• 12/07/2014 02:01

Desarrollo político-social

 Las grandes organizaciones se enfrentan entre ellas y pretenden marginar a los países pequeños

El mundo se está complicando por la feroz competencia económica de los diferentes frentes monetarios que se disputan la hegemonía y el control político militar. El marco general es neoliberal, pero algunos son más salvajes en su versión del manejo del Capitalismo. Los países emergentes reclaman su participación y su derecho a no continuar siendo explotados. Unen sus fuerzas y ya son un componente valorizado en la competencia por los mercados.

Grandes centros aspiran a mantener el control: Londres, Nueva York, Arabia. Las grandes organizaciones se enfrentan entre ellas y pretenden marginar a los países pequeños, pintándonos de gris o negro, para que no estorbemos. Las deudas multimillonarias afectan a todos los países, los pobres y los ricos. Nadie puede pagarlas y los intereses las hacen ‘buitres’. Las economías pobres, que con gran esfuerzo intentan sobrevivir, se ven acosadas y diezmadas por esas deudas y sus intereses.

Diferentes nombres surgen: Capitalismo de Estado, Socialismo de mercado, económicas híbridas, Capitalismo, imperialismo, y se anteponen a socialismos de diferentes siglos, estalinistas, caribeños, democráticos, moderados, etc. Complican aún más en el Medio Oriente por influencias religiosas o sectarias, y entre chiíes y sunitas. Todo regado con petróleo, violencia, pero sobre todo mucho dinero. En nuestros medios los grandes grupos económicos, que son satélites de las influencias internacionales, giran y se adecuan a las contingencias locales para mantener su vigencia y flotar en este valle de lágrimas.

Los intelectuales, los sindicalistas, los campesinos, trabajadores, comerciantes medios, pequeños empresarios buscan sobrevivir en este caldo que ellos no controlan, pero que les permite una cuota de vida adaptándose a las condiciones a que dé lugar. A veces colgando de los oligarcas, otras de los militares, de los dictadores, a veces de EUA, caminando al ritmo de los instrumentos de moda.

Atrás van quedando las víctimas de la violación de los DDHH, los arruinados por las persecuciones dictatoriales, el sistema económico creador de riquezas, pero también de pobrezas y de marginados sobre todo en las áreas campesinas e indígenas. Pero en ese devenir aún con las muy limitadas perspectivas político-culturales-educativas; el país pareciera que va tomando conciencia y alcanzando niveles de decisión colectiva que crea una esperanza de mejor futuro.

La realidad es que nuestra sociedad la han deformado con prácticas frívolas de políticas, publicidad y economía que nos costará superar con el esfuerzo de las universidades y las organizaciones cívicas, gremiales y culturales para alcanzar ese Panamá mejor que se anhela. Después de los episodios de los últimos años de dictaduras, altas corrupciones y abusos mercantiles, todos abrigamos la esperanza de que para todos brillen nuevas luces; y que una nueva forma de sociología reflejada en nuevas formas armónicas, humanas y justas de economía, que refleje una función social de las empresas, bajo el concepto de responsabilidad social, traducida en empleo bien remunerado y precios justos para los consumidores.

El sudor y el trabajo se deben valorizar y que las investigaciones, las inversiones y la organización social sean para todos vivir mejor, no solo para el crecimiento del PIB. Un factor de unidad ha sido el nacionalismo que ha obtenido logros generacionales y que tiene que seguir siendo eje de unidad. El pensamiento panameñista ha obtenido en varias oportunidades el apoyo ciudadano para llevar adelante sus programas socializantes y nacionalistas.

Su metodología ha sido antagonizada por oligarquías, militares y EUA.

Hoy, nuevamente toma el poder ese esquema. Una ciudadanía más evolucionada debe participar en sus objetivos y, además, aportar las objeciones constructivas, para hacer avanzar el desarrollo social y político del país. El sectarismo es negativo y la asertividad una virtud a aplicar junto a la eficacia y la honestidad. Esto exige una comunicación permanente con toda la ciudadanía, todos sus sectores.

Metodológicamente y logísticamente esto es difícil, por lo cual es importante crear y mantener los canales de comunicación expeditos. Los trabajadores y campesinos son la fuerza vital y a ellos se debe orientar ese objetivo. Los empresarios, motores de producción, deben colaborar a este esquema de unidad de esfuerzos por el bien común, sin permitir los vicios de explotación o ilegalidades o corrupción de ningún sector.

Los modelos de Sudamérica deben observarse de cerca, porque ellos tienen las mismas problemáticas nuestras y sus experiencias deben sernos de gran utilidad. La Justicia, eliminando la inmunidad, es promesa que debe cumplirse para prevenir los abusos del pasado. Las auditorías deben motivar el rescate de los bienes mal habidos y su devolución para pagar la deuda externa y la indemnización de las víctimas y a la ciudadanía.

Las grandes fortunas deben contribuir a las soluciones de desarrollo social, como el control de precios de los alimentos, medicamentos y productos de primera necesidad. Directamente, por el Estado o por ONG, se debe crear un fondo de Justicia para contribuir a ese objetivo. Cuando se predica de reinventar la política, deben recorrerse todos los errores del pasado y darles una fórmula factible y potable (para usar sus términos), eliminando todos los símbolos, contribuir con los fondos de la justicia ya mencionados y substituir el mercantilismo por Desarrollo Social.

MÉDICO

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