• 06/12/2019 00:00

PISA: el grito reiterado

Editorial e informativamente, la mayoría de los medios han centrado su atención en los desastrosos resultados de PISA, una medición internacional sobre el nivel educativo que se aplica a estudiantes de 15 años, y según los cuales Panamá de 79 países ocupa el lugar 71.

Editorial e informativamente, la mayoría de los medios han centrado su atención en los desastrosos resultados de PISA, una medición internacional sobre el nivel educativo que se aplica a estudiantes de 15 años, y según los cuales Panamá de 79 países ocupa el lugar 71.

Problemas de lectura, de compresión, déficit en matemáticas. Ni de lejos se puede responsabilizar a los estudiantes por esto. Ellos y el país son las víctimas de un sistema, sí, pero también del déficit docente y la ausencia de voluntad de una clase política que parece más ocupada en otros detalles que en el futuro educativo del país.

Falta de voluntad, porque es innegable que la sociedad panameña ha realizado reiterados ejercicios y consensuado numerosos acuerdos sobre este tema, pero la educación es tratada como cualquier asunto, y cada vez que un Gobierno reemplaza a otro llega con su librito y todo lo avanzado en el anterior queda allí, sepultado por una indiferencia letal.

La situación educativa es hoy la más contundente expresión de inmadurez y de falta de responsabilidad de la sociedad panameña que se expresa a través de una clase política que fija sus prioridades en otro norte, y no en el de la necesidad de elevar los niveles cualitativos de educación de los relevos generacionales.

Doce ministros de educación en 30 años constituyen la más sólida expresión de esa irresponsabilidad y de esa inmadurez, pese a que el crecimiento económico sostenido que se ha experimentado en los últimos años evidencia la existencia de recursos.

Aun cuando el actual Gobierno ha fijado como compromiso otorgar a este renglón el seis por ciento del Presupuesto General del Estado, lo urgente es la continuidad en los acuerdos consensuados, la permanencia de las buenas medidas asumidas y la evaluación continua del rendimiento y la evaluación de los docentes.

La educación está atrapada entre la politización docente y la falta de voluntad de las distintas administraciones transcurridas, condiciones que, es de esperar, se superen ahora que el Gobierno de Laurentino Cortizo la ha convertido en la estrella de su proyecto.

Pero la posibilidad de que la propuesta de Cortizo se materialice no depende solo de su voluntad. Ojalá que en su implementación no se entronice ahora el debate sin limites, la especulación etérea o la retórica estéril.

Debería considerarse por ejemplo la conformación de un ente rector que garantice su constante perfeccionamiento por encima de los cambios de Gobierno, que la llegada de un nuevo ministro no signifique detener los progresos obtenidos en un quinquenio determinado.

Sería lamentable que la administración Cortizo produjera buenas medidas y resultados, y que el próximo Gobierno reiniciara la labor a título de las diferencias políticas. (JBV)

Periodista
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