• 03/03/2018 01:03

Japanese: entre la mediocridad y la discriminación

Somos dados a elogiar a los responsables del fomento reiterado de la violencia a través de los medios masivos de comunicación y sus símbolos

Hace poco salió en las ‘redes sociales' un videoclip conteniendo una canción de esas que le llaman ‘reggae' —que en realidad poco tienen que ver con este género jamaiquino— y cuyo intérprete principal es el ‘reguesero' colonense conocido como Japanese. Lo particular del video fue la aparición, cual ‘coreografía', de supuestos miembros de una banda delictiva de la ciudad de Colón, luciendo armas de fuego y hasta se dice que en medio de la grabación las mismas fueron detonadas.

Este evento dio base para que se convirtiera en ‘tendencia' —reproducirse masivamente— en los medios virtuales como Facebook, Instagram y Twitter, sometiéndose a la mordaz crítica de quienes decían que se había producido un video que hacía apología del delito y de la violencia, ‘en perjuicio de nuestros niños', al mostrarse esa especie de imágenes, tal como lo planteó un presentador de noticias matutinas de una de las cadenas televisivas del país. No pocos opinaron de forma tal que veían en esa producción audiovisual burdas manifestaciones de una subcultura de la mediocridad. Lo que habla de la existencia de un estereotipo que suelen tener los de mi generación hacia los de las generaciones de jóvenes y adolescentes actuales en cuanto a sus obras, sentimientos y maneras de ver el mundo, medio paso a la discriminación.

No podemos negar que este cantautor ha cautivado a miles de jóvenes de clases populares y de estratos medios urbanos con sus interpretaciones musicales, a tal punto que se saben y cantan a coro sus canciones en medios diversos, incluidos universitarios. Tampoco se trata de decir que sus ‘plenas' son creaciones que cumplen con los requisitos de calidad de musicalizaciones de mayor complejidad o de calidad por sus contenidos temáticos con valores humanos profundos. Lo cierto es que se trata de lo propio, casi folclórico, de una subcultura de las nuevas generaciones urbanas que hay que comprender en su justa dimensión.

Sin duda, esta subcultura viene condicionada por un contexto sociocultural donde la mediocridad se fomenta, se comercializa y además, se enseña a ser complaciente con ella. Esto ocurre capitaneado por las programaciones ‘tóxicas' —como decían unos animadores de la televisora estatal— que se proyectan en los medios televisivos comerciales del país. Si algo abunda en estos medios televisivos y radiales es la mediocridad, en igual o mayor escala que el famoso video clip de ‘el Japa'; lo mismo que las imágenes más que frecuentes de escenas de violencia en horarios de programación donde ni niños ni adolescentes están durmiendo.

Nos encontramos entonces con ‘gente de medios' que suele orientar y generar opinión pública desde sus programas, pero que sospechosamente reprochan eventos como los del video de marras, en ‘defensa' de las niños o de la familia o de otras entidades que toquen las fibras emocionales del público, pero jamás recriminan las programaciones tóxicas de los medios en los cuales ejercen su labor periodística o de animación.

Al legendario Malcolm X se le adjudica una máxima absolutamente sabia y apropiada en nuestros tiempos de alta incidencia de las televisoras y radio emisoras en el modelamiento de las conductas y actitudes de nuestras poblaciones, tal es: ‘Cuídate de los medios de comunicación, porque vas a terminar odiando al oprimido y amando al opresor'.

Reaccionar tan rápida y viralmente en contra de la producción de Japanese, en atención a que no deben reproducirse imágenes estimuladoras de violencia y mediocridad, pero a la vez pasar desapercibido que en los medios televisivos se proyectan múltiples imágenes fomentadoras de valores y actitudes de violencia y de mediocridad, pareciera sacar a flote lo que denunciaba Malcolm X en su momento, que terminamos odiando al oprimido y amando al opresor; es decir, mostrar posiciones y conductas condenatorias de los ‘Japanese', porque se trata de un miembro de una clase social o de una etnia descalificable socialmente, mientras somos dados a elogiar a los responsables del fomento reiterado de la violencia a través de los medios masivos de comunicación y sus símbolos.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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