• 10/06/2021 00:00

Héctor, ¿dónde estás?

“En este aniversario es oportuno reiterar que, para la salud moral de Panamá, se debe conocer toda la verdad […]”

“Hay que decir la verdad sobre el pasado o no decir nada”, esta frase adquiere un sentido más profundo cuando se tiene conciencia de quién la dijo. Dmitri Shostakóvich (1906 – 1975), compositor y pianista ruso, considerado uno de los músicos más destacados del siglo XX. Sufrió el totalitarismo de Stalin y -para poder ejercer su carrera- se vio obligado a someterse al régimen soviético, del cual, sus biógrafos más recientes, lo consideran un disidente clandestino.

En 1982, un buen sacerdote español recién llegado a Panamá, que nos impartía el curso de religión en el primer año de secundaria del Colegio San Agustín, nos pidió un trabajo sobre el padre Jesús Héctor Gallego Herrera.

Algunos de mis compañeros no sabían nada sobre el tema, otros solo sabían que de ese tema no se podía hablar y, otros pocos, creíamos saber; porque habíamos escuchado que al padre Gallego lo secuestró la Guardia Nacional y estaba desaparecido.

La investigación fue rica e interesante, nuestras referencias fueron la revista “Diálogo Social”, la revista “Se Busca”, editada por la Arquidiócesis de Panamá y el Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 1978.

Colombiano de nacimiento que adoptó la tierra panameña como suya. De estudiante había venido a Panamá y aceptado trabajar en las montañas de Veraguas, entusiasmado por el entonces obispo de Santiago, Marcos Gregorio McGrath. Luego, ya ordenado sacerdote y la diócesis con un nuevo obispo, Martín Legarra, el padre Gallego fue asignado a la Parroquia de Santa Fe. Allí reemplazó al padre Alejandro Vásquez Pinto, quien le enseñó las dificultades del diario vivir del campesino panameño.

De la pluma del sacerdote jesuita, Fernando Guardia Jaén, sabemos que “el Evangelio lo llevó al compromiso social. A identificarse con los campesinos más pobres de la región. A comprometerse con sus siembras, y con el canje de productos; con el mercadeo, y con la organización campesina y con la Cooperativa, que da dignidad, y da capacidad económica”.

Años después, fui testigo de primera mano de la persistencia con que el padre Guardia Jaén buscaba alguna noticia sobre el padre Gallego. Específicamente recuerdo, una de las ocasiones en que me honró como su “conductor” para llevarlo a Penonomé, en el camino cerca de una playa del Pacífico, me pidió que paráramos en un caserío de pescadores, porque había recibido un “dato” de que allí podían saber algo sobre “unas bolsas que habían tirado al mar”. Nunca cesó en su compromiso de mantener vivo el reclamo de “Héctor, ¿dónde estás?”.

Su hermana, Edilma Gallego, y aquellos que convivieron con él en Santa Fe de Veraguas han mantenido la llama del reclamo de justicia. Siempre han quedado más preguntas que respuestas.

Mucho se ha escrito y rememorado, siendo el gran valor de esta terrible historia que no se ha perdido. Que sigue viva y que, aunque incómoda, es una herida que clama por cicatrizar.

De esos esfuerzos, dos valiosos son: 1. El informe de la Comisión de la Verdad de Panamá, bajo la coordinación de Alberto S. Almanza y; 2. El trabajo de la productora de podcasts, con sede en Colombia, llamada www.lanoficcion.com que desarrolló una serie de once episodios titulada “La desaparición del padre Gallego”, con audios de inmenso valor histórico y que ganó Premio Nacional de Periodismo en Colombia (2019).

No hemos sido capaces, como sociedad, de resolver este caso. Se cumplen 50 años de su secuestro y desaparición. El vía crucis que sufrió Héctor Gallego en la patria que abrazó sigue presente en el recuerdo de muchos.

En este aniversario es oportuno reiterar que, para la salud moral de Panamá, se debe conocer toda la verdad; al tiempo que permite también, reflexionar sobre la importancia de apreciar aquellos acontecimientos de nuestra historia que, con el sacrificio de hombres y mujeres, nos han ido legando patria.

Abogado, presidente del Grupo Editorial El Siglo - La Estrella de Panamá, GESE.
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