• 25/11/2021 00:00

El 28 de noviembre de 1821 y su bicentenario

Se realizará un reflexión conceptual y metodológica que intenta proponer enfoques y abordajes distintos a los tradicionales respecto a la definición del objeto de estudio y a la selección o exclusión de hechos históricos bajo la presunción de pertinencia a criterio de nuestros historiadores en la bibliografía existente en Panamá.

Con la intención de ofrecer un aporte a la reflexión académica y cívica sobre el bicentenario de nuestra independencia de 1821, reviso seguidamente algunos enfoques en la investigación de nuestra historia, para impulsar el debate de las ideas y motivar la participación ciudadana.

Con estos objetivos en mente, la siguiente reflexión se divide en tres partes principales: la primera titulada “Cuestión de Enfoque” revisa 4 temas; la segunda “Significado de la Independencia” con un solo un tema, y la tercera, “Desafíos y Lecciones” también con tema único.

PRIMERA PARTE: UNA CUESTIÓN DE ENFOQUE

Aquí se realizará un reflexión conceptual y metodológica que intenta proponer enfoques y abordajes distintos a los tradicionales respecto a la definición del objeto de estudio y a la selección o exclusión de hechos históricos bajo la presunción de pertinencia a criterio de nuestros historiadores en la bibliografía existente en Panamá. Esta primera parte revisará brevemente 4 temas, a saber:

1. INDEPENDENCIA O BICENTENARIO

Aquí revisaremos distintos enfoques respecto a la definición del tema y su objeto de estudio.

Para iniciar, deseo señalar que estamos frente a 2 temas distintos, la Independencia de Panamá de España en 1821, por una parte, y el bicentenario de 2021, por la otra, dos objetos de estudio distintos entre sí. Si hacemos una pausa para pensar lo evidente, y nos esforzarnos por identificar a cada tema separadamente, observaremos un fenómeno muy interesante que pasaría inadvertido de no diferenciarlas.

Me refiero a que, en la conmemoración nacional, se ha decidido por promover todo estudio, de cualquier género y tema, que difunda, describa, analice o comente cualquier tema del devenir histórico de panamá desde 1821 hasta nuestros días. Este abordaje celebra 200 años de historia, generando una explosión de publicaciones, actividades virtuales y presenciales por los medios tradicionales y redes sociales. Lo beneficioso de este abordaje es su flexibilidad cronológica y amplio abanico de temas, que ha resultado en una verdadera fiesta en la producción artística e intelectual. No obstante, sus repercusiones negativas, o daño colateral, ha sido el desplazamiento del tema fundamental del bicentenario que es la independencia de Panamá de España. Se escribe y se habla en abundancia de nuestra historia, pero nos estamos olvidando hablar de Simón Bolívar, José Domingo Espinar, Tomás Herrera, Mariano Arosemena, Francisco Gómez Miró y José de Fábrega, entre otros actores de la independencia, como también nos olvidamos de que la primera experiencia republicana de Panamá fue colombiana a partir de 1822.

2. INDEPENDENCIA NEGOCIADA VS INDEPENDENCIA REVOLUCIONARIA

Una vez enfocado el tema en la independencia de España, podremos enfocarnos en ella y profundizarla, revisando su objeto de estudio, desde la perspectiva de la selección de los hechos históricos que consideremos pertinentes y relacionados, porque dependiendo de estas decisiones de enfoque, arribaremos a conclusiones diferentes.

En efecto, bastante han defendido nuestros historiadores que la independencia de Panamá de España fue “negociada y sin derramamiento de sangre”, resultado de la habilidad diplomática y negociadora, el sentido de oportunidad y capacidad de tomar de decisiones de la clase dominante de comerciantes en la ciudad capital (Véanse: Omar Jaén Suárez, Alfredo Castillero Calvo, entre otros). Mientras algunos consideran estas características como cualidades valiosas de nuestros próceres, a pesar de los sobornos que fueron necesarios para desmantelar a los cuerpos militares realistas, otros consideran la opción del soborno como vicios de corrupción, en vez de enfrentarse en batalla heroicamente (Ver: Olmedo Beluche, Pedro Rivera, entre otros).

A pesar de sus diferencias en los juicios de valor respectivos, ambas interpretaciones se enfocan en las decisiones y acontecimientos de noviembre de 1821, dejando por fuera la participación bélica de panameños en las batallas de Junín y Ayacucho posteriormente (1822-24), las cuales sellaron la independencia de las colonias de España en América, incluyendo por supuesto la de Panamá.

