• 14/08/2014 22:26

La construcción del Canal y su gente

En el caso de los antillanos, su contribución a los movimientos sociales a lo largo del siglo XX fue notable. 

Durante la construcción del Canal de Panamá, entre 1904 y 1914, la Compañía encargada de la obra del gobierno norteamericano contrató cerca de 100 mil trabajadores extranjeros. A su vez, a Panamá llegaron a buscar oportunidades de trabajo en las ciudades terminales, otra cantidad significativa de inmigrantes cuyo número no se ha calculado.

Cerca del 60 por ciento de los trabajadores que llegaron a las costas panameñas para integrarse a las labores del Canal eran originarios de las islas caribeñas en aquel entonces bajo mandatos francés, británico y holandés. Las autoridades norteamericanas también contrataron a cerca de 20 mil trabajadores de Europa (españoles, italianos y griegos).

En la década de 1930, EEUU desarrolló un enorme esfuerzo en torno al Canal de Panamá preparándose para intervenir en la guerra mundial que se avecinaba. Las huellas de esa inversión aún se aprecian en las bases militares que construyó entre 1936 y 1940 (Howard, Clayton, Sherman, Rodman y otras). Estas construcciones la realizaron en parte trabajadores que nuevamente fueron reclutados en las islas del Caribe. A diferencia de la construcción del Canal a principios del siglo XX, en esta ocasión fueron empleados decenas de miles de trabajadores panameños de las provincias del interior de la República.


La migración de trabajadores a Panamá para construir el Canal transformó el Istmo y, especialmente, sus ciudades terminales. La población se multiplicó varias veces en las primeras dos décadas del siglo pasado. La ciudad de Panamá que tenía un área de apenas dos kilómetros cuadrados en 1903, se expandió hacia el cerro Ancón y las sabanas, para ocupar un área de 40 kilómetros cuadrados: El Chorrillo, Calidonia, La Exposición y Bella Vista. La población de la ciudad pasó de 15 mil habitantes a 60 mil habitantes. En el caso de Colón, el impacto fue aún más impresionante.

EEUU ‘segregó’ un área para construir y operar la nueva vía que bautizó con el nombre de 'Zona del Canal de Panamá' (más de mil kilómetros cuadrados). En esa área, que se extendía de un extremo al otro del Istmo, vivían 60 mil personas en condiciones controladas estrictamente por las autoridades militares norteamericanas. La gran mayoría de los habitantes era norteamericana empleados por la Compañía del Canal. También había una población militar que fluctuaba según los compromisos bélicos de Washington.

EEUU veía las áreas de operación y residencial de la 'Zona del Canal' como un laboratorio para experimentar nuevas formas de vida en el trópico. En cambio los comerciantes y especuladores que gobernaban el país desde 1903 buscaban afanosamente negocios para enriquecerse rapidamente. Como resultado de las políticas de segregación y de desarrollo urbano de EEUU, que contrastaban con la improvisación en las ciudades terminales, surgió una barrera social entre ambos sectores.

Por un lado, EEUU creó un sistema de remuneración para los trabajadores basado en los antecedentes étnicos. A los trabajadores norteamericanos (de ascendencia europea del sur de EEUU) se les proporcionaba salarios pagados en ‘oro’ y condiciones favorables de trabajo (que incluían vivienda e, incuso, clubes sociales). En cambio, a los trabajadores de ascendencia africana de las Antillas se les pagaba en ‘plata’ y no recibían beneficios laborales. Cuando se inauguró el Canal casi todos los antillanos vivían en las ciudades de Panamá y Colón en casonas construidas por los especuladores panameños (y extranjeros). Muy pocos trabajadores de Europa se quedaron en Panamá. Muchos regresaron a sus países de origen, otros siguieron camino hacia otros países de la región y unos pocos se quedaron en Panamá. Algunos prosperaron en el comercio local y otros, incluso, se trasladaron a las áreas rurales con el fin de emprender actividades agropecuarias.

En el caso de los antillanos, su contribución a los movimientos sociales a lo largo del siglo XX fue notable. Desde un dirigente como W.P. Stoute, un intelectual como G. Westerman o gremialista como Anderson. Debido a las políticas de segregación, muy pocos lograron escalar posiciones de influencia económica o social (política) en Panamá. Se pueden mencionar a Young y Alleyne. En el caso de los antillanos de origen europeo se destacan los Boyd y los Ford, asimismo los Motta, Del Valle y Toledano, entre otros. Entre los europeos, muchos llegaron a Panamá durante la construcción del Canal e hicieron fortuna posteriormente, como los Tagarópulos (griegos), Martinelli (italianos) y Varela (españoles).

Muchos intelectuales panameños de trayectoria destacada son descendientes también de aquellos hombres y mujeres que trabajaron en la obra y participaron, aunque marginalmente, de aquella inauguración en 1914 que incluyo una travesía por el Canal por el entonces presidente Belisario Porras. Un Ricord (de origen francés), un Laurenza (italiano), Korsi (griego), así como un Maloney y Priestley (antillanos).

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