• 06/09/2021 00:00

La crisis moral del complejo médico industrial

“Los buenos médicos están llamados a ser los primeros en defender la autonomía de las personas, frente al ataque sistemático de que esta es objeto”

Dos casos recientes en España ilustran la grave crisis moral que reina en el complejo médico industrial. En ambos fue clave la ozonoterapia, terapia no respaldada oficialmente por la mayoría de las sociedades médicas. En un caso el paciente escapó de una muerte casi segura. El otro terminó en muerte. En este artículo no pretendo argumentar la eficacia ni la ineficacia de la ozonoterapia. Este artículo es acerca de la grave crisis moral que se ha apoderado del complejo médico industrial que, en los casos aquí relatados, se manifiestan como irrespeto a la autonomía y dignidad de la persona humana para tomar sus propias decisiones médicas.

Juan Francisco Martí ingresó a cuidados intensivos con un cuadro severo de COVID-19 en julio. Los médicos le daban 9.5 de 10 chances para morir, es decir, prácticamente desahuciado. Su mujer, la farmacéutica Vanesa Bachero, contactó a un médico especialista en ozonoterapia, el Dr. Juan Carlos Pérez Olmedo. Vanesa no logró que el Hospital Universitario de La Plana, en Valencia, accediese a la ozonoterapia recomendada por el Dr. Pérez Olmedo. El hospital se opuso no solo a aplicar la terapia recomendada por el Dr. Pérez Olmedo, sino a permitir que este y su equipo la llevasen a cabo. Vanesa tuvo que acudir a la justicia, y logró que la juez del caso ordenase al hospital que respetase la autonomía del paciente, que comprende el derecho a elegir libremente al médico de su confianza.

Pero la situación no terminó de arreglarse con la orden judicial. A pesar de esta, Vanesa señaló reiteradamente que el hospital puso mil y una trabas para impedir que efectivamente el Dr. Pérez Olmedo y su equipo llevasen a cabo en Juan Fran la ozonoterapia. Incluso hubo comunicados de sociedades médicas, en condena de la juez, porque según dichas sociedades médicas la juez estaba interfiriendo con una decisión médica. Se irrespeta así el derecho que tiene todo paciente a elegir libremente el médico de su confianza y de someterse al tratamiento que ese médico de su confianza le recomiende. No es una cuestión científica sobre si la terapia es eficaz o no, sino una cuestión ético-filosófica sobre quién tiene el derecho a decidir.

Pero gracias a la perseverancia de Vanesa, del médico Pérez Olmedo y de su equipo, y de la juez que hizo valer el derecho, a pesar de las rabiosas protestas de los médicos del hospital y de las sociedades médicas, Juan Fran recibió el tratamiento por él elegido, de las manos del mismo Pérez Olmedo y de enfermeras dedicadas. Juan Fran ha salido la semana pasada de la unidad de cuidados intensivos, y se recupera con buena prognosis. Sin embargo, a pesar de la franca recuperación de Juan Fran, varias sociedades médicas continuaron expresando su oposición y condena, promoviendo incluso protestas de médicos y sanitarios a puerta de hospital, contra lo que, según ellos, es una intromisión de la justicia en un tema estrictamente médico.

Hace pocos días hubo otro caso en Barcelona, el de Lluis Planas. En el caso de Lluis, sus familiares también tuvieron que recurrir a la justicia para ordenar al hospital que permitiese el tratamiento de ozonoterapia deseado por el paciente. Una juez suplente accedió a la petición y ordenó al hospital que permitiese el tratamiento. Sin embargo, el Departamento de Salud recurrió la decisión judicial y el juez titular revocó la decisión de su suplente. A raíz de ello, el hospital impidió la continuación de la ozonoterapia para Lluis. Esto fue celebrado en un tuit desde la cuenta de la Organización Médica Colegial de España, con las palabras: “Desde el CGCOM manifestamos nuestra satisfacción por la prevalencia del criterio profesional y científico”, el pasado viernes 3 de septiembre, cuando se conoció la decisión. El mismo día el hospital suspendió la ozonoterapia a Lluis. Y horas después, Lluis falleció. Aparentemente lo importante no eran la vida ni la dignidad humana de Lluis, sino que prevaleciera “el criterio profesional y científico”.

No sé si Lluis hubiese sobrevivido o no, de habérsele permitido continuar con la ozonoterapia. Lo que sí sé es que le han despojado de la dignidad del derecho a elegir a su médico y a seguir las recomendaciones del médico de su confianza. Similar a la actitud que hemos visto durante más de un año con relación a tratamientos tempranos a partir de suplementos de vitaminas, fármacos genéricos, o simplemente remedios caseros “de las abuelas”. Algunos luego defienden el uso de coerción para obligar personas a someterse a una intervención médica que no desean. Con lo que manifiestan un profundo desprecio hacia la dignidad humana, de la que es inseparable la autonomía para tomar las propias decisiones médicas.

Los buenos médicos son muchos, pero el sistema como tal está capturado. Tanto, que este enarbola como virtud el irrespeto a la autonomía de la persona humana y, por tanto, de su dignidad. Los buenos médicos están llamados a ser los primeros en defender la autonomía de las personas, frente al ataque sistemático de que esta es objeto. Su silencio solo empodera aún más a ese sistema capturado.

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