• 14/10/2019 00:00

El carrusel

“Veo a Panamá como un carrusel. Un carrusel que históricamente estaba reservado a dos niños, y que al ser muy peleón uno de ellos, se quedó fuera [...]”

Llegamos al hito de los primeros cien días de Gobierno. No sé de dónde sacamos la idea de que cien días son un buen factor de medida para determinar cómo va a desempeñarse, o despeñarse, un Gobierno por cinco años. Se hace una gran propaganda, pagada por nuestros impuestos, para hacer ver al país los grandes logros en tan corto tiempo. Todos los funcionarios con un peso específico importante en el Gobierno de turno lucen sus mejores galas y entregan extensos documentos explicando cómo han compuesto el país. Estos documentos, al ser tan extensos, me hacen dudar de que alguien realmente los haya leído a profundidad. De una manera suspicaz vienen a mi mente un par de hábiles manos haciendo el infame “copy/paste” a algún documento que encontraran en la red, y añadiéndole bonitas y coloridas imágenes para luego agrupar ese denso papelero en una presentación formal, misma que las cabezas de las carteras estatales ondearan cual bandera frente a las cámaras de televisión, mientras aseguran que el país está avanzando.

A veces me equivoco cuando pienso mal. No es frecuente, pero ha pasado. Lejos de hacer una apología de mi pensar, lo sustento con el hecho de que estos primeros cien días me tienen muy confundido. Y es que este inicio del periodo gubernamental ha estado lleno de contradicciones.

Por un lado, en la campaña nos prometían que “la estrella” de este Gobierno sería la educación. Luego, a poco más de un mes en el poder, le recortan significativamente el presupuesto a las universidades.

Por otro lado, nuevamente en campaña, nos prometieron gobernar con los mejores, de donde vinieran. La realidad ha sido que, a los ojos del Gobierno de turno, los mejores son todos miembros de su partido, y no precisamente caras nuevas, sino algunos de los creadores de los peores escándalos de los que nos hemos enterado. Muy confuso el discurso versus el proceder.

Otra cosa que no comprendo es dónde quedó aquello de que una vez ganada la elección, todos nos uniríamos bajo una sola bandera, la bandera de Panamá. ¿Será por el hecho circunstancial de que la bandera del partido en poder tiene los mismos colores que nuestra Bandera Nacional, pero al parecer se han confundido, y la bandera que identifican como “de todos”, es precisamente la de ellos…?

Mis dudas despertaron cuando el, en ese entonces, candidato presidencial apareció en un vídeo dando la orden de que “no se habla mal de ningún copartidario”. En ese momento tranquilicé mi inquietud, dando el beneficio de que, al estar en campaña, no se quería agitar las aguas de lo que vendría a ser una victoria por una nariz contra otro partido político en un reñido duelo electoral. Ahora veo con pesar que se han tomado a pecho esa orden, y sin importar lo descabellado del actuar de algún funcionario, nadie dice nada.

Lejos de asombrarme, empiezo a ver que este será mi Panamá por los próximos cinco años, “duélale a quien le duela”, como bien nos ha dicho un innombrable.

Para dar certeza al mal augurio, el Gobierno de turno emula el proceder del Gobierno anterior. En campaña nos enseñaban un grueso documento, su arma secreta, el todopoderoso “Plan de Gobierno”, cuya creación atribuían a eminencias universales y que con solo blandirlo, cual espada de fuego, traerían luz al oscuro panorama nacional, pues el cuasi-mágico código contenía la solución a todos nuestros problemas… venían a salvarnos.

Ahora resulta que no venían a salvarnos a nosotros. Sucede que el “Plan de Gobierno” perdió su efectividad, pues el desastre dejado por el Gobierno anterior es resistente a la magia del otrora “infalible” documento, haciendo que todos los problemas sean imposibles de reparar. ¿Suena familiar?...

Nuestro presidente sigue diciendo de manera tajante que todas las decisiones son tomadas por él. Ahora sí estoy perdido. Perplejo observé cómo el 6 de agosto se emitió la Resolución No. 69, por la cual se equiparaba la educación a la experiencia. Luego, por presiones ciudadanas, la mencionada resolución se “maquillaría” un poco con la Resolución No. 84 el 10 de septiembre, cuando el clamor ciudadano y gremial era que se eliminara por completo. Todo esto viniendo del señor que nos decía “juntos lo haremos”. ¿Juntos? ¿Quiénes? Porque evidentemente no somos nosotros los que lo acompañaremos.

Mientras nos sermonean sobre “la separación de poderes”, el Ejecutivo no objeta nada de lo que su partido envía, mientras el presidente asegura tener la última palabra en todo. Debo entender que cada nombramiento polémico lleva su aval, dejando atrás la esperanza que vendió de hacer las cosas de manera diferente. Solo son cien días, pero no veo nada nuevo. Un cambio de colores, y ya.

Veo a Panamá como un carrusel. Un carrusel que históricamente estaba reservado a dos niños, y que al ser muy peleón uno de ellos, se quedó fuera de su vuelta dos veces, permitiendo ese nuevo espacio la entrada de un tercer niño que, aparte de llorón, es muy mentiroso. Acá los que perdemos somos los panameños, tristes espectadores mudos del carrusel que sigue dando las mismas vueltas con uno de tres niños cada vez. Lo peor es que nosotros pagamos sus boletos.

Dios nos guíe.

Ingeniero civil, miembro de SPIA-Coici, Seccional de Azuero, inspector de la JTIA.
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