• 04/02/2019 01:03

Un sacrificio injusto

Me asombra cómo muchas personas, de lado y lado, opinan sobre lo que ocurre en Venezuela en estos tiempos

Me asombra cómo muchas personas, de lado y lado, opinan sobre lo que ocurre en Venezuela en estos tiempos en que la información sobre todas las cosas, es de poco confiar. La verdad ha muerto desde hace mucho tiempo y cualquiera toma un aparato electrónico para enviar datos amañados con el fin de torcer la realidad a su favor. Nada de lo que se diga sobre Venezuela, es confiable. Cierto es que hay intereses geopolíticos que necesariamente deben considerarse a la hora de ofrecer opiniones y subrayar conclusiones.

Que te cae mal Nicolás Maduro porque es un charlatán caricaturesco o te cae bien y lo apoyas porque representa una resistencia a las intenciones de los Estados Unidos en la región, no son argumentos válidos. Es un asunto muy complejo y enmarañado como para llegar a conclusiones un tanto emotivas. Y de eso hay mucho a la hora de asumir posiciones a favor y en contra (muchas veces en contra y sin balance), desatendiendo informaciones de fuentes, tal vez más precisas, más frías y fundamentadas.

Unos meses antes de la muerte de Hugo Chávez publiqué un artículo en donde cuestionaba las razones del presidente Chávez, tomando en cuenta la certitud de la muerte, sabiendo que el tiempo limita el poder. ¿Qué se quiere lograr? ¿Qué queremos dejar para los que servimos? Algunos párrafos que siguen plantean los argumentos de entonces.

Ser parte del concepto general de que todo Gobierno tiene la intención –como lo dicen en campaña– de trabajar para el pueblo y mejorar las condiciones de vida de los más necesitados. Esa promesa se hace aquí en Panamá, en Estados Unidos, en Rusia, China y en Venezuela. Es igual en todas partes.

En ese sentido, habíamos expuesto que el contexto en el cual se debe pretender seriamente llevar a cabo cambios profundos y significativos para corregir insuficiencias sociales está de cierta forma basado en la conceptuación que tienen de la sociedad los grupos políticos que se alternan en el poder y subrayado por el marco social que impera en la Nación como conciencia colectiva. También, sobre ese marco social pesa la carga de los constantes cambios y vaivenes globales que influyen sobre el conglomerado social en aspectos determinantes que definen la condición de vida de los integrantes de la sociedad; en particular, de los más necesitados.

Es difícil para cualquier Gobierno, en el marco social vigente y frente a las presiones globales que lo afectan, provocar cambios fundamentales y duraderos para redelinear el marco social en la cual opera la Nación… si la sociedad, a todos los niveles, no se compromete con esa visión.

Hugo Chávez había sido electo y reelecto democráticamente por la mayoría del pueblo venezolano. Eso ni los Estados Unidos lo cuestionaban. Pero su ejercicio en el poder fue accidentado y la oportunidad de impulsar cambios culturales, económicos y sociales para el pueblo venezolano sufrió considerablemente a la luz de sus decisiones políticas y su impetuosa personalidad.

Hay suficientes ejemplos históricos como para saber que las dinámicas político-sociales de una era específica en el tiempo, solo ofrecen la suficiente oportunidad para avanzar una causa determinada que provoque cambios profundos, significativos y duraderos en una sociedad.

La dinámica de las condiciones sociopolíticas, a inicios de este siglo XXI, no ofrece tiempo ni espacio para avanzar cambios duraderos ni en lo ideológico, político, social, cultural o económico. El chavismo, hoy representado por Maduro, lleva cerca de 20 años en el poder y, a todas luces, ha pasado el momento (esa ventana de las oportunidades) en donde debió haber trabajado a fondo la causa histórica que quiere dejarle a las futuras generaciones de venezolanos.

El bienestar del pueblo es la primera responsabilidad de un líder. Si el chavismo cambió de cierta forma las bases estructurales para mejorar la vida de las capas sociales más necesitadas del hermano pueblo venezolano, la poca visión de retiro estratégico, abanicado por la retórica confrontacional del Gobierno de Maduro, la información amañada y la corrupción han dado al traste con lo que pudiera haber sido un ejercicio social de cambios duraderos para los humildes. Al final el ciudadano común de lado y lado, los de la calle, el pueblo: son los que ponen los muertos y ese sacrificio no es justo. Esa debe ser la preocupación que debemos atender todos.

COMUNICADOR SOCIAL.

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