• 08/01/2020 00:00

La estafeta de El Dorado

La estafeta de El Dorado

Desde hace más de veinticinco años poseo un apartado en la estafeta de El Dorado, y durante ese período he visto en el cargo a diferentes directores, que pasan sin pena ni gloria, es decir, no dejan una huella indeleble por ese paso, o mejor dicho en su administración.

En uno de esos años, la directora encargada de la estafeta de El Dorado, tomó la decisión despótica de cerrar el lugar diez minutos antes de la hora del cierre, para ese entonces era hasta las seis de la tarde. En nuestra opinión, actuó de mala fe, dado que era el último día para pagar la anualidad del apartado, perjudicando así, a más de cincuenta personas que nos encontrábamos en la fila para entrar. Lo hizo de exprofeso en perjuicio de los usuarios, en su mayoría jubilados, con la finalidad de que tuviésemos que pagar un recargo de $10.00 por el retraso.

Al cabo de varios minutos, vimos llegar algunos periodistas de una televisora, lamentablemente no recuerdo el canal, filmando la protesta, sin lugar a equivocarme, algunas de las personas que se encontraban protestando por la medida de la administradora de ese entonces, llamaron molestos a la televisora para que filmaran el alboroto. Entrevistaron a los que nos encontrábamos protestando por la medida arbitraria de la administradora. Recuerdo que en la entrevista hice una declaración contra la funcionaria encargada de la estafeta de El Dorado, por abuso de autoridad.

Hace cinco años llegó una nueva funcionaria y jefa del Correo al que aludimos en este escrito, he tenido la oportunidad de conversar con ella y ver la actitud positiva y disposición para resolver cualquier interrogante de los usuarios. Recuerdo que en una ocasión llegaba a la estafeta, y la funcionaria estaba atendiendo a un jubilado que se había estrellado contra la puerta principal, brotando sangre de su frente, la administradora preocupada le daba los primeros auxilios, me preguntó si lo conocía, le dije que no, pero por suerte yo iba acompañado de mi compañero del Colegio Abel Bravo, de la ciudad de Colón.

Precisamente, mi amigo, conocía a la persona accidentada, resultó ser hermano de una de nuestras mejores profesoras en la rama de comercio, excelente persona. Él fue a buscar a la esposa, quien se encontraba en la Caja de Ahorros realizando una transacción bancaria, al conocer que era hermano de nuestra profesora, llamé a su cuñado, que inmediatamente acudió para llevarlo a urgencia de un hospital para prestarle los primeros auxilios.

La jefa de correos en mi opinión, es una persona noble y de buen corazón, ya que he visto en varias ocasiones apoyar a los jubilados discapacitados que van en busca de sus emolumentos que reciben de la Caja del Seguro Social. También, recibe a los usuarios con su afable sonrisa, con calidez humana. Ayuda y coopera con su personal como si fuera una de ellas, caminando por todos lados y trabajando en las ventanillas para acelerar el proceso.

Ojalá todos los funcionarios tuvieran esa mística y esa misión de trabajar por los usuarios que van en busca de una solución en las diferentes entidades del Gobierno.

A manera de recomendación, exhorto al director de la Dirección de Ingresos a imitar a esta funcionaria y a poner orden en el Departamento Legal de esa institución, donde las denuncias por defraudación de impuestos las archivan y no le dan seguimiento en perjuicio de las arcas del Estado y en beneficios de los delincuentes de cuello blanco. Además, el jefe del Departamento Legal no atiende a las personas que van en busca de una repuesta. Mejor dicho, nadie te atiende, entonces nada se resuelve por la apatía de esos funcionarios con muchos años sin hacer el trabajo que les corresponde.

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