que tienen quienes se ejercitan en este oficio con políticos, funcionarios, empresarios, organizaciones, autoridades policivas, deportistas, hombres de letra, funcionarios de instrucción y jueces.

Ellos y otros tienen un mensaje, una idea, una información que dar al resto de la sociedad a través de los medios de comunicación. Los periodistas convierten estos mensajes en textos sociales que en cualquier dimensión —escrita o audiovisual— van a expresar los intereses de aquellos con su propio énfasis, entonación, virulencia o percepción de la realidad en que se involucran.

Esto implica que el periodista tenga una noción clara de que su quehacer descanse sobre una base ética, pues, el producto final de su texto noticioso, de su opinión, de su reportaje, afectará a un conjunto de personas que asumirá una actitud, percibirá una determinada perspectiva; hasta responderá con un cierto nivel de entusiasmo o aprensión, pues se sentirá afectado por lo que lee, escucha o ve.

En el periodismo, los problemas éticos surgen como serpientes en la cabeza de Medusa, ese ser mitológico, Gorgona que en su sonrisa lucía un par de afilados colmillos de jabalí; sus manos eran de bronce y sus dos alas de oro, cualidad que no le impedía utilizarlas para volar.

A veces, los contratiempos éticos tienen esa apariencia, detrás de la sonrisa complaciente, la posibilidad de mordedura; unas manos metálicamente frías para la dádiva; pero unas alas que, a pesar de estar revestidas del brillante metal, impiden ascender con facilidad, porque las acciones indignas pesan demasiado sobre las espaldas.

Acudir a tantas “ fuentes ” en busca de información puede tentar a quien no tenga una sólida formación en los valores. Sobre todo, si se piensa en que quien solicita un favor, le pone o negocia un precio.

Este es uno de los temas que poco se incluye en los círculos donde se debate la ética, sobre todo porque es un escenario donde nadie quiere tirar la primera piedra, pues no se sabe hasta dónde se deslice ella, en la superficie de un espejo de agua tan turbio.

¿Existe en Panamá una práctica de solicitar favores pecuniarios para promover personajes en los medios de comunicación? Esto daría pie a múltiples debates, a analizar los casos y experiencias que por sus implicaciones, sería como entrar en un laberinto lleno de acechanzas, recriminaciones y conjeturas que en nada contribuirían a satisfacer la interrogante.

En un código de ética de los periodistas estadounidenses, se resalta que los regalos, favores, viajes gratuitos o privilegios especiales pueden comprometer la integridad de los periodistas. Estos no deberían aceptar nada de valor, sostiene el artículo.

Estas prácticas hacen reflexionar sobre la relación dinero vs ética como valor.

Según Jairo Darío Restrepo, un valor no existe en sí, sino que es la propiedad que adquiere una cosa o actitud para alguien, porque responde a una necesidad. Y las personas requieren adquirir valores, no individuales, sino comunitarios o civiles que sean afines a todos.

Quizás en una dinámica del “ juegavivo ” quien más posibilidades pecuniarias pueda alcanzar con una coyuntura política, empresarial o de otra naturaleza, sería el ejemplo de una mayor capacidad de gestión, de “ viveza ” y, en cierto sentido, hasta de mayor emprendimiento empresarial.

Restrepo al analizar 44 códigos de ética estableció que expresiones de rechazo a ventajas personales obtenidas del ejercicio profesional, está como “ tercera gran prioridad dentro de las normas éticas universales ”. Resalta que estas prácticas suelen restar independencia de criterio e imparcialidad en las tareas periodísticas.

Un personaje de Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago, habla de los tres cafés para alcanzar la corrupción; “ el primero abre la puerta, el segundo la sostiene para que el aspirante a la corrupción entre sin tropezar, el tercero la cierra definitivamente …”.

Este no es un tema cuantitativo sobre más o menos; se desempeña la labor con ética o no. Ella es necesaria en el ejercicio profesional periodístico. Coincido con el doctor Sáez-Llorens: “ La ética acontece cuando la persona ejerce la capacidad de pensar, de detenerse antes de actuar y preguntarse el porqué debe seguir una determinada corriente ”.

Practicar la ética es darle más coherencia a nuestro trabajo y más sentido a nuestras relaciones con colegas, la sociedad, con nosotros y, sobre todo, con la propia conciencia.

*Periodista y docente universitario.modestun@yahoo.es

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