La palabra “glocal” significa producir localmente bienes y servicios de forma diferenciada y especializada, comprendiendo perfectamente la cultura y demanda del cliente internacional.

Adentrarnos en el tema requiere tomarle una foto al rostro del empleo nacional. Al 2017, según la Contraloría, de 4 millones de panameños, 1 millón en edad de trabajar tenía empleo formal.

Según la misma fuente, 5 sectores concentran la mitad de los empleos formales: industria, comercio, transporte-almacenamiento, construcción, agricultura-ganadería. La otra mitad se reparte en 16 sectores. Allí destacan los servicios como: hoteles, restaurantes, banca, finanzas, seguros, abogados y bienes raíces.

¿Cómo están repartidos los sueldos? Los que laboran en agricultura, hoteles y restaurantes, apenas sobreviven, pues ganan entre 300 y 600 dólares por mes.

La industria, el comercio, el transporte-almacenamiento y la construcción, tienen mejores ingresos, con un rango entre 600 y 800 dólares.

En la cima, ganando entre 800 y 5,000 dólares por mes, encontramos a científicos, técnicos especializados, banqueros, financistas y abogados especializados. Además, son dignos de mención los colaboradores del sector minero, quienes también ganan más de 800 dólares mensuales.

Es importante resaltar que los empleados por cuenta propia, no tienen un salario predecible definido. Veamos dos extremos de ese caso.

Por un lado, están los que venden informalmente vegetales y productos varios en semáforos y en los tranques hacia el interior. Se adelantan a cualquier evento (campeonatos de la selección de fútbol, Navidad, Halloween, fiestas patrias, etcétera), con el producto y precio perfecto, un pasito o dos adelante de la demanda.

Por otro lado, están los startups de innovación tecnológica. Muchachos que no quieren trabajar para nadie y aspiran a meter un hit, creando un App ganador. “Degusta” es un ejemplo exitoso de esto.

En cuanto a la distribución geográfica del ingreso, la zona interoceánica, enfocada en producir servicios, ocupa el 20% del territorio y genera el 85% del PIB. El resto del país, ocupa el 80% del territorio y produce apenas 15% del PIB.

Esa es la fotografía de la desigualdad panameña (la sexta más alta del mundo). El asunto guarda relación con la utopía o ideal de ser iguales en la abundancia, no en la escasez. El asunto inquieta a algunos. Argumentan que todos deberíamos tener las mismas oportunidades.

Otros opinan que el discurso de la desigualdad apela a la envidia, instinto humano que algunos sacian logrando que el estado sea quien decida como repartir. Resaltan que nacemos pobres y la escasez es nuestra condición natural. Especialmente, porque no todos contamos con iguales talentos y ambiciones.

Por tanto, la pregunta pertinente sería: ¿qué causa prosperidad? Una de las respuestas, definitivamente, es el avance tecnológico de las revoluciones industriales.

En la primera., causada por James Watt y su máquina de vapor, florecieron las industrias. En la segunda, causada por Nicolás Tesla y Tomás Edison, la electricidad intensificó y profundizó la 1era.

La tercera tiene como padres a Robert Kahn, Tim Berners y Vinton Cerf, quienes en los años 90, propiciaron el uso masivo y comercial del Internet.

La cuarta revolución tiene que ver la inteligencia artificial y también con el Internet de las cosas (IOT, por sus siglas en inglés; el Internet inmerso en la vida cotidiana).

Esta revolución crea y destruye empleos a una velocidad alucinante. Entre los que crea está el análisis de datos, los empleos verdes, la economía del cuidado, la economía rural y los robots. Estos últimos, destruyen trabajos repetitivos, que desempeñó personal poco calificado y crean empleos para quienes los construyen, programan, mantienen y reparan.

Para beneficiarse de la cuarta revolución industrial es necesario ser glocal. Panamá tiene un caso de éxito muy concreto: el café Geisha chiricano, codiciado en Asia. Repliquémoslo.

Escritor y agricultor
Lo Nuevo
comments powered by Disqus