• 06/05/2020 19:02

¿Están seguras las mujeres durante el confinamiento de Covid 19?

Si las mujeres sufren violencias machistas en sus vidas cotidianas, donde los violentos generalmente pasan su tiempo fuera de las casas, ¿qué diríamos cuando viven con sus agresores 24h/7?

Partiendo de una idea muy simple, si las mujeres sufren violencias machistas en sus vidas cotidianas, donde los violentos generalmente pasan su tiempo fuera de las casas, ¿qué diríamos cuando viven con sus agresores 24h/7j? Las mujeres en este momento están doblemente confinadas: En roles sociales predefinidos por la "razón patriarcal suprema" y asfixiadas por este techo de cristal que no es más que un simple techo, pero que se ha convertido en una jaula y por el gran señor Covid 19 que aunque pueda ser mortal, resulta ser más equitativo!

La pregunta que debe hacerse no es si las mujeres están seguras, sino ¿qué han hecho los gobiernos para proteger a las mujeres de la violencia machista durante el confinamiento? Y qué hacemos nosotras, las asociaciones, para develar, alertar, denunciar y proponer soluciones? ¿Podemos ayudar a las mujeres víctimas de violencia en estas situaciones de emergencia? ¿Cómo podemos llegar a ellas en este estado de aislamiento?

Voy a tratar seis cuestiones durante este foro en el que han participado varios actores de derechos humanos, de derechos de las mujeres y feministas con mucha experiencia y con largas trayectorias desde los tres continentes (Marruecos, Panamá, México, Uruguay, Argentina, Colombia, Cuba, España, Reino Unido ...).

Debemos seguir el fenómeno y alertar las autoridades. Sin embargo, deberíamos ser modest@s y aceptar que todavía no tenemos los datos necesarios, ya sea sobre la magnitud o la gravedad de lo que está sucediendo en este momento en la esfera privada aislada herméticamente como nunca lo había estado antes en las sociedades modernas. La precaución no debe convertirse en ingenuidad.

En la llamada vida "ordinaria" de las mujeres, diferentes instituciones nacionales e internacionales registran cifras alarmantes de violencia contra las mujeres. La ONU Mujeres ya alerta sobre el número de mujeres y niñas de 15 a 49 años víctimas de violencias físicas o sexuales por parte de una pareja íntima en el mundo durante los últimos 12 meses, es de 243 millones y cuyo costo asciende a 1500 mil millones de dólares.

En Marruecos, la Alta Comisión de Planificación, institución oficial responsable de estadísticas, en su última y reciente encuesta nacional sobre la prevalencia de la violencia contra la mujer, cuyos primeros resultados se publicaron en noviembre de 2019, registra que las víctimas de violencia doméstica ocuparon el 52%, o sea 6,1 millones de mujeres y chicas. Así que, en este confinamiento, más de 6 millones de mujeres y niñas se quedan solas y aisladas a su suerte por la depredación de sus agresores. En estas condiciones, estas víctimas se encuentran entre el martillo y el yunque: 1. Forzadas a quedarse con sus agresores 24h/7j, 2. Con casi un vacío institucional y civil, 3. Y una red social y familiar rota. Afortunadamente, pero también con precaución, existen otras formas de redes sociales. Esto es lo que ayudó a la emergencia del fenómeno de la oscuridad al espacio público azul (mundo digital).

La crisis del Covid19 nos sorprende a tod@s y en todos los lugares sorprende a l@s pensadores, la sociedad civil, las instituciones internacionales, pero sobre todo a aquell@s que están obligados a actuar para contrarrestar el mal que no perdona a nadie, incluso a aquellos países con sistemas de salud fuertes. Es un verdadero shock para la conciencia humana. Según Mohamed Sabila, filósofo marroquí, el Covid 19 constituirá el cuarto golpe que la conciencia humana ha tenido desde el siglo XV, de los cuales los otros tres fueron resumidos por Freud : el shock cosmológico copernicano, el shock biológico con la teoría darwiniana y el choque psicológico con el psicoanálisis.