Recordemos rápidamente que Panamá participó en las guerras de independencia en Ayacucho y Junín, en el Perú con el Gral. José Domingo Espinar (Capitán de Milicias de la Expedición Libertadora del Perú 1820-1824); que el Gral. Tomás Herrera (teniente de infantería en la campaña del Sur) quien participó en Perú en las batallas de Junín y de Ayacucho contra los realistas en 1822 junto a 1,500 soldados panameños, de los cuales destacó José Antonio Miró Rubini (soldado de Ayacucho), como también al abogado panameño Manuel de Jesús Villarán y Barrena, quien participó en la proclamación y juramentación del 28 de julio de 1821 y firmó el Acta de independencia del Perú. Por otro lado, hubo un prócer panameño en el Acta de Independencia de México (el Dr. Isidro Ignacio de Icaza Iraeta) primo hermano del prócer panameño Carlos de Icaza Arosemena en el Acta de Independencia de Panamá (Ver: Jorge A. Raffo, Omar Jaén Suárez).

Al separar la Independencia de Panamá de 1821 del movimiento independentista en el resto de América, solo podremos observar la independencia de Panamá obtenida como resultado de una acción concertada y negociada pacíficamente, invisibilizando la participación panameña en la etapa final de las guerras de independencia en el Perú, el último bastión de la independencia del continente americano y por tanto también de Panamá.

Llamo la atención sobre estos asuntos de enfoque y metodología en la selección de los hechos históricos, porque afectan substancialmente a las conclusiones que alcanzamos. Si enfocamos la independencia de Panamá como circunscrita a las decisiones del 28 de noviembre de 1821, eliminamos del escenario información significativa que demuestra la complejidad de sus actores (desde el punto de vista de clase, ideología y región de los panameños independentistas), desconociendo que había panameños realistas (fueran absolutistas o constitucionalistas), independentistas y otros indiferentes; (según lista de Mariano Arosemena, citada por Alfredo Castillero Calvo); algunos actuaron como negociadores y diplomáticos, otros como líderes, financistas o activistas; que no faltaron los oportunistas ni los sobornos, pero tampoco faltaron los héroes que pelearon guerras por la independencia.

Lo mismo solemos hacer los historiadores cuando abordamos el tema de la separación de Colombia, enfocándonos en los acontecimientos relacionados con el transitismo, próximos a 1903, desvinculando y olvidando la conexión de nuestra separación con el triunfo de los conservadores en la revolución liberal de la Guerra de los Mil Días, donde destacaron líderes panameños y murieron muchos jóvenes idealistas del partido liberal. A pesar de las semejanzas en los abordajes históricos y narrativas entre ambos temas, la separación de 1903 es harina de otro costal y tema para otra conferencia.

3. IDENTIDAD CONTINENTAL VS IDENTIDAD FRAGMENTADA

Seguidamente, revisaremos el enfoque identitario territorial y político de Panamá en 1821, reformulando algunos enfoques adoptados por nuestros historiadores.

Por ejemplo, si al estudiar la independencia de 1821 ampliamos la escala geográfica y territorial a su contexto más amplio y continental, como proponemos, surge la evidencia de que los panameños de 1821 nos sentíamos peruanos y colombianos (como mínimo) a juzgar por la participación independentista de panameños en esos territorios y por las decisiones de sumarnos a la Gran Colombia junto con los venezolanos y los ecuatorianos inmediatamente después de la independencia. A su vez, hubo también panameños que se sintieron mexicanos, si apreciamos al prócer panameño referido que firma el Acta de independencia de México. Estas evidencias, sumadas a los frecuentes matrimonios entre panameños y ciudadanos de Centro y Sur América, ofrecen información sobrada sobre los fuertes vínculos de una identidad continental, de preferencia suramericana con familias de los puertos del Pacífico, en 1821 (Ver: Alfredo Figueroa Navarro y Omar Jaén Suárez).

Por lo tanto, no debemos tener duda alguna de que la identidad panameña en 1821 era una identidad continental y, más específicamente, suramericana, ajena a la identidad nacional panameña actual, específica y desligada emocionalmente de sus otrora identidades suramericana, centroamericana y caribeña, identidad que presuponen muchos historiadores en sus estudios de la independencia, en una proyección del presente hacia el pasado que conduce a un presentismo histórico equivocado.

