• 06/01/2017 01:00

Justicia simulada

Y a nuestra soberanía porque desde allá tienen la osadía de ‘sugerir' la venta de los diarios como si fuera una tienda de vender zapatos

Así como llegué, me voy, o mejor dicho ‘me van' unos señores tenebrosos que no dan la cara, pero que tienen el poder para decir ‘Silencio, yo acuso'. Hoy recuerdo la emoción de ver mi primera columna publicada el 16 de mayo de 2016 en este diario de tanto prestigio. Hoy me despido en esta columna ‘A mi manera' pero no con palabras de esperanza y optimismo. No. Hoy no encuentro palabras que apacigüen la tristeza, la indignación y la impotencia ante la injusticia del ‘Yo acuso' que pone una venda en la boca del acusado para negarle el consagrado derecho a defenderse. Mi cerebro se niega a procesar con serenidad este abuso; no lo acepta mansamente.

Mi respeto hacia los valores democráticos rechaza el atropello del poderoso imperio con largas historias de avasallamiento contra los más débiles. Sin ejército invasor ni aviones ni bombas, esta vez atacan, no solo a un hombre sino a más de 250 familias víctimas inermes ante un inmerecido castigo colectivo; atacan la libertad de expresión y el derecho a la información, ‘daños colaterales' que no importan. Y a nuestra soberanía porque desde allá tienen la osadía de ‘sugerir' la venta de los diarios como si fuera una tienda de vender zapatos.

En este escrito repito, por necesidad, la palabra ‘derecho' porque el derecho a la defensa, que está contemplado en cuanto documento ha nacido para estipularlo con claridad, ha sido totalmente despreciado en el caso GESE. ¡Quién hubiera pensado que quienes se consideran ejemplo de respeto a los Derechos Humanos, hoy se reservan el derecho de acusar y condenar sin mostrar las pruebas; sin permitir al acusado un derecho que permiten las leyes de los países democráticos que lo respetan; que garantiza el debido proceso, hoy letra muerta para el Gobierno norteamericano. Y es este mi mayor desengaño viniendo de un país como los Estados Unidos de Norteamérica que tanto cacarea su respeto a los Derechos Humanos; que ‘ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo'.

¡Qué fácil decir que la solución es que Waked venda los periódicos! Y fácil me resulta responder que mi indignación no nace por el dinero que pierda o gane el propietario del diario sino que a Abdul Waked, a Juan Pérez, a usted o a mí se nos niegue el derecho a defendernos. Todos los acusados de ofensas criminales tienen el derecho a un abogado durante todo el procedimiento legal. La OFAC, en nombre del Gobierno norteamericano, ha actuado como un Pancho Villa, que dijo ante el caso de un detenido, ‘Fusílenlo, después averiguamos'. En este caso es ‘Fusílenlo, después le decimos por qué'.

No sé qué futuro le depara a los diarios La Estrella y El Siglo. La Estrella de Panamá brilló desde 1849. Hoy su luz la apagan la arrogancia y la injusticia. Y no me vengan con el cuento de que los Estados Unidos es la ‘cuna de la libertad'. Admiro y respeto al buen pueblo norteamericano que hizo y hace grande a su país. Pero no a los que hoy lo empequeñecen.

Con sentimientos de pena e indignación imagino las salas de redacción vacías, sin el bullicio del ir y venir de periodistas, oficinistas, correctores, diagramadores; los teclados mudos; computadoras sin letras en la pantalla y maquinarias paralizadas. Me despido hoy con letras amargas, resentidas y tristes por la conducta del poderoso. Pero agradecida por haber tenido el honor de escribir durante ocho meses en La Estrella de Panamá , decana del periodismo panameño. Me marcho con mi maleta llena de miles de palabras que guardaba para esta columna. No importa que no vuelva a escribir, pero me entristece que al amanecer de cada mañana no oiré el ¡plop! de La Estrella de Panamá que recogía para leer mientras tomaba una taza de café. De Platón: ‘La peor forma de injusticia es la justicia simulada'.

COMUNICADORA SOCIAL.

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