El creador de contenidos y escritor conversa con este medio sobre la lengua y la incorporación de nuevas palabras al español. Habla un poco de su vida,...
- 26/12/2022 00:00
Reflexiones a pesar de las fiestas
Gran parte del contenido de esta entrega lo publiqué en agosto de 2007, o sea, hace poco más de 17 años. Dado la época de reflexiones de fin de año y deseos de mejores tiempos, me pareció oportuno volver sobre las mismas en el marco de una época en que las cosas de la supervivencia siguen deteriorándose, invariablemente para todos, aunque no lo crean.
Durante estos últimos cientos de miles de años, los grupos humanos, en el proceso evolutivo, comprendieron que la única manera de garantizar la supervivencia de la especie se fundamentaba en la relación de sociedad y en las responsabilidades que esta relación exigía de manera conjunta e individual.
Se necesitaba de una organización que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) define como una “asociación de personas reguladas por un conjunto de normas en función de determinados fines”. Es decir, para los grupos humanos de hace cientos de años, era claro y perfectamente entendible que la fuerza conductual compartida formaba una defensa sólida frente a las amenazas externas, sean estas de otros seres vivientes que compartían espacio sobre la tierra, las condiciones cambiantes de las regiones geográficas, el clima, las amenazas biológicas e incluso, su propia condición de ignorante ante muchos de los hechos.
La supervivencia era lo fundamental, y tomó varios cientos de años entender este principio, pero una vez diseñado y puesto en práctica llevó al desarrollo sostenido de los grupos humanos que hoy habitamos esta tierra. Eso no es todo, el trabajo organizativo en todos los campos del saber (las ciencias, la cultura, la ingeniería, la agricultura, etc.), ha permitido extender considerablemente las expectativas de vida del ser humano y ha permitido subyugar las condiciones amenazantes del entorno que nos acechaba.
Durante estos miles de años la conducta del ser humano, por su naturaleza inquisitiva, ha experimentado sentimientos de emancipación de las normas y deberes sociales que las organizaciones suelen imponer para preservar su conjunción. Estas efervescencias momentáneas (si las enmarcamos en los miles de años de existencia humana), desarrollaron un sin número de explosiones sociales, políticas e incluso culturales, que a la postre se convirtieron en otras formas y sistemas organizativos para de igual forma mantener cierto orden y control sobre el entorno.
Pero existen los que promulgan la anarquía que la RAE define como: “ausencia de poder público”. Freedom Press señala que el término no se debe utilizar para definir caos social: “los anarquistas abogan por la anarquía en el sentido de que nadie sea el jefe de nadie”. Señalan que “la organización es saludable, siempre y cuando la gente haga lo que quiere, y no sea forzada por otras organizaciones a hacer algo que no desean hacer”. Nótese que aún incluye el concepto de organización y determinan que la anarquía involucra un sentido de responsabilidad social cuando señala que “el anarquismo proviene de la convicción de que el propósito de la sociedad es incrementar las oportunidades individuales”, sin afectar la condición individual de otros. Esas oportunidades individuales también abren espacio para que el desarrollo personal redunde en beneficio de la sociedad en su conjunto.
Tanto las organizaciones como los anarquistas limitan los efectos y la expansión de sus responsabilidades y su conducta. Unos establecen consecuencias puntuales si los reglamentos y las leyes son violados. Los otros solo desean hacer lo propio sin restricciones impuestas y sin violar la paz.
A quince años de la primera publicación de esta nota, si los medios siguen difundiendo su mediocre programación, el sistema judicial no es respetado por la ciudadanía; el órgano legislativo no promueva los correctivos a su favor; si los maestros solo negocian por su beneficio personal; y los malhechores se burlan de las autoridades, violan las leyes, trafican con el terror y el desprecio a los demás, no es anarquía. Estamos experimentando claras expresiones de un caos social que ya corrompe los cientos de años de desarrollo social que ha constituido la identidad de la nación.
No hay otra manera de decirlo sin sonar fatalista: nuestra sociedad está en peligro. Si nuestro sistema organizativo no inicia un proceso serio que involucre correctivos inmediatos para revertir las conductas y condiciones arriba expuestas, será muy difícil encaminarlos a un estado superior de desarrollo, en vez, nuestro sistema social será revertido a la época de los primates.