Nuestro país ha venido viviendo momentos que creo sinceramente, nadie podía prever. Al día de hoy pareciera que hay una calma preocupante por el simple hecho que reina una incertidumbre en varios aspectos que casi todos giran en torno al gobierno nacional.

Lo malo de esto es que este estado, puede afectar no solo la inversión extranjera directa, que leímos recientemente que se había visto reducido considerablemente, sino el propio comercio regular interno, con su consecuente efecto en los niveles de desempleo que, se puede percibir se han visto incrementados. Recientemente se han visto a “ferias de empleo” donde se puede ver a miles de personas que aspiran a un puesto de trabajo.

Esto nos demuestra que hay necesidad y ganas de trabajar. En varias ocasiones estos aspirantes se ven frustrados porque, más frecuentemente de lo que les gustaría, no llenan los requisitos completos que las empresas están requiriendo. Lo que a su vez nos demuestra que hay un problema con el tipo de educación que muchos de nuestros jóvenes están recibiendo en las escuelas y colegios del país.

Esto genera una cadena de responsabilidad que pudiera iniciarse en los propios hogares de los ciudadanos que quieren trabajar. No todo el mundo quiere comprometerse a tener una responsabilidad como lo es un empleo. Pero es una realidad que no todo el mundo está preparado ni tiene los conocimientos para emprender su propio negocio.

Nos encontramos con jóvenes que no sabe ni siquiera leer un estado bancario y mucho menos elaborar un presupuesto, una planilla o algo tan sencillo como podría ser, organizarse para iniciar un negocio propio.

Inmediatamente después se puede apreciar el choque entre generaciones. Por un lado, hay una que se sienten productivas, con mucho conocimiento, una experiencia invaluable, altos valores cívicos, éticos y morales y con todo el dinamismo que se requiere para desempeñar de una manera óptima un trabajo. El problema es que hay empleadores que piensan que después de los 55 las personas ya no rinden igual y al llegar a la edad de jubilación, terminan las relaciones laborales con estos.

Estos tienen varias opciones como por ejemplo crear su propio negocio, en muchas ocasiones para competir con sus anteriores patronos o en su defecto, vivir de esa pensión que para muchos no alcanza para las necesidades a las cuales estaban acostumbrados mientras laboraban. Y encima, a pesar de que se les prometió, no prosperó la medida de que se les hiciera un ajuste periódico que coincidiera con la inflación anual.

Los de edad más intermedia, sienten que, mientras los más antiguos no sean retirados ellos tendrán menos oportunidades de ascender a posiciones donde se les remunere de mejor manera y por ende poder pensionarse con un monto superior. En varias ocasiones tienen el conocimiento, pero no tanta experiencia como a los que quieren reemplazar.

Luego vienen los jóvenes, que son las más nuevas generaciones que llegan con un nuevo “chip” en el cerebro que en ocasiones ni ellos mismos logran entender. Pero tienen la capacidad (innata creería yo) de poder poner a funcionar cualquier cosa sin leer ningún libro de instrucciones ni nada similar. Estas mismas generaciones no sienten apego por la fidelidad ni por el compromiso y pueden renunciar por la sencilla razón que ya llevan más de seis meses “haciendo lo mismo” o por razones tan inverosímiles como que les ofrecieron $50 más de lo que gana en la actualidad.

Estos jóvenes tienen quizás un poco más de estudio, pero tienen poca experiencia y viven agarrados de la mano de la inmediatez, con sus respectivas consecuencias.

Entonces, tremendo trabajo tiene los reclutadores, pues lo ideal sería un buen batido de los 3 grupos, ¿verdad? Pero eso en la realidad, se podría decir que casi que no existe.

Por otro lado, desde la época de la pandemia, no se ayudó a la micro, pequeña y mediana empresa, quienes son los generadores de la amplísima mayoría de los empleos en el país. No importa cuantas grandes corporaciones lleguen a invertir a Panamá, se requerirá de estas pequeñas empresas que, venían de un quinquenio para olvidar previo al 2019 y para cuando empezaban a “sacar la cabeza” los golpeó la pandemia y las imprudentes acciones de un ministro de salud, que demostró mucha incapacidad y las acciones de un gobierno que no concretizó las medidas que se propusieron para que estas empresas se mantuvieran.

En otros países, algunos más grandes y otros más pequeños que el nuestro, las pymes recibieron una inyección de capital no reembolsable que, bajo supervisión estatal, debía utilizarse para mantener abiertas las empresas y los puestos de trabajo que tenían. Esto garantizó que los fondos fueran utilizados de manera correcta y que estos empresarios pudieran cumplir con sus obligaciones laborales, fiscales y de las respectivas prestaciones que por ley estaban obligados a cumplir.

De más esta decir que el dinero circuló y redujo el impacto que la pandemia pudo haberles infligido y por ende mantener la economía en movimiento.

La pregunta obligada entonces es: ¿Y en Panamá para cuándo?

*El autor es analista político y dirigente cívico
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