• 25/10/2020 00:00

¿COVID, huésped eterno y economía en el piso?

Además del llamado “bichito perverso”, el virus Sars 2, nos tienen la cabeza bien enredada por la insólita discusión “científica” de muchos “sabios” (virólogos, infectólogos, biólogos y demás especialistas, ¡de nivel mundial!, con datos y versiones totalmente contradictorias).

Además del llamado “bichito perverso”, el virus Sars 2, nos tienen la cabeza bien enredada por la insólita discusión “científica” de muchos “sabios” (virólogos, infectólogos, biólogos y demás especialistas, ¡de nivel mundial!, con datos y versiones totalmente contradictorias). Si ellos, los que saben todo, no se pueden poner de acuerdo para ofrecernos información más o menos homogénea (¡para saber dónde estamos parados y qué podemos esperar en el tiempo!, ¿qué podemos tener en nuestros cerebros neófitos? Solo más confusión, incertidumbre -ya crónica en ocho (8) meses de saturación mediática que de un modo u otro y desde el inicio de esta locura sanitaria nos llenó de pánico. Los largos confinamientos, aislados, incluso de los familiares más íntimos, por el miedo y la psicosis mental y emocional- que se agrega a las “conmorbilidades” (los que corren mayor riesgo por patologías añadidas o edades, etc.) ya que es un hecho de total evidencia científica que el estrés, el miedo, la ansiedad acumulados bajan sí o sí las defensas naturales o nuestro sistema inmunológico, lo cual a todos -desde ochentones a jóvenes y niños- nos hace más susceptibles a este virus o a cualquiera otra enfermedad.

Algunos (nas) se sorprenden de que siendo lego opine tanto en redes sobre estos temas. La culpa la tiene mi permanente curiosidad por aprender temas nuevos. Pongo de testigo -y me tomo el riesgo de que él me desmienta, lo cual niego de antemano- al eminente médico y gran decano de Medicina de la Universidad de Panamá, Dr. Enrique Mendoza, quien conoce desde hace unos 20 años mi enorme interés por los temas de salud, en particular la llamada “Medicina Integrativa”, la cual busca hurgar no solo en “los síntomas”, sino en los orígenes de las patologías. Si me permiten citar a uno solo de los maestros médicos mundiales, en este caso al Dr. Herbert Benson, cardiólogo, internista y catedrático emérito, fundador y presidente del “Instituto de Psiconeuroinmunoendocrinología” -largo y complicado repetirlo- abreviado como “Instituto de Medicina Mente/Cuerpo -y nada menos que en la Facultad “top” en “ranking” mundial, la de Harvard. Cito de ese ícono y de su libro “Curados por la fe” -Editorial Norma 1998- más de 20 años-: “en mis varias décadas de atenciones clínicas he podido comprobar que entre el 60 al 90 % de todas las patologías que presentaron miles de pacientes de distinta índole, todas tenían un componente de origen emocional”.

Si tomo como creíble esa aseveración de semejante científico, ¿qué efectos nocivos, no solo psicológicos, sino fisiológicos, nos esperan con estos largos y traumáticos encierros y aislamientos de nuestros familiares cercanos -hijos y nietos incluso-, además de las amistades que nos sirven -en especial a los adultos mayores- de relax, esparcimiento y conversaciones nutrientes y benéficas, chistes y hasta bochinches políticos?

La síntesis es “demasiado estrés, ya hecho crónico, ansiedad, incertidumbre y miedos”, en especial cuando, pese al gran esfuerzo y resultados meritorios de todo nuestro personal sanitario, aún no vemos ni una sola cura efectiva o eficaz y totalmente confiable para quitarnos la angustia tan larga que nos asegure no temer a la COVID-19.

De todo lo anterior se deduce sin esfuerzos “que toda la Sociedad, sin excepción, lleva demasiados meses viviendo en una psicosis colectiva -que los medios mundiales han agigantado- y de hecho con nuestros sistemas inmunes altamente debilitados”.

¿Cuántos años o larguísimos meses más soportaremos semejante carga, aún con las positivas medidas de relajación social que afortunadamente ha ido adelantando nuestro Gobierno?

Pese a un descenso sostenido de infecciones y fallecimientos, leí que tenemos aproximadamente 2585 fallecidos, que multiplicados por cinco (5) familiares o amistades íntimas nos dan un saldo de 12 925 hogares envueltos en lutos y llantos.

Abogado, coronel retirado.
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