• 02/12/2019 10:25

Constituyente democrática vs. reformas elitistas

Constituyente democrática vs. reformas elitistas

En la actualidad el tema de las reformas constitucionales ha venido suscitando un creciente debate en la sociedad panameña, no solo por su contenido improcedente, parcial y caprichoso, sino por el método que se pretende utilizar con el fin de emparchar la Constitución vigente, sin consultar a las fuerzas vivas del país.

El criterio con que las propuestas han surgido, dirigidas por un pequeño grupo de personas y en forma no integral, nace de posiciones elitistas, pensando que unos cuantos expertos son los únicos capaces de dirigir los destinos constitucionales del país, sin tomar en cuenta las bases populares y representativas.

Entendemos que en la práctica, casi todas las reformas constitucionales son el fruto de un querer altamente minoritario de la población y por ello, es que cobra más fuerza la necesidad de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente con claras reglas democráticas, por el hecho de que esta sería el resultado de acuerdos populares, con cambios que saldrían de las bases soberanas del pueblo. En fin, debemos decidir si queremos una Constituyente democrática o seguiremos con la alternativa de unas reformas elitistas.

Debo explicar que en el año 1972 se realizó en Panamá una Asamblea Constituyente de corte no democrático, ese tipo de Constituyente no es el que queremos para nuestro país, ya que esa Constituyente también fue elitista, con una elite de la peor especie, puesto que nació en medio de la dictadura militar. Hoy, por el contrario, lo que la población quiere mayoritariamente es una Constituyente Democrática (originaria), cuyos miembros sean elegidos correctamente por el pueblo y no unas reformas o cualquier otro tipo de método poco democrático.

Al respecto, en la edición de La Estrella de Panamá del 9 de noviembre de 2019, en su artículo de opinión titulado “El proceso constituyente”, el médico Juan Carlos Mas, expresó con justicia: “Nadie aceptará una constitución que no salga del seno de la población, es eso lo que le dará legitimidad”. Y agregó: “Lo nuevo, como las raíces, debe venir desde abajo, desde el suelo de la comunidad. Una verdadera constitución es expresiva del estado de las relaciones de fuerza en la sociedad. En consecuencia, por más que esté bien redactada, si nace desde arriba será expresiva de los intereses predominantes”. Asimismo, dejó entrever que una confusión muy común en las personas es creer que los diputados constituyentes saldrían no de las bases populares, sino de los partidos políticos, como si se tratase de un “torneo electoral”.

Coincidimos en que para que la Constituyente sea democrática, los diputados constituyentes deben ser escogidos de otra manera. Por ejemplo, en la Asamblea Nacional Constituyente que se realizó entre 1945 y 1946, aunque los triunfadores como diputados constituyentes fueron los candidatos de los partidos políticos, se utilizó un método en el que se eligieron muchos candidatos de listas escogidas exclusivamente por gremios y asociaciones. Por tanto, se haría necesario, con esa experiencia anterior y adecuándonos a las suspicacias de nuestros tiempos, que cuando se organice y reglamente la elección para la Constituyente, las listas de candidatos sean establecidas de una forma más equitativa, y por consiguiente los diputados sean lo más representativo que se pueda, de los partidos, los gremios, las asociaciones, los sindicatos y las fuerzas vivas del país. La representación de todos los partidos políticos sugeriríamos que alcance un 20 % de los diputados electos y el 80 % restante se distribuya entre las asociaciones, gremios, sindicatos e independientes de libre postulación, etc. Este sistema nos llevaría a conseguir un mejor equilibrio de la elección y por ello en la misma Asamblea Constituyente, porque lo importante es la representación y el apoyo de todos, tal como advirtió, en el año 2002, mi esposo, el doctor Carlos Iván Zúñiga Guardia, cuando dijera: “Siempre una nueva constitución debe contar con el apoyo de todos los sectores políticos y sociales, para que represente la voluntad de la nación”.

Por otro lado, el sistema que se adopte debe velar para que los diputados constituyentes, escogidos en las urnas, salgan electos con base a sus propuestas y estén obligados a rendir cuentas a sus electores. Estos diputados constituyentes en funciones deben ser vigilados y sancionados por Ley, si se demuestra que traicionan dolosamente sus propuestas. Con esto lo que se quiere es buscar legitimidad en el actuar de los que sean designados. De manera que es imperativo que la votación sea por propuestas y no dirigida a figuras que no representan ninguna posición patriótica, ni seria ni honesta. Esto garantizaría en alguna medida que los electores no fuesen engañados por los elegidos.

Los proponentes de una Constituyente debieran estar trabajando desde ahora en su organización y reglamentación, estableciendo cuáles serán las pautas, porque de tener éxito en sus exigencias, cuando se pase a la fase de emitir leyes o decretos ya se debe tener una propuesta del método consensuado, que señale las reglas de juego. Estas deben incluir además de esas sugerencias, que la Constituyente tenga un término de duración o tal vez que deba ponerse en sesión permanente hasta concluir las deliberaciones o que la Asamblea Constituyente pueda nutrirse con una junta de expertos. Sin embargo, todo depende de la buena voluntad de la ciudadanía en general.

No debemos olvidar que las juventudes de hoy se comunican por las redes sociales y forman sus propios criterios, al margen de los medios de comunicación y de la elites a las que generalmente estos mismos medios representan. Es por ello que los jóvenes ven con más claridad la necesidad de una Constituyente Democrática, y no de unas Reformas, ni de una Constituyente paralela, porque estas últimas alternativas serían elitistas y por ende, menos democráticas. Propongo que debatamos profundamente sobre la necesidad o no de una Constituyente. Los Gobiernos tienen la obligación de ser previsores y escuchar la voz de los ciudadanos antes de que los problemas del país se salgan de control. Estamos ante una oportunidad más de perfeccionar nuestra democracia.

Poetisa y docente jubilada.
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