• 25/11/2021 00:00

De Aristóteles a Maquiavelo: la ética vs. la política

“Aristóteles exalta el bienestar común, pero ¿cómo lograrlo en la actualidad?; la forma, según él, es a través de la virtud aprendida por medio de la educación, que forma cívica y éticamente a los ciudadanos, […]”

Nos parece oportuna esta ponderación en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, porque la política debe establecer derechos universales tan verdaderos y necesarios como este. Y, por otra parte, en el Día de la Filosofía, he osado plantear este “parasimile” entre dos titanes de la Filosofía y la forma de abordar la Política. Uno en un sentido ético, el otro en un sentido práctico. “Hemos de ir despacio para llegar lejos”, del griego “speude bradeos”.

Nicolás de Maquiavelo (Florencia 1469 - 1527), en su obra El príncipe, dedicada a Lorenzo de Medicis, nos muestra su larga experiencia en las cosas modernas, y erudición en el estudio de las cosas antiguas.

Maquiavelo conoce el mundo antiguo y su política, pero, al igual que Protágoras (485 Abdera - 411 a. C., sofista griego), considera que el hombre es la medida de todas las cosas; y, por lo tanto, debe ser práctico en sus motivaciones y la forma de alcanzar sus metas. No considera que la política tenga una motivación religiosa, como lo planteó san Agustín (354 Hipona, Argelia - 430 d. C.) en “La ciudad de Dios”, donde evoca un Gobierno que jamás se corromperá, dicho en la víspera de la caída del Imperio romano.

Maquiavelo, pondera que los reinados, imperios y toda autoridad política, lejos de toda humildad, se alcanzan y se mantienen con la fuerza de las armas. Porque todos los líderes, desde Moisés, Ciro, Teseo y Rómulo, no habrían sobrevivido ellos ni sus estatutos por largo tiempo, si hubiesen estado desarmados. Sin la fuerza y la astucia no se consigue el poder, hay que ser un “profeta armado”.

No está interesado en la salud o beneficio del pueblo, lo considera fácil de convencer, pero voluble y dado a la traición. Pero puede ser mantenido en obediencia a través de las armas.

Sobre el carácter de las personas que gobiernan, nos dice: aquellos que dependen de otros para triunfar, siempre al final caerán, más los que se sostienen por su propio esfuerzo y voluntad, permanecen, ya que no le deben el poder a nadie, por lo tanto, todos están sujetos a su fuerza.

Aristóteles (384, Estagira, Macedonia - 322 a. C.). En su obra, “La política”, expone que la conformación del Estado está constituida por los ciudadanos. Y de entre esta comunidad debe surgir el gobernante. Es una sociedad entre iguales.

El gobernante deberá velar por el bienestar de sus ciudadanos. Existen Gobiernos puros, conformados por los ciudadanos, que actúan en consecuencia a la cívica y a la ética; y hay tiranos, quienes no velan por el bienestar de los ciudadanos, sino por sus propios intereses, son individuos sin virtud, justicia o temor a los dioses.

Para Aristóteles, el Estado debe cuidar sus relaciones con sus ciudadanos, procurando siempre el mayor bienestar, la felicidad de sus ciudadanos. Porque la “asociación política” está constituida sobre la ética, la mejor forma de vivir. Y, por otra parte, “el hombre es un animal político”, porque vive en comunidad y entre iguales. Los que no necesitan vivir en sociedad, o son bestias o son dioses.

Maquiavelo sostiene que no es necesaria ninguna virtud, sino, la voluntad de poder y la fuerza. Ya que el gobernante tiene la obligación de mantenerse en el poder por los medios que le sean necesarios. “El fin justifica los medios”, frase escrita por Napoleón Bonaparte (1769 Córcega, Francia – 1821, isla de Santa Elena), pero que se ajusta a lo dicho por Maquiavelo; ya que obtener el poder y, por otro lado, mantener al pueblo apaciguado, solo se logra, o con el oro o con la espada.

Para Aristóteles, el Gobierno es la máxima autoridad; sea un solo señor (monarquía), sea la minoría (aristocracia) o sea la mayoría (la democracia), deben gobernar consultando el interés general para obtener el mayor bienestar. El Gobierno debe ser siempre legítimo.

Para Maquiavelo, la política es la lucha permanente por el poder; y de paso, jamás hubiese concebido una democracia, sino una república, como en los tiempos de Roma. Lo fundamental es el poder y sostiene que el gobernante debe ser astuto como la zorra, para ver los lazos de traición y las mentiras, y fuerte como un león, para acabar con sus enemigos.

Estudiar a ambos filósofos es un “tour de forcé”. Hay que ponderar la posición de Maquiavelo como la posición actual de este mundo, que se aplica a la realidad política de todos nuestros países, sea en Panamá o el resto de América. Me atrevo a decir que el mundo actual, es eminentemente maquiavélico.

Aristóteles exalta el bienestar común, pero ¿cómo lograrlo en la actualidad?; la forma, según él, es a través de la virtud aprendida por medio de la educación, que forma cívica y éticamente a los ciudadanos, y la educación es la herramienta más formidable en nuestra contemporaneidad. Puede que haya esperanza.

Esgrimiendo la razón cartesiana o el sentido común… les pregunto: ¿cuál posición tomarían ustedes? ¿Aristóteles o Maquiavelo?...

¡Salud, compatriotas!

Profesor en Filosofía e Historia, licenciado en Derecho.
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