• 11/03/2019 01:03

Educación para el cambio

Los avances tecnológicos no deben dictar las pautas. No necesariamente se trata de más o mejor tecnología para la información y la enseñanza.

Creo que la mayoría estamos de acuerdo en que la amenaza inmediata a nuestro desarrollo tiene que ver con el tema de la corrupción y la enorme cantidad de dinero y recursos del Estado que se roban o se pierden por falta de controles, sistemas administrativos caducos o procesos de rendición de cuentas risibles que no se alinean con un sistema legal que garantice la certeza del castigo.

Pero la mayor amenaza a mediano y largo plazo es un sistema educativo perverso y desfasado que no promete perspectivas positivas en el tiempo, ante los cambios que a nivel global experimentan sociedades parecidas a las nuestras y con el potencial de crecimiento y desarrollo que tenemos.

En un día como hoy, en donde el alboroto mañanero por el inicio del año escolar produce un estrés poco deseado, los tranques que conocemos, la corredera de los padres en procurar que sus hijos lleguen a tiempo y con los recursos necesarios a la escuela, como en otros años, es de esperar.

También, como todos los años, falta que se complete un sinnúmero de nombramientos de profesores y algunos colegios, particularmente en sectores humildes, no están en condiciones para albergar a los muchachos y mucho menos procurar un ambiente adecuado para la experiencia enseñanza aprendizaje. A pesar de esto, y sin vergüenza, las autoridades visitan los colegios para recibir a los muchachos con alocuciones sobre la educación y el futuro del país. Pocos, muy pocos, están realmente pensando en la calidad de lo que los muchachos recibirán y si, en realidad, el sistema que tenemos les servirá para las próximas décadas.

Lo que le estamos entregando al país cada año es defectuoso, sino malo. Hay que asumir la responsabilidad de decirlo y aceptarlo. Los números y las evaluaciones están allí y no pretendo gastar líneas en este espacio demostrándolo. La conducta social y cultural (en términos generales) de los segmentos de la población que deben administrar el país en la segunda mitad de este siglo, es cuestionable.

Los avances tecnológicos no deben dictar las pautas. No necesariamente se trata de más o mejor tecnología para la información y la enseñanza. A diferencia de tan solo hace dos décadas, información valiosa para el aprendizaje y el conocimiento está al alcance de todos, hasta de los estudiantes con un celular y data en áreas rurales. Un estudiante perspicaz y dinámico, puede tener acceso a información más puntual y avanzada que un educador que trata de exponerle conceptos generales o críticos sobre un tema. Y ante todo, la disyuntiva sobre qué escoger como información de valor.

Yuval Noah Harari autor de ‘Sapiens' y de ‘21 lecciones para el siglo XXI', señala que: ‘en un mundo así, lo último que un profesor necesita darle a sus alumnos es más información. Ya tienen demasiada. En su lugar, las personas necesitan la capacidad de dar sentido a la información, de diferenciar entre lo que es importante y lo que no lo es, y sobre todo para combinar muchos bits de información en una imagen amplia del mundo'.

Entonces pregunta Noah Harari: ‘¿Qué deberíamos estar enseñando?' y el mismo contesta: ‘Muchos expertos pedagógicos argumentan que las escuelas deberían cambiar a la enseñanza de ‘las cuatro C': pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad. En términos más generales, las escuelas deberían minimizar las habilidades técnicas y enfatizar las habilidades para la vida de propósito general. Lo más importante de todo será la capacidad de lidiar con el cambio, aprender nuevas cosas y preservar su equilibrio mental en situaciones desconocidas. Para mantenerse al día con el mundo de 2050, no solo tendrá que inventar nuevas ideas y productos, sobre todo tendrá que reinventarse una y otra vez'.

Llegó la hora de reinventarnos, para librar a nuestros hijos de la miasma de la corrupción, la ignorancia y la chabacanería en la que estamos sumidos. El año escolar debe iniciar las correcciones de los males redundantes que no dejan progresar; hacer los cambios que necesita la Nación en su sistema educativo para enfrentar los desafíos del nuevo milenio. Las riquezas que pudiera seguir generando el desarrollo de la Ruta por Panamá no solo deben servir para edificar cosas de vidrio y concreto, sino para la construcción de un mejor ciudadano: que pueda asumir preparado y responsablemente los retos desconocidos del futuro.

COMUNICADOR SOCIAL.

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