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- 12/11/2010 01:00
Ojo con el bate presidencial
Después de escuchar al señor presidente de la República prometerle un ‘batazo’ a dos dirigentes del Comité Olímpico Panameño, por considerarlos responsables de la frustrada escogencia de Panamá como sede de los Juegos Deportivos Bolivarianos del 2013, entré en una profunda meditación y reflexión acerca de los caminos por donde transita el Gobierno Nacional; en primer lugar, tenemos que considerar que Panamá no es Ricardo Martinelli ni Ricardo Martinelli es Panamá.
El primer magistrado de una Nación, como lo es sin lugar a dudas el señor Ricardo Martinelli, debe ser portador permanente de un certificado de buena conducta, la amenaza de ‘batazo’ solo revela un comportamiento violento, la ira nunca es la solución para nada, puede ayudarnos a resolver situaciones de peligro o de amenaza para nuestra integridad, pero nunca será el camino para resolver nuestros conflictos y, mucho menos, para dirigir un país.
El filósofo español Ramón Irigoyen, en su obra La locura de los césares, sostiene que algunos emperadores, haciendo alarde de su poder supremo, padecieron en alguna forma de trastorno de la personalidad, con una inestabilidad generalizada del estado de ánimo.
Pero en su obra El retorno de los césares, José Manuel Otero Novas, cuestiona la idea del ‘progreso inevitable’ —progresismo político—, y denuncia la sustitución de la ética por la estética. Los cambios políticos dice ‘se suceden cuando los líderes sociales ignoran la historia o cuando, a pesar de no ignorarla, son víctimas del orgullo de pensar que ellos son diferentes y que pueden cambiarlo todo, creyéndose inmunes ante los inevitables cambios cíclicos de las fuerzas y tendencias en el espíritu de las sociedades’.
Otero explica este fenómeno, apoyándose en la mitología griega: ‘Apolo representa al dios de la mesura, de la lírica, de la tranquilidad; Dionisio es, sin embargo, la divinidad de la locura, de lo extremo, de la embriaguez’. De una u otra forma, estos espíritus se han ido sucediendo a lo lago de la historia —sostiene el autor— en épocas dionisíacas y épocas apolíneas e inevitablemente lo seguirán haciendo.
Para el autor, el momento presente está a caballo entre los dos dioses y corre el riesgo de ser el inicio de una situación que dará como resultado el surgimiento de nuevos césares, no necesariamente al estilo de un caudillo militar, sino como populismo político.
Son conscientes los panameños (y yo soy panameño) de la crisis del deporte nacional en general, no soy un ducho en la temática, pero para mí, ella responde a una crisis mayor: la institucional. Llámese COP, llámese Pandeportes, el deporte nacional está en la sala de cuidados intensivos y un batazo terminará por acabar con su vida.
El equipo de asesores del presidente de la Nación, debe ayudarlo a distenderse para que entre en un estado de reflexión crítica acerca de la situación del deporte nacional, la pugna entre dos dirigentes del olimpismo panameño no es un hecho aislado dentro de la crisis global, es consecuencia de ella; la crisis deportiva resulta oportuna para provocar una profunda revisión de las actuales estructuras del deporte nacional, para entonces emprender una transformación estructural del deporte panameño.
Hay que delinear una política de Estado para el deporte, la política es la búsqueda de lo que es bueno o útil para la sociedad, es la determinación del bien común. El deporte representa desde esta perspectiva una realidad científica incuestionable, mejora la calidad de vida de los individuos, lucha contra los males que deterioran la sociedad (drogas, alcoholismo, etc.); por lo tanto, su fomento y desarrollo debe ser uno de los objetivos políticos del Estado panameño.
En un contexto político democrático las decisiones importantes para el deporte se discuten públicamente y pasan por el parlamento, enmarcándose de manera coherente dentro de un conjunto de medidas que permiten un mejor desarrollo de esta actividad. Eso sí, batazos, no.
Señor presidente, todo entendimiento es saludable, menos los batazos.
*EDUCADOR.