• 05/12/2009 01:00

Mejores docentes para una buena educación

La formación de buenos docentes y la generación de condiciones para retenerlos en la profesión, es una condición fundamental para mejora...

La formación de buenos docentes y la generación de condiciones para retenerlos en la profesión, es una condición fundamental para mejorar los aprendizajes de los alumnos y contribuir al desarrollo humano sostenible de los países.

La experiencia internacional muestra claramente que, en todos los sistemas educativos, los educadores constituyen un factor clave de su calidad. Por ello es que los países que más avanzan en la educación, dedican una atención especial en su política pública a la formación, reclutamiento e incentivos para el buen desempeño del personal docente. Asimismo, aún en posesión de los recursos tecnológicos más sofisticados, también nos muestra que ningún país logró progresos notables en su educación al margen de sus docentes.

Panamá se encuentra en una encrucijada en relación con el salto que debe dar en materia de educación. El gasto educativo es progresivamente elevado y los resultados en los aprendizaje inversamente significativos. Una explicación de este fenómeno es que muchos de los profesionales formados para la docencia no alcanzan el perfil mínimo para ejercer su profesión dentro de los nuevos requerimientos educativos. En muchos casos, el aumento de la escolaridad universitaria, alcanzado durante los últimos años, no mejoró sustancialmente la formación del docente, pues, en este caso, no siempre el incremento en los años de estudio repercutió en el desarrollo de las competencias docentes.

La docencia en Panamá, lo mismo que en otros países del área, pasa por un momento crítico. El escaso reconocimiento social de la profesión docente, unido a los bajos salarios, influyen en el reclutamiento de los jóvenes más talentosos y la poca correspondencia entre la formación académica y la práctica pedagógica en el aula de clases y la institución escolar, aparece como factores causales de este esta disociación educativa.

La experiencia nos aconseja que si aspiramos a tener una buena educación, es indispensable que el Estado entre a regular la formación de docentes en el país, para evitar que sea convertida, como muchos temas nacionales vitales, en un asunto dejado al vaivén de la libre oferta y demanda del mercado académico.

Existe en la actualidad, una reconocida heterogeneidad institucional y de programas de formación docente: universidades oficiales y particulares, y un instituto. Igualmente, se ofrecen programas con diferentes denominaciones para una misma formación y destino ocupacional.

Por ejemplo, profesorado en ciencias de la educación con especialización en primaria, licenciatura en educación primaria, profesorado en educación con mención en educación primaria, profesorado en preescolar y primaria, licenciatura en ciencias de la educación con especialización en primaria, profesorado en educación con mención en educación primaria, todas formaciones de nivel de licenciatura, para servir como maestros de escuela primaria.

A esta situación se suman hechos como perfiles ideales de formación docente, que no se corresponden con las competencias técnicas y éticas requeridas por el futuro educador ni con la práctica de la docencia en la escuela; menor exigencia en los criterios de admisión a las carreras pedagógicas en relación con otros tipos de formación universitaria consideradas de mayor rigor académico. También la preparación insuficiente de algunos formadores de formadores con escasa producción científica y académica, limitadas nociones de los cambios educativos nacionales y globales y del trabajo en el aula, se suman a estas dificultades.

La falta de correspondencia entre la oferta y demanda de docentes en determinadas áreas de formación, se observa como una dificultad al constatarse una saturación de la demanda de profesores en ciertas especialidades, en tanto que en otras existe insuficiencia de profesionales formados.

La experiencia también muestra que el desarrollo de las habilidades cognitivas de la niñez y la juventud, demanda de docentes eximios, con suficiente motivación y autonomía, bien formados en instituciones eficientes.

La formación docente es un tema complejo que no se resuelve solo por la vía de las vocaciones magisteriales, que responden solo por una parte de la profesión, necesaria, pero no suficiente. También cuentan significativamente el aprendizaje de las competencias racionales y técnicas, así como de las variables ética y social de la profesión. Con frecuencia se encuentra una visible disparidad entre dos dimensiones: la del docente ideal e inexistente y la del docente real, que se forma en las facultades de educación y escuelas normales, para trabajar en contextos específicos, a menudo socialmente deprimidos.

Visto lo anterior, así como se actuó en otros momentos de la historia, la nación panameña hoy está urgida del diseño y puesta en marcha de una política nacional que articule coherentemente la formación docente, así como su efectivo desempeño en el centro educativo.

Conviene, entonces, que el Gobierno Nacional, el Ministerio de Educación y las universidades del país definan oportunamente una hoja de ruta sobre la formación inicial y permanente del personal docente que se articule a una política de Estado sobre este tema, hacia el ejercicio de una docencia y educación ejemplar.

*Docente universitario.jbbernal@cwpanama.net

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