• 17/05/2021 00:00

Lecciones sobre Colombia, Panamá y sus élites

“En nuestro país, las actitudes morales de los que gobiernan para “nuestras” élites contra el bien común, han tenido su punto más alto en días recientes con la entrega en concesión (sic) a la transnacional minera […]”

En 1776, Adam Smith, considerado el fundador de la Economía moderna, publicó su obra más propagandizada, titulada “La riqueza de las naciones”. Entre otras, desarrolla su tesis del sistema de libertad natural, que no es más que el producto del ejercicio del interés individualista que, sin proponérselo, lleva al bien común, satisfaciendo necesidades sociales por la vía de la libre empresa, de la libre competencia y, a final de cuentas, de lo que el empresariado mundial y sus devotos locales denominan el libre comercio.

No obstante, 17 años antes, ya este destacado pensador escocés había publicado otra obra dando las claves de cuándo tal sistema natural, individualista, generaba los resultados exitosos que se le endosan. Se trata de su aún más importante obra desde el punto de vista del desarrollo humano y sostenible: “La Teoría de los sentimientos morales”. Aquí, describe su visión de la ética y la moral en aspectos de economía y sociedad (civil y política).

Por ejemplo, Smith previene en cuanto al descontrol que se suscita -que considera una calamidad- en este sistema de generación de riquezas, cuando las personas no poseen la condición llamada humanidad hacia otros. Señala que, para que una sociedad sea estable, es necesario el miedo a la muerte como control a las injusticias. Además, describe los castigos que deberían darse a seres humanos que presenten sentimientos que contradicen y afecten al bien común. Smith, dedica casi toda la parte IV de su libro a plantear cómo el dinero afecta la moralidad en el hombre.

Les he preguntado a estudiantes y colegas de Economía y administración de empresas si esta obra ha sido fuente obligada de estudio, como suele hacerse con las que sirven de texto a las élites ilustradas para argumentar las bondades del capitalismo actual. La respuesta ha sido que, no tienen como lectura obligada “La riqueza de las naciones”. Lo peor, muchos no sabían que existía “La teoría de los sentimientos morales”.

Sin duda, las élites de poder, de un país como Colombia, tendrían que ser sometidas a los castigos enunciados por Smith, por falta del más elemental sentimiento moral de “humanidad”. Parece obvio que ellos no revelan tener miedo a la muerte, que, para Smith, es indispensable para la adecuada gobernanza. Ni han sido sometidos a los castigos por actitudes contrarias al bien común. Solo en el período de 1994 a 2012 se registraron más de 220 mil muertes y “desaparecidos” -80 % civiles no vinculados con actividad bélica alguna- a manos de los estamentos policiales, político militares y paramilitares.

Los acontecimientos recientes no han hecho más que sacar a luz pública la ausencia de humanidad de las élites de poder, donde en varias regiones está absolutamente en manos de las autoridades militares. El Estado colombiano dedica poco más de un tercio de sus gastos a los que sostienen una actividad guerrerista -con créditos aupados por EUA- y el pago de intereses de los préstamos a banqueros internacionales. En coherencia con esta realidad fiscal anticiudadana, las medidas incurridas por las élites empresariales, gracias al control del Estado y su ejército regular y de paramilitares, han provocado la reacción de la población sometida por décadas a esa falta de humanidad y sentimientos que afectan el bien común. Y esta reacción ya ha entrado en una fase peligrosa de “pérdida del temor a la muerte”.

Este comportamiento de nuestro pueblo hermano, particularmente jóvenes en centros urbanos, no obedece únicamente al tema de la propuesta gubernamental de cargarles nuevos impuestos a los pequeños empresarios, trabajadores y profesionales colombianos. Se suscita como la lógica presencia de actitudes morales condenables y sancionables a las que se refirió Adam Smith y de las que los ilustrados y apologistas de la economía de mercado sin regulaciones, nos han ocultado en las clases de economía y negocios.

En nuestro país, las actitudes morales de los que gobiernan para “nuestras” élites contra el bien común, han tenido su punto más alto en días recientes con la entrega en concesión (sic) a la transnacional minera -que está devastando nuestros bienes minerales en el occidente de Colón- de más de 15 mil hectáreas de tierras de alta biodiversidad, incluidos territorios que son protegidos. Las autoridades se confían hoy en el nivel de desorganización del pueblo panameño para reaccionar ante ese exabrupto. No se han percatado de que arden las bardas de sus vecinos…

Sociólogo y docente de la UP.
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