• 05/01/2010 01:00

Disculpen, pero somos salvajes

Así como se escucha somos un pueblo de meros salvajes. Un país sin cultura ciudadana, sin modales, sin educación y sin ningún interés en...

Así como se escucha somos un pueblo de meros salvajes. Un país sin cultura ciudadana, sin modales, sin educación y sin ningún interés en mejorar tal situación y con ejemplos de figuras electas que más valen que no sean mencionadas.

Qué podemos decir que pueda solventar estas aseveraciones, cuando los ejemplos que la sustentan son tantos. Talvez existan algunos pocos ciudadanos que puedan contradecir y protestar en contra, pero esos serán los menos.

Veamos, si el tránsito es un desastre. Para desastrosos son los peatones que se arrojan como salvajes con cualquier luz en el semáforo, ¿será que todos son daltónicos? ¿Será que no saben qué significan las luces? o ¿es que creen que son adornos? Tanto nos quejamos del pésimo desempeño de los llamados “diablos rojos”, pero tenemos legiones de diablillos que se atraviesan a cualquiera, convencidos de que sus esqueletos los protegerán de un seguro golpe de parachoques.

Las consecuencias son de esperar, accidentes con sus consecuencias nefastas, luto y dolor. Sin embargo, debemos reconocer que en algunos casos son provocadas por estos malabaristas de acera, que no les importan el sonido de una bocina de auto para atender un alto precautorio, por el contrario la burla o el insulto es la respuesta.

Mejor dejemos el tránsito y veamos otros ejemplos, como el arrojar, ya sea a pie o en vehículo rodante, basura en cualquier parte, como una lata de cerveza que se estrella en tu parabrisas a plena luz del día. Nuestras avenidas están plagadas de basura, no solo por una mala recolección, sino por nuestros hábitos de arrojar desperdicios por doquier.

Los que han tenido la oportunidad de visitar otras capitales se preguntarán qué tienen esos ciudadanos que nosotros no podemos imitar; por qué si la gente en otras latitudes camina ordenadamente, aquí es un acto de malabarismo urbano tratar de desplazarse por las principales avenidas y ni decir de intentar caminar despreocupadamente en un centro comercial, donde los sesudos planificadores nunca imaginaron el éxito de sus centros para dotar de estacionamientos acorde con el flujo de compradores y sus manzanillos.

Vivimos en un país donde nadie parece saber cómo subir o bajar por una escalera en cualquier parte. Seríamos el hazmerreír si nos filmaran y nos colgaran en la Web, para que el mundo nos viera a cada quien subiendo y bajando como mejor le parece, tropezándose entre ellos.

¿Será que la educación ciudadana en Panamá es materia que no se enseña? ¿Será que nuestra educación se salta el educar a sus ciudadanos para que se comporten como seres civilizados?, o ¿es que el “juegavivo” es nuestro sello irremediablemente distintivo, que no permite que seamos ciudadanos de buenas costumbres? Y si no cree esto, atrévase a salir a nuestras calles y presten un poquito de atención.

*Administrador industrial.gperear@cableonda.net

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