Adicionalmente a la conexión de Panamá en las independencias del Perú y México, entre otras, se puede observar en el Acta de Independencia panameña la firma de 3 peruanos: el obispo José Higinio Durán, don Antonio Planas y don Antonio Escobar, lo que viene a demostrar que la identidad continental es compartida y recíproca también por esas naciones con respecto a Panamá en 1821.

Por otra parte, observamos que las naciones que formaron parte de la República Federal Centroamericana y otras que formaron la Gran Colombia, hoy celebran su independencia de España y no su separación de las confederaciones o uniones posteriores a sus independencias para la creación subsiguiente de sus Estados nacionales actuales. Contrariamente a ellas, Panamá conmemora con mayor efusividad su separación de Colombia y ha relegado a un segundo plano la conmemoración de su independencia de España.

La razón de esta decisión panameña, señalada por el Dr. Omar Jaén Suárez en una reciente entrevista periodística, es que los próceres de 1903 desearon justificar la separación de Colombia como una necesidad para la realización de la vocación transitista de Panamá.

Otras razones estudiadas en mi tesis doctoral, titulada CULTURA DE LA INTEROCEANIDAD: narrativas de identidad nacional, apuntan a motivaciones más psicológicas y emocionales que políticas. Las conclusiones de esta etnografía, realizada en la ciudad de Panamá entre 1990-2002, sugieren que la memoria histórica de los panameños percibe al siglo XIX como un siglo de sueños rotos y de fracasos dolorosos y humillaciones, que deseamos olvidar. Mis informantes se refirieron específicamente como sueños rotos a los proyectos de la Gran Colombia, El Estado Federal de Panamá, El Estado Libre del Istmo, El proyecto francés del Canal de Panamá y a la revolución liberal de la Guerra de los Mil Días, principalmente. (Véase: Ana Elena Porras).

El rescate de nuestra historia desde abordajes más amplios e incluyentes, que conecten los hechos más relevantes de nuestra historia entre sí, y no apenas sus antecedentes inmediatos, como en el caso de la Independencia de Panamá de España, es tarea necesaria para corregir esa identidad contradictoria del Panamá actual que, por un lado, se piensa como nación global y centro del mundo, pero que se desvincula emocionalmente del Caribe, del Centro y Sur de América, por el otro.

4. IMPACTO DEL PERIODISMO PANAMEÑO

A continuación, revisaré los aportes de nuestros historiadores respecto al papel desempeñado por La Miscelánea del Istmo en la independencia de 1821 y en la formación de una identidad nacional en Panamá, destacando las diferentes versiones disponibles y sus enfoques.

1. Existen 2 corrientes bibliográficas sobre el origen del periodismo en Panamá ligado a la independencia:

● La primera, que afirma que La Miscelánea inició en 1820, que fue suspendida y que sus colaboradores fueron perseguidos y apresados por el Virrey español Juan de Sámano a causa de sus artículos en favor de la independencia. (Véase: M. Arosemena en Apuntamientos, Sosa y Arce en Compendio de Historia de Panamá, Juan Antonio Susto, entre otros).

● La segunda, que contradice a la anterior, afirma que la supuesta persecución y cierre de La Miscelánea en 1820 es una leyenda, fruto de la imaginación y que el primer periódico comprobable fue “La Miscelánea del Istmo” desde marzo de 1821 y que jamás fue suspendido, entre otras razones porque los editores del semanario, lejos de ser incendiarios independentistas, fueron cautelosos constitucionalistas que sustentaron su derecho a la libertad de publicación en el artículo 371 de la Constitución liberal que regía entonces en España y sus colonias, la cual estipulaba que:

“Todos los españoles tienen la libertad de escribir, imprimir y publicar

sus ideas políticas sin necesidad de licencia”. (Ver: Rodrigo Miró en op.cit., pp. 13 a 15, seguido por Rafael Candanedo y otros).

Como cuestión de metodología, y para salir de dudas, sugiero incluir el estudio de otros periódicos contemporáneos a 1820 la América ya independiente (preferiblemente, por su cercanía, de los periódicos colombianos) y buscar posibles menciones a la suspensión y confiscación de La Miscelánea en Panamá, para verificar o descartar las acusaciones de Mariano Arosemena contra el Virrey Sámano. No vaya a ser que don Mariano tuviera razón, después de todo y que la ausencia de ejemplares de La Miscelánea en 1820 sean una prueba de que él dijera la verdad, en vez de lo contrario.