La crisis del Covid 19 es un riesgo cierto y en todos los niveles, en nuestras vidas, en la economía, la política, en la sociedad, a excepción del medioambiente, aguas, atmósfera y recursos naturales. A su vez, esta crisis podría ser beneficiosa para las generaciones futuras. Pero también es una oportunidad para toda la humanidad, para cuestionar nuestros entendimientos, nuestras reflexiones, nuestras representaciones ante nosotr@s mism@s y ante otras mujeres, hombres o algoritmos. Y sobre todo cuestionar nuestros sistemas sociales, políticos y económicos.

La crisis del Covid 19 corrobora y exacerba las brechas de género. Vemos cómo las mujeres, especialmente aquellas que sufren los males de nuestro sistema, están excluidas de los nuevos servicios que los gobiernos presentan en esta ocasión, a través de su analfabetismo letón y digital. La tecnología digital es una forma segura de que la ayuda llegue a las personas y categorías que la necesitan. Sin Embargo, estas categorías son las menos equipadas con estas herramientas. Millones de mujeres no tienen herramientas inteligentes ni Internet, a veces ni siquiera un teléfono, y si no, no tienen el conocimiento suficiente para acceder a estas plataformas para beneficiarse de la ayuda. Estas brechas de género las excluyen de los servicios públicos, y en este caso las mujeres experimentan otro tipo de violencia, una violencia institucional. Además de esta exclusión, existe una ruptura impuesta por la cuarentena que les impide acceder a sus familias. Así que las mujeres víctimas se encuentran aisladas y atrapadas entre la violencia machista doméstica y la pandemia.

Proteger a las mujeres y a las niñas de la violencia machista doméstica (VMD) durante la crisis no es un problema menor. Ni los gobiernos, ni la sociedad, ni la élite consideran que proteger a las mujeres de VMD es una prioridad.

No cabe duda que el Covid 19 y la violencia machista tienen una característica en común, ambos pueden matar. La desconfianza de las mujeres y niñas víctimas de VMD con respecto a las instituciones viene en este contexto para aumentar su miedo de sus agresores y de la sociedad que naturaliza la cultura discriminatoria con respecto de las mujeres. Se forma una solidaridad patriarcal haciéndoles sentir que no solo son víctimas sino responsables de sus estados, en lugar de protegerlas del verdadero culpable de estos actos de barbarie. Y de ahí, se resignan en gran medida a sus agresores.

Para recuperar la confianza en las víctimas de VMD, el Estado debe considerarlas una de las prioridades teniendo en cuenta sus necesidades y su condición al desarrollar medidas de ayuda durante o después de la pandemia. Se debe garantizar la representación de las mujeres en los mecanismos de gestión. Los hombres y las mujeres en los puestos de toma de decisión deben ser más sensibles a las necesidades pero también a las capacidades de los pobres y excluid@s. Esto solo puede suceder a través de la innovación social de la sociedad civil (sindicatos, ONG, partidos políticos), de investigadores y académicos, de los Estados y de las instituciones internacionales (especialmente de la ONU, la OIT).

Si una cosa es cierta, es que el confinamiento no se experimenta de la misma manera o en la misma medida. Las situaciones de confinamiento difieren según la clase, el género, el origen étnico, la generación, el espacio. El confinamiento, especialmente requerido para países con sistemas de salud frágiles como el nuestro, no debe hacerse en detrimento de las mujeres ni de los más vulnerables.

Marroquí. Miembra fundadora de la Asociación Assaida Al Horra para la Ciudadanía y la Igualdad de Oportunidades. Lanzaron en Marruecos la valiente campaña “Mi cuerpo, mi libertad”. Miembra del Consejo Económico, Social y Medioambiental de Marruecos.

Profesora de Traducción. DRA. en Estudios de las Mujeres y de Género por la Universidad de Granada, España.

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