
Julio Bermúdez Valdés
La tercera edad no es el fin
Ese es un mérito que se lleva, sin regateo alguno, la Alcaldía que encabeza José Isabel Blandón.
¿Cuánto o qué requiere una persona para desplegar sobre un escenario todo su talento? Sobre todo, si ha esperado la ocasión durante setenta y tantos de años, hasta que por fin alguien le da la oportunidad, y entonces desborda lo que ha llevado adentro, aquello de lo que es capaz.
Eso fue lo que centenares de personas de distintos corregimientos de la Ciudad de Panamá pudimos observar la noche del siete de junio pasado en las Islas del Centro de Convenciones Atlapa, cuando doce representantes de la tercera edad, entre ellos mi madre, Olga Alicia Valdés, participaron del festival de canciones ‘Estrellas Doradas Cantan', organizado por el Municipio de Panamá.
Venían de una clasificación de más de treinta concursantes, que ya el año pasado en el teatro Balboa habían visto emocionados a otra tanda de participantes capaces de hacer vibrar a un público.
Nada más conmovedor que verlos allí, en esa tarima rescatando el talento con que han vivido en la intimidad de sus hogares, o en solitario, sin que nadie o pocos supieran que podían hacerlo, y hacerlo bien; buscando en el entusiasmo las fuerzas invertidas en el largo camino de sus existencias, que permanecían intactas en su voz y en el lenguaje de su cuerpo, y que en ese momento podían presentar, como para decirle a quienes los mirábamos y los aplaudíamos, que la vida es una suerte de decisión, esperanza y voluntad, no importa la edad o los temores, sino la oportunidad que alguien les dé. Ese es un mérito que se lleva, sin regateo alguno, la Alcaldía que encabeza José Isabel Blandón.
No se trata únicamente de la ventana abierta a los concursantes, sino de la movilización que provoca, de sus familiares, las barras que cada uno de ellos lleva, el entusiasmo y el respeto con que cada una aplaudió, gritó, sonó tronera y esparció alegría. Pero sobre todo un hecho: la atención dada a este sector de nuestra sociedad a menudo olvidado y arrinconado, desvalorado por algunos que no logran entender que ellos, que por una vida aportaron los bloques que construyeron nuestra sociedad, merecen el respeto y la atención de los mejores, de los humildes y de los que, pese a los años, poseen el ánimo de cantar, bailar y estimular a quienes, equivocadamente, piensan que sus mejores años han pasado.
Fue una fiesta de ellos, de los viejos, de nuestros viejos, y de nosotros, que al igual que ellos estuvimos por semanas ensayándolos, marcándoles los tiempos, percibiendo su preocupación, su nerviosismo y el deseo de cumplir y demostrar que ellos también pueden arrancar aplausos por el buen ritmo que llevan, o por las risas de aprobación cuando alguna equivocación los asaltaba. Lo hicieron y lo hicieron mejor de lo que se podía esperar. Manuel Quiñones de Río Abajo se llevó el triunfo, compartió los aplausos que también merecieron, entre otros, Carlos Jordán, Argelis Bolívar, Kenneth Wisner, Emarina Miles o Alexis Villa... todos aprovecharon la ventana.
Hay otras cosas por las que José Isabel Blandón merece nuestras gracias, Calidonia es una de ellas, pero lo de la noche del siete de junio te entrega alcalde, nuestro agradecimiento y nuestro aplauso.
PERIODISTA
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