2. A pesar de estas contradicciones, ambos grupos de los historiadores referidos arriba, coinciden en que:

● La Miscelánea del Istmo dio origen al periodismo de Panamá y que Mariano Arosemena (padre de Don Justo Arosemena) debe considerarse como el primer periodista panameño dado que él, a diferencia de los otros, fue un articulista regular, constante y consistente.

● “La Miscelánea del Istmo” propagó y defendió la causa de la independencia y la Unión a Colombia en los ejemplares próximos a noviembre de 1821 y posteriormente (lo que discuten las distintas versiones es la fecha de la beligerancia independentista del periódico para evaluar su impacto y compromiso). Pero hay consenso en el compromiso del periódico con la causa de la independencia y la unión a Colombia, durante y después de noviembre de 1821. Recordamos que La Miscelánea del Istmo, incluso llegó a imprimir, publicar y distribuir el Acta de Independencia de Panamá, el 28 de noviembre de 1821.

● Los fundadores del periodismo en Panamá fueron los colaboradores de La Miscelánea del istmo: Francisco Gómez Miró, Juan José Argote, Mariano Arosemena, Juan José Calvo, Manuel María Ayala y su director, José María Goytía quienes son reconocidos por todos los historiadores entre los próceres de la independencia de 1821.

● La Miscelánea del Istmo expresaba el pensamiento, las motivaciones y los intereses políticos, sociales y económicos de las élites de Panamá de inicios de siglo XIX, inspirados en la declaración de independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1,776) y en los principios de la Revolución Francesa (14 de julio de 1,789) de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Sus articulistas citaban con mucha frecuencia el pensamiento de Rousseau, Voltaire, Diderot, D’Alembert y Bentham.

Por su parte, Ernesto Castillero y Rodrigo Miró consideraron al periodismo panameño del siglo XIX de Panamá como fuente histórica de una época de convulsiones políticas de constitucionalistas contra absolutistas e independentistas; más tarde, de liberales contra conservadores, todos bajo la complicada dialéctica característica de la Nueva Granada, que va formando, paulatinamente, una narrativa de vocación separatista de Panamá de Colombia que predominará sobre la narrativa favorable a la unión.

Para medir el impacto de estos periódicos debemos recordar que la ciudad capital y los pueblos del interior eran pequeños y que entonces no existían otros medios para la difusión de ideas que los sermones en la Iglesia, los discursos políticos en las plazas, las pocas escuelas a manos de la Iglesia y la comunicación interpersonal de cartas manuscritas enviadas por carteros y mensajeros, conversaciones en reuniones políticas, familiares y fiestas sociales.

Adicionalmente, recomiendo incorporar el análisis de la antropología simbólica y la sociología en la historia del periodismo panameño, para observar el proceso de construcción de identidad nacional, creando un sentido de pertenencia y valores compartidos entre la comunidad de lectores y sus familias, amigos y empleados (quienes, a su vez, los transmitirían a sus familias y amigos etc.).

El periodismo como un medio de construir sentido de pertenencia nacional entre sus lectores, de manera implícita y subliminal, subyacente a sus contenidos, lo han demostrado prestigiosos estudiosos de la identidad nacional como Benedict Anderson y Eric Hobsbawn.

Pero debo insistir aquí en que la identidad nacional de Panamá en 1821, a juzgar por las evidencias esgrimidas antes y sumadas a las publicaciones de La Miscelánea del Istmo, 1821 inicia periodo de transición entre dejar de ser colonia española y convertirnos en República de Colombia.

SEGUNDA PARTE: SIGNIFICADO DE LA INDEPENDENCIA

Esta segunda parte de la conferencia realiza un balance sobre las consecuencias de 1821, que exige un ejercicio de valoración del legado liberal de la independencia, identificando luces, sombras, contradicciones y tareas pendientes de ese legado. Simultáneamente, incluimos comentarios que establecen un diálogo con el presente para valorar la vigencia de esta herencia.

LEGADO DE LA INDEPENDENCIA

¿Qué heredamos los panameños de hoy de la independencia de 1821?

Son muchas y muy importantes las ideas, instituciones y prácticas que podemos identificar como legado de la independencia de Panamá. Entre las más destacadas mencionaremos:

1. El reemplazo de la monarquía por la república. En efecto, a causa de la independencia de 1821 Panamá abandona el paradigma monárquico-colonial, aniquilando los mayorazgos y los privilegios nobiliarios, para adoptar el sistema de gobierno republicano, abandonando la identidad de súbdito (sujeto sometido al Rey) para adoptar la del ciudadano (sujeto con derechos); El Estado de derecho reemplaza al Estado de privilegios en la teoría del Estado.

En nuestros días, se reactivan las voces que defienden la necesidad de refundar la república, disminuyendo las desigualdades sociales y económicas, perfeccionando la equidad de oportunidades electorales (entre ricos y pobres, hombres y mujeres) y garantizando la independencia entre los 3 órganos del Estado, fortalecer el órgano judicial y combatir la corrupción estatal, entre otros temas.

2. A pesar de eliminar la monarquía y la aristocracia, florecen el caudillismo y los dictadores militares, especialmente durante las primeras décadas posteriores a las guerras de independencia y, más tarde, surgen las oligarquías criollas en Panamá y América Latina que perduran y se actualizan. Los grupos dominantes blancos de la capital y de los pueblos rurales del interior, comerciantes los primeros, ganaderos y agricultores los segundos, condujeron la independencia de Panamá. Posteriormente, durante el siglo XIX, pero principalmente durante el siglo XX las élites urbanas comerciantes de la zona de tránsito serán las herederas y principales beneficiadas de la independencia de Panamá (Ver: Hernán Porras).

3. La pregonada igualdad liberal frente a las constituciones y leyes republicanas, abolió la esclavitud, aunque su práctica se extendería en el istmo por algunas décadas más. No obstante, este logro importante, el principio de igualdad contradictoriamente excluyó los derechos políticos, económicos y culturales de los indígenas, los afrodescendientes y las mujeres. Exclusión que perdura hasta nuestros días, a pesar de algunos avances.

Hoy se discute en Panamá la necesidad de reforzar la transparencia en el manejo de fondos públicos y el fortalecimiento de la educación pública de excelencia, como instrumentos políticos para combatir la desigualdad social y la pobreza, así como también revisamos los topes de campañas electorales y las cuotas de género entre las reformas electorales, pero nos encontramos en un punto crítico en materia de equidad electoral, diversidad cultural, transparencia y justicia.

4. Balcanización de Panamá y América Latina. A consecuencia del caudillismo durante la independencia, América Hispana se fragmentó, y surgieron los estados nacionales modernos. Panamá no solo se desmembró de Colombia en 1903, sino que en la actualidad parece fragmentarse a lo interno, todavía más, dividiendo municipios y circuitos electorales para beneficiar el caciquismo de algunas figuras políticas y sus partidos políticos.

5. La separación entre Iglesia y Estado. En nombre de la libertad de culto, se separó la Iglesia del Estado y surgió el estado laico. La educación fue asumida por el Estado y la familia también. Estos temas en Panamá continúan siendo polémicos y sensitivos hasta nuestros días, con un forcejeo entre el laicismo en el Estado panameño y el fortalecimiento de la presencia eclesiástica en materia de salud, educación y familia, principalmente.

6. La supresión del tribunal de la inquisición fue otro logro de las independencias en la América hispana. Si bien no se conocen especialmente los casos de herejía o brujería investigados o castigados por el Santo Oficio en Panamá durante la colonia, sabemos que esta institución sí fue activa en el Perú, a cuyo virreinato pertenecimos, por lo que su presencia debió ser poderosa al menos como presión religiosa y política.

7. El concepto de independencia, creado por Estados Unidos de América, (donde el sujeto es colectivo, proyectado a los pueblos) se traduce como autodeterminación de los pueblos y es exportado a Europa, donde solo se conocía hasta entonces el concepto de la libertad (cuyo sujeto es el hombre, como sujeto individual y universal). El concepto de independencia fue adoptado y consolidado en el discurso de la emancipación de América Latina desde 1810 y 1821 hasta nuestros días.

Hoy, cobra vigencia este concepto como la capacidad de los Estados para tomar decisiones propias y actuar, libres de imposiciones, amenazas e invasiones por parte de otro Estado, alianza internacional o potencia mundial. Sin embargo, posteriormente la nación inspiradora del principio de independencia se convirtió ella misma en una potencia expansionista y muchas veces violadora de estos derechos en el resto del mundo bajo el pretexto de defender la democracia global.

TERCERA PARTE: LECCIONES Y DESAFÍOS

Hemos llegado a la última parte de esta disertación, donde se intentará conectar la historia de 1821 con 2021, a salto de garrocha, lo que exige de una habilidad casi atlética, además de imaginación y libertad académica, distintas a la disciplina que impone un ensayo histórico. Para buscar semejanzas y continuidades entre el Panamá de 1821 y el de 2021, debemos partir del supuesto de que existen diferencias cuantitativas y cualitativas; históricas, sociales, demográficas y hasta culturales entre los dos épocas y sus sociedades.

No obstante, guardando las reservas mencionadas, este ejercicio de abstracción y comparación es necesario para identificar semejanzas y conexiones, como también los desafíos que plantea esta reflexión sobre nuestra independencia. El objetivo aquí es motivar a la ciudadanía a participar de manera más activa y beligerante en la búsqueda de caminos que conduzcan a encontrar salidas satisfactorias y justas a nuestro laberinto.

EL GRAN DESAFÍO

Enfrentamos hoy un escenario de desigualdad y corrupción exacerbadas por el lavado de capitales y la narcopolítica en Panamá, que crispan y polarizan a nuestra sociedad, generando desconfianza, temor, frustración y desesperanza.

En consecuencia, muchos panameños expresan por redes y medios sus temores en términos de que la República y su frágil democracia se tambalean, si continuamos entendiéndolas, en conexión con 1821, como un Estado de derecho cuya utopía sigue siendo una versión actualizada de la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Ante estos temores, y las evidencias que los sustentan, voceros de los partidos políticos y de la sociedad civil organizada afirman que es hora de plantearnos la refundación o reforma de nuestra República, a través de una constituyente o de una reforma constitucional.

El escenario está profundamente dividido entre quienes defienden el estatus quo y quienes desean transformarlo o eliminarlo de raíz (estos últimos también se oponen entre sí). (Parecido escenario y razonamiento que planteo a continuación podría aplicarse a la quiebra inminente del programa de pensiones en la Caja del Seguro Social).

Mientras grupos dispersos de la población más pobre se manifiesta en las calles, casi todos los días, para protestar por sus necesidades básicas insatisfechas e ignoradas por el Estado, y los trabajadores que reclaman su derecho al trabajo con salarios dignos, los grupos medios y altos se reúnen en privado en cafeterías, clubes, asociaciones y organizaciones cívicas compartiendo inquietudes, temores, ideas y propuestas.

Tanto los grupos de poder que defienden el orden establecido (desigual y corrupto) como los grupos que se oponen a ellos y propugnan por un cambio, son todos internamente heterogéneos desde el punto de vista ideológico, afiliación política, social, territorial y religiosa. La diferencia está en que los grupos identificados con el estatus quo están consolidados y actúan de manera corporativa, mientras que los grupos por la refundación o la reforma del Estado están divididos y dispersos. En la medida en que los segundos no superen su sectarismo, ni logren sumarse como aliados estratégicos a pesar de las diferencias ideológicas, políticas, culturales y sociales, ni construyan puentes de comunicación, compromisos, ni causa común, los grupos que defienden el cambio continuarán encontrando dificultades en sus intentos por encontrar soluciones, que Panamá necesita con urgencia para construir un futuro más democrático, transparente y sostenible.

Debemos estar atentos a las circunstancias políticas para aprovechar un vacío de poder, tal y como lo hicieran Mariano Arosemena y el grupo independentista de 1821. También como ellos, que sumaron aliados entre realistas constitucionalistas, independentistas, indecisos, oportunistas e indiferentes, se requiere hoy de alianzas nuevas y heterodoxas, los diálogos estratégicos entre panameños con objetivos semejantes, independientemente de su edad, partido político, ideología, clase, pertenencia regional o religión. Debemos enfocarnos en los que nos une y trabajar juntos una estrategia de acción. Aunar el discurso, publicarlo y difundirlo. Hoy el periodismo viene perdiendo el impacto mediático de ayer y los medios tradicionales se ven desafiados por las redes sociales. Debemos comunicarnos también a través de ellas, promover voceros entre “influencers” estudiantes, maestros y activistas de las clases medias y populares, así como entre los líderes de las clases altas.

Por último, las habilidades de diálogo, negociación y compromiso no deben descartar las movilizaciones en las calles, de todos los grupos por la democracia con transparencia y justicia, pero juntos y el mismo día, sin sectarismos. Dejemos a un lado el miedo a los riesgos del cambio.

Este es sin duda el gran desafío que nos plantea la Independencia de 1821.

Muchas gracias.

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