• 21/10/2014 02:00

Delincuencia juvenil: flagelo del subdesarrollo (II)

Columna de opinión

Los grupos de pares de estos delincuentes, el vínculo, la alianza, se hacen en función del delito, el quehacer fundamental lo constituye la comisión del hecho como único elemento de cohesión de grupo de pertenencia.

El grupo o la pandilla, le sirve para canalizar sus pulsiones agresivas hacia la sociedad, a través de la organización del delito. Los grupos de pares son los depositarios para llevar a cabo conductas con finalidad vindicatoria, es decir, de venganza. El grupo refuerza sus aspectos más negativos, la agresividad, brutalidad y hostilidad hacia el mundo, el rencor, la justificación de sus acciones, todo indica que en el grupo se sienten más fuertes, más protegidos.

Los grupos de pares también reproducen la misma estructura psicosocial y sociodinámica del delincuente juvenil, en ellos la agresividad exacerbada se desarrolla en extremo, son grupos actuadores, no reflexivos, inestructurados y lábiles, sin vínculos afectivos, inestables y cambiantes, con poca o nula capacidad de abstracción, conceptualización y pobreza de lenguaje.

Si vamos a los llamados centro de rehabilitación de estos jóvenes delincuentes observaremos que reproducen la dinámica de la estructura familiar y de los grupos de pares: inestructuración, violencia, labilidad, inconsistencias, agresividad y privación, en fin psicopatología institucional.

El aparato policial represivo y jurídico tampoco es el único indicado para poner término al flagelo que día a día se propaga con mayor fuerza en el tejido social.

La solución al problema es estructural, es integral, pasa por las transformaciones sociales, económicas de la familia e institucionales. Los paliativos y remiendos solo conllevarán a acentuar el problema que parece haber escalado a la categoría de crisis.

*PROFESOR DE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA DE LA UP.